Frente al Espíritu de Munich no existe otra opción que la misma que planteó Churchill: la fuerza del "NO".
No a que el Islám dicte como vivir en España y en Europa; no a la falsa prudencia; no a la cobardía; no a la falsa tolerancia; no a los políticos proislamicos; no a los medios de comunicación sometidos al poder; no a los miserables que justifican el asesinato de Theo Van Ghogh porqué "era de extrema derecha"; no a los que ahora afirman que las viñetas "son de derecha"; no a los que permanecen en silencio cuando asesinan a un sacerdote católico en Turquía o cuando encarcelan a cristianos en Arabia, sólo por practicar su fe en privado; no a los que comparan las culturas islámica y democrática-occidental sin tener en cuenta sus diferencias sustanciales, que una asesina y patrocina el terrorismo y la otra no, que una aplasta a la mujer y la otra no, que una cree en los derechos humanos y otra no, etc.
La cultura del "NO" ha dado resultados positivos en la historia, especialmente en momentos de crisis:
« La hora de la verdad no ha hecho más que comenzar. Esto no es más que el primer sorbo, el primer anticipo de una copa amarga que nos ofrecerán año tras año, a menos que, mediante una recuperación suprema de la salud moral y el vigor marcial, volvamos a levantarnos y a adoptar nuestra posición a favor de la libertad, como en los viejos tiempos »
Churchill Octubre de 1938
« No tengo nada que ofrecer, más que sangre, sudor, lágrimas y fatiga »
Churchill, Mayo de 1940
« Combatiremos en los mares y los océanos, combatiremos cada vez con mayor confianza y fuerza en el aire; defenderemos nuestra isla a cualquier precio; combatiremos en las playas, en los lugares de desembarco, en los campos y en las calles; combatiremos en las montañas; NO NOS RENDIREMOS JAMÁS "
Churchill, Junio de 1940
En algún lugar de Asturias, en el 722 DC:
Entrevista de Don Opas, obispo traidor a la España Visigoda, vendido y comprado con el oro del Moro, y el rebelde Don Pelayo. Los moros, antes de dar comienzo al combate, enviaron como embajador al Obispo Opas para ver si con buenas razones lograba convencer a Pelayo para que desistiese de la lucha, haciéndole a dicho fin grandes halagadoras promesas.
El obispo Sebastián de Salamanca, en su Cronicón, pone en labios de don Opas, dirigiéndose a Pelayo, las siguientes palabras: "Hermano: estoy seguro que trabajas inútilmente. ¿Qué resistencia has de oponer en esta cueva, cuando toda España y sus ejércitos unidos bajo el poder de los godos, no pudieron resistir el ímpetu de los ismaelitas?. Escucha un consejo: retírate a gozar de los muchos bienes, que fueron tuyos, en paz con los árabes como hacen los demás."
Respuesta de Don Pelayo:
"No quiero amistad con los sarracenos, ni sujetarme a su imperio; porque, ¿no sabes tú que la Iglesia de Dios se compara a la luna, que estando eclipsada vuelve a su plenitud? Confiamos, pues, en la misericordia de Dios, que de este monte que ves saldrá la salud a España. Tú y tus hermanos, con Julián, ministro de Satanás, determinasteis entregar a esas gentes el reino de los godos; pero nosotros, teniendo por abogado ante Dios Padre a nuestro Señor Jesucristo, despreciamos a esa multitud de paganos, en cuyo nombre vienes, y por la intercesión de la Madre de Dios, que es Madre de misericordia, creemos que esta reducida gente de 105 godos ha de crecer y aumentar tanto como semillas salen de un pequeñísimo grano de mostaza."
Don Opas, luego de oír la contestación de Pelayo, se volvió al ejército moro y dijo: "Marchad hacia la cueva y luchad, que si no es por medio de la espada, nada podremos conseguir de él."
Fin