España: la opacidad del gobierno no es 'prudencia', sino un reflejo totalitario

Pocos espectáculos y situaciones podrán producir mas vergüenza, desazón y amargura a la ciudadanía nacional, que el humillante y bochornoso, a la vez que dantesco, de ver a su gobierno arrastrarse como un insignificante gusano, sin dignidad propia y defenestrando la de la ciudadanía, suplicante a la arrogante prepotencia y al desprecio que les dispensa el nacionalismo y la banda asesina, en busca de alguna señal que justifique su deslealtad y traición al Estado, a la legalidad, al orden constitucional y a la Nación, en el infructuoso empeño de apoderarlos ante Europa y el mundo, como su propio producto reconvertido.

Solo la pasiva omisión de los responsables y garantes de la constitución y de la unidad nacional, son equiparables, urdiendo entre ambos el mayor y más despreciable delito que se puede verter, con los efectos del aceite hirviendo, sobre el derecho democrático de toda una ciudadanía. Acobardada, dividida, enfrentada e hipotecada, a manos de la corrupción, la desidia y el delito de omisión, queda esta devaluada a categoría de súbditos y sirvientes de sus servidores. A categoría de sometidos a las preferencias y prioridades, sobre sus enemigos, promovidas por su propio gobierno, destacando la inexplicable subordinación a las vejaciones, mofas y dictados que los terroristas dedican a España a través de ellos.

Un gobierno que pactó con el enemigo nacional, antes de serlo, vendiendo la dignidad y el derecho nacional antes de gestionarlo. Todo formaba parte de un plan. Un plan donde solo había ilusos sin escrúpulos, por un lado, y nazis vencidos, con los restos de un ejército de asesinos, por otro. Pactaron, pactaron y pactaron a dos y tres bandas, llegando a los ilusos lo que los nazis sabían que estos tragarían: La gloria. Toda sería para ellos, solo que para alcanzarla habría que esperar a la conclusión de los pactos. Seguramente lo que pactaran el radical carod y los radicales vascos, nunca lo supieron los ilusos, pero hoy está bastante claro. Debieron alucinar al ver lo fácil que les resultó timar al personal. Quizás el primer paquete fuera la independencia catalana, como gesto que garantizara la de las vascongadas. El segundo inmunidad e impunidad judicial y policial al ejército asesino de los nacionalistas vascos. El tercero su presentación en sociedad nada más ni nada menos que en el parlamente europeo. El cuarto se lo ha procurado la propia banda a la sombra de los otros tres: su rearme y optimización financiera desde su ininterrunpida actividad delictiva en sus habituales prácticas de terrorismo y extorsión.

Una vez conseguidos sus primeros éxitos, iniciado con la esperpéntica comedia del rechazado “plan ibarreche”, que dio paso al mil veces peor “plan rovira”, los nacionalistas se ven con su ejército asesino reorganizado, sus arcas boyantes, su presencia internacional con una imagen mas limpia y justificada gracias a la inestimable colaboración del Estado español, y con un amplio camino recorrido en sus reivindicaciones tradicionales como el valioso estatuto catalán que les convierte en independientes de hecho, con amplios poderes sobre la Nación “opresora”, que tantos dividendos les reporta gracias a seguir simulando ser españoles. Ya, crecidos y triunfantes, solo les queda pasar directamente a chantajear a los ilusos para consumar su escandalosa estafa, exigiendo Navarra, ya que vascongadas les cae directamente por la vía catalana. Aquí los ilusos empiezan a sospechar pero los nacionalistas les dan vidilla de cuando en cuando según consiguen ventajas judiciales y se divierten humillando a todo el gobierno y al aparato judicial, exigiéndoles declaraciones donde se reconvierten en hombres de paz a los mas crueles asesinos o aceptando su ilegal actividad política mediante actos y manifestaciones públicas. Incluso el juez Garzón colabora en tan dramático y lamentable circo. Poco a poco zapatero se va percatando del triste papel desempeñado y se percata de que ha sido un vulgar y miserable útil, de los miserables, antaño al borde de la extinción y hoy tan fuertes como el Estado con su debilitamiento tan altruista y generosamente trabajado para el enemigo. En un último esfuerzo por seguir distrayendo al personal de lo ya imposible de ocultar, intenta compartir “la gloria” que ya nunca tendrá, con el “quemado” Rajoy. Evidentemente este no traga. Quedan pocos capítulos para el final de una capitulación anunciada.

No hay opacidad. Dejan creer que la hay, como último recurso, en un intento de justificar la evidencia de su indignidad, transmitiendo sensación de ocultas estrategias en movimiento y con seguros y buenos resultados. Solo hay lo que se ve y golpea con la contundencia de la verdad, que no es otra que es producirse lo que todo el mundo vaticina desde el principio y que les deja cara de pardillos. Su soberbia no les permite rectificar y reconocer que han sido utilizados para su vieja y habitual estrategia de ofrecer treguas para reforzarse debilitando y humillando al Estado.

Solo quedan súplicas del Estado y desprecios de los nacionalistas y sus asesinos. Mofa de los miserables del crimen que se empavonan mostrando al mundo como se arrodilla un Estado y come en su mano, con entrecortados y balbuceantes ruegos que solicitan una imposible es