Apenas cuatro mil personas, convocadas por la casi totalidad de los partidos políticos españoles con presencia parlamentaria, se concentraron el 4 de diciembre, en la Puerta de Alcalá, de Madrid, para manifestar la unidad de los demócratas frante al terrorismo, protagonizando así el más notable fracaso de la democracia española en las calles desde la muerte del dictador Franco.
Si algo quedó claro tras esa escuálida manifestación contra el terrorismo es que los políticos están aislados y que carecen ya del prestigio y de la credibilidad que se requieren para convocar a la sociedad.
Entre los convocantes figuraban también los sindicatos, la patronal y hasta los actores "progres" que tanto apoyo prestan al gobierno de Zapatero.
También quedó claro que la izquierda y la derecha se repelen de manera visceral después de tres años de enfrentamientos y trifulcas. Desconfían unos de otros y esa división entre políticos, que están obligados en democracia a cooperar por el bien común, escandaliza todavía más a una ciudadanía española que se aleja a zancadas de los partidos políticos y de sus polítiicos profesionales.
Después del espectáculo triste de la manifestación escuálida, ETA, a la que se pretendía impresionar con el espectáculo de la unidad democrática, debe sentirse feliz y segura.
Otras dos cosas que quedaron claras después del lamentable espectáculo es que la Asociación de Víctimas del Terrorismo AVT), que ha sido capaz de organizar manifestaciones masivas en el pasado, tiene más capacidad de convocatoria que la política profesional española en pleno, y que los políticos son percibidos por los ciudadanos, cada día más, como un selecto, exclusivo y aislado club de millonarios privilegiados, escasamente vinculado al pueblo, a sus inquietudes y anhelos.
Si algo quedó claro tras esa escuálida manifestación contra el terrorismo es que los políticos están aislados y que carecen ya del prestigio y de la credibilidad que se requieren para convocar a la sociedad.
Entre los convocantes figuraban también los sindicatos, la patronal y hasta los actores "progres" que tanto apoyo prestan al gobierno de Zapatero.
También quedó claro que la izquierda y la derecha se repelen de manera visceral después de tres años de enfrentamientos y trifulcas. Desconfían unos de otros y esa división entre políticos, que están obligados en democracia a cooperar por el bien común, escandaliza todavía más a una ciudadanía española que se aleja a zancadas de los partidos políticos y de sus polítiicos profesionales.
Después del espectáculo triste de la manifestación escuálida, ETA, a la que se pretendía impresionar con el espectáculo de la unidad democrática, debe sentirse feliz y segura.
Otras dos cosas que quedaron claras después del lamentable espectáculo es que la Asociación de Víctimas del Terrorismo AVT), que ha sido capaz de organizar manifestaciones masivas en el pasado, tiene más capacidad de convocatoria que la política profesional española en pleno, y que los políticos son percibidos por los ciudadanos, cada día más, como un selecto, exclusivo y aislado club de millonarios privilegiados, escasamente vinculado al pueblo, a sus inquietudes y anhelos.
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