Profunda preocupación existe en Estados Unidos ante la debilidad actual de Europa, hasta el punto de que en los más osados think tanks y focos de prospectiva norteamericanos se están cambiando las previsiones, considerándose ya a Europa no como un futuro competidor, sino como un potencial satélite.
El intento europeo de reeditar su derrotado (por los ciudadanos) proyecto de Constitución, esta vez sin llamarle Constitución ni predefiniéndolo como documento esencial, es, en opinión de los estudiosos norteamericanos, un claro ejemplo de la decadencia de Europa, donde los gobiernos están divorciados de sus ciudadanos y la política paralizada.
Nos lo cuenta nuestro principal colaborador en Washington, muy relacionado con los centros de estudios estadounidenses y con pensadores del movimiento Neocon, quien asegura que los norteamericanos ya no le ven futuro a Europa, lo que les está llevando a cambiar drásticamente los análisis y planteamientos estratégicos con respecto al viejo continente.
En Washington se piensa que la parálisis de Europa no es coyuntural sino esencial y que el proceso de unidad europea fue siempre una consecuencia de una convergencia de criterios entre Alemania, Francia, Inglaterra, Italia y España, que ahora no existe
En el plano económico, Europa perderá, con toda seguridad, la guerra económica frente a sus dos grandes contendientes: USA y Asia. Las razones parecen claras: a Europa le falta ilusión y liderazgo, carece de un auténtico mercado único, no es capaz de integrar a sus inmigrantes, sus ciudadanos están desengañados de los políticos y sus gobiernos, recelosos, egoistas y desilusionados con la política común, sueñan con recuperar la soberanía perdida tras haberla cedido a Bruselas.
Frente a esa situación, Estados Unidos se está planteando lanzar ofensivas de encanto para atraer a su órbita a paises europeos que le interesan, especialmente Inglaterra, Italia, Polonia y Alemania, sobre todo este último, si cuajan las esperanzas de buenas relaciones abiertas con el gobierno que preside Ángela Merkel. Con Francia, tras la victoria de Sarkozy, los puentes entre París y Washington vuelven a estar abiertos y transitables.
Una relación estrecha y de alto contenido estratégico con España también interesa a Washington, pero una relación positiva parece imposible mientras Zapatero permanezca en el poder.
Los expertos norteamericanos que auscultan el futuro y trazan planes y estrategias para mantener el poder creen que Washington tiene grandes posibilidades de seguir siendo la gran potencia del futuro, a pesar del crecimiento de nuevas economías como China, India, Rusia y Brasil, sobre todo si consigue incluir en su órbita, como satélites, a buena parte de Europa, a Japón, a Australia y Nueva Zelanda, a Canadá y a México.
Ese es, precisamente, el principal objetivo económico de la alta estrategia de Washington: crear satélites fidelizados que, en la práctica, integren el bloque del poder económico futuro.
El intento europeo de reeditar su derrotado (por los ciudadanos) proyecto de Constitución, esta vez sin llamarle Constitución ni predefiniéndolo como documento esencial, es, en opinión de los estudiosos norteamericanos, un claro ejemplo de la decadencia de Europa, donde los gobiernos están divorciados de sus ciudadanos y la política paralizada.
Nos lo cuenta nuestro principal colaborador en Washington, muy relacionado con los centros de estudios estadounidenses y con pensadores del movimiento Neocon, quien asegura que los norteamericanos ya no le ven futuro a Europa, lo que les está llevando a cambiar drásticamente los análisis y planteamientos estratégicos con respecto al viejo continente.
En Washington se piensa que la parálisis de Europa no es coyuntural sino esencial y que el proceso de unidad europea fue siempre una consecuencia de una convergencia de criterios entre Alemania, Francia, Inglaterra, Italia y España, que ahora no existe
En el plano económico, Europa perderá, con toda seguridad, la guerra económica frente a sus dos grandes contendientes: USA y Asia. Las razones parecen claras: a Europa le falta ilusión y liderazgo, carece de un auténtico mercado único, no es capaz de integrar a sus inmigrantes, sus ciudadanos están desengañados de los políticos y sus gobiernos, recelosos, egoistas y desilusionados con la política común, sueñan con recuperar la soberanía perdida tras haberla cedido a Bruselas.
Frente a esa situación, Estados Unidos se está planteando lanzar ofensivas de encanto para atraer a su órbita a paises europeos que le interesan, especialmente Inglaterra, Italia, Polonia y Alemania, sobre todo este último, si cuajan las esperanzas de buenas relaciones abiertas con el gobierno que preside Ángela Merkel. Con Francia, tras la victoria de Sarkozy, los puentes entre París y Washington vuelven a estar abiertos y transitables.
Una relación estrecha y de alto contenido estratégico con España también interesa a Washington, pero una relación positiva parece imposible mientras Zapatero permanezca en el poder.
Los expertos norteamericanos que auscultan el futuro y trazan planes y estrategias para mantener el poder creen que Washington tiene grandes posibilidades de seguir siendo la gran potencia del futuro, a pesar del crecimiento de nuevas economías como China, India, Rusia y Brasil, sobre todo si consigue incluir en su órbita, como satélites, a buena parte de Europa, a Japón, a Australia y Nueva Zelanda, a Canadá y a México.
Ese es, precisamente, el principal objetivo económico de la alta estrategia de Washington: crear satélites fidelizados que, en la práctica, integren el bloque del poder económico futuro.
Comentarios: