Hombre discreto, moderado, educado y auténtico, Javier Fernández está liderando al PSOE con acierto en su etapa más difícil y dura, mostrando un rostro de político serio, nada frívolo, dialogante y a la vez riguroso con las ideas que representa. Es, sin duda, el mejor de los candidatos posibles, pero sus valores pasan desapercibidos en un partido desquiciado, dividido y presa de cacicazgos, satrapías y liderazgos viciados, donde la ambición y la lealtad de los equipos pesan más, por desgracia, que la ejemplaridad, la autenticidad y el acierto.
Javier Fernández, gris en apariencia, pero sólido y discreto en realidad, no es un lumbreras, pero es el dirigente socialista actual con más solvencia y fiabilidad. Dibuja, como hizo en la última reunión del Comité Federal, un mensaje potente e inspirador ante unos votantes y, seguramente, militantes, desmoralizados, a los que está inyectando la seguridad que necesitan en estos momentos de zozobra. Admite el debate y el contraste dentro del partido, pero condena el error de los que anteponen los intereses del partido a los de la ciudadanía y se dedican a hablar más del PSOE que de España.
Pero quizás su idea más saludable y oportuna es la de convencer a sus correligionarios, siempre ávidos de poder y de reparto de privilegios, que la oposición no es un cementerio donde se uno se consume sino un lugar desde donde uno se rehace, se gana el favor de los votantes y se vuelve al gobierno.
Es difícil que un partido tan degradado y deteriorado como el PSOE puede apreciar el valor de un hombre como Fernández, capaz de pactar sin perder la identidad ni humillarse, discreto, sin carisma ni espectacularidad, justo lo contrario del trompetero Pedro Sánchez y a kilómetros de distancia del poco competente Patxi López, experto en oscilaciones y bandazos, y de una Susana Díaz cuyo estigma, casi insuperable, es que aspira a liderar la regeneración de un partido cuando ella lidera el fracaso de una Andalucía marcada por la corrupción, a la que los socialistas no ha sido capaces, en cuatro décadas de gobierno continuo, de sacar del atraso, la pobreza y la desesperanza.
El diario "El País", que todavía es "la Biblia" para muchos socialistas españoles, acaba de publicar un artículo sobre la figura de Javier Fernández, titulado Rara avis Fernández, que hay que leer para entender la mediocridad profunda y la confusión decadente que embarga hoy al socialismo español.
Ahora, con la llegada del frívolo Pedro Sánchez, capaz de pactar con el independentismo y con Podemos a cambio del poder, la figura de un político sólido con Fernández se agranda y sobresale entre la pavorosa mediocridad socialista.
Francisco Rubiales
Javier Fernández, gris en apariencia, pero sólido y discreto en realidad, no es un lumbreras, pero es el dirigente socialista actual con más solvencia y fiabilidad. Dibuja, como hizo en la última reunión del Comité Federal, un mensaje potente e inspirador ante unos votantes y, seguramente, militantes, desmoralizados, a los que está inyectando la seguridad que necesitan en estos momentos de zozobra. Admite el debate y el contraste dentro del partido, pero condena el error de los que anteponen los intereses del partido a los de la ciudadanía y se dedican a hablar más del PSOE que de España.
Pero quizás su idea más saludable y oportuna es la de convencer a sus correligionarios, siempre ávidos de poder y de reparto de privilegios, que la oposición no es un cementerio donde se uno se consume sino un lugar desde donde uno se rehace, se gana el favor de los votantes y se vuelve al gobierno.
Es difícil que un partido tan degradado y deteriorado como el PSOE puede apreciar el valor de un hombre como Fernández, capaz de pactar sin perder la identidad ni humillarse, discreto, sin carisma ni espectacularidad, justo lo contrario del trompetero Pedro Sánchez y a kilómetros de distancia del poco competente Patxi López, experto en oscilaciones y bandazos, y de una Susana Díaz cuyo estigma, casi insuperable, es que aspira a liderar la regeneración de un partido cuando ella lidera el fracaso de una Andalucía marcada por la corrupción, a la que los socialistas no ha sido capaces, en cuatro décadas de gobierno continuo, de sacar del atraso, la pobreza y la desesperanza.
El diario "El País", que todavía es "la Biblia" para muchos socialistas españoles, acaba de publicar un artículo sobre la figura de Javier Fernández, titulado Rara avis Fernández, que hay que leer para entender la mediocridad profunda y la confusión decadente que embarga hoy al socialismo español.
Ahora, con la llegada del frívolo Pedro Sánchez, capaz de pactar con el independentismo y con Podemos a cambio del poder, la figura de un político sólido con Fernández se agranda y sobresale entre la pavorosa mediocridad socialista.
Francisco Rubiales
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