Una de las muchas imágenes que circulan por España ridiculizando a Pedro Sánchez tras su humillante encuentro con Joe Biden
La España que gobierna Sánchez está acosada por multitud de problemas, algunos de extrema gravedad, que sus gobernantes ocultan porque no saben como resolver. La ineptitud del liderazgo político es el principal de ellos, pero también se enfrenta a la corrupción, al abuso de poder, a la decadencia, al avance de la pobreza, al desprestigio internacional, al desempleo masivo, al cierre y huida de empresas, a la desunión interna, a la hostilidad de los nacionalismos independentistas, a la disgregación, al hundimiento de los valores, al deterioro de la democracia y al rechazo generalizado a sus gobernantes, dentro de un sobrecogedor divorcio entre los ciudadanos y sus dirigentes, entre la sociedad civil y los políticos.
La humillante entrevista de pasillo, de 28 segundos de duración, entre Pedro Sánchez y Joe Biden, de la que hoy se ríen decenas de medios de la prensa mundial, es sólo un reflejo de la situación actual de España, un país tan mal gobernado y estúpido que se ha convertido en un problema para sus aliados y para los mismos ciudadanos españoles.
La enorme decadencia de España es sólo producto del mal gobierno y de errores continuados de sus últimos dirigentes políticos, empezando por un Zapatero que inició el desastre, un Rajoy que en lugar de corregir el rumbo consolidó la estupidez nefasta del zapaterismo y de un Pedro Sánchez que ha superado a todos los dirigentes de la historia española en ineptitud, arrogancia temeraria, mal gobierno y capacidad para dividir y degradar a la nación.
Hoy habitamos un país injusto, atribulado por los errores y los impuestos arbitrarios, dividido, desmoralizado, en retroceso y en crisis profunda, que genera desconfianza en su entorno y que carece de prestigio, peso y respeto en el concierto mundial. Hemos dejado de tener altos cargos en las instituciones mundiales y nuestro peso como nación ha retrocedido a niveles que eran inconcebibles hace apenas una década, por detrás de países menos poblados y con menos peso histórico, como Polonia, Holanda, Dinamarca, Suecia, Noruega, Bélgica y muchos más.
Nuestro eterno conflicto con Marruecos está a punto de sobrepasarnos y el riesgo de perder Ceuta y Melilla es real. Hasta las islas Canarias están en peligro.
Lo más grave es que el desastre de España no es percibido por la ciudadanía, que es víctima de la mentira y del engaño del gobierno, que gasta grandes sumas de dinero en reforzar su nefasto poder y su aparato de propaganda, que incluye la propagación constante de la mentira y la confusión a través de cientos de medios de comunicación bajo control, entre ellos las televisiones y cadenas importantes de radio y prensa.
Otro rasgo de extrema gravedad es el desencanto de la parte más consciente, preparada y formada de la ciudadanía, que ve con preocupación e impotencia como el país se precipita en el desastre sin que nada ni nadie lo impida. Nuestras instituciones defensivas, aquellas diseñadas para impedir que un inepto incapaz ponga en peligro la nación, no funcionan y están paralizadas, generando una situación de desmoralización, desencanto y zozobra extremadamente peligrosa.
Lo único positivo que puede atribuirse al sanchismo, destructor de la nación, es que ha colocado a España en una situación de peligro tan grave que millones de ciudadanos han adquirido la conciencia de que el país necesita cambiar profundamente y dotarse de una democracia verdadera, que limite el poder excesivo de los partidos políticos y del gobierno, que devuelva al ciudadano la soberanía que le ha sido arrebatada, que instale más mecanismos de control democrático y que impida, a través de sus instituciones defensivas, que un imbécil o un depredador pueda llegar en el futuro a la Moncloa.
Algunos quizás consideren pesimista la visión de España que se plasma en este artículo, pero todo lo que se dice se basa en datos reales, que son demostrables y comprobables. Incluso hay importantes capítulos del deterioro general, como el despilfarro, el endeudamiento, el asalto al poder judicial, la pésima gestión de la pandemia y otros muchos, que ni siquiera se han mencionado y que constituyen verdaderas cargas de dinamita contra el edificio nacional de España.
España está en peligro real.
Francisco Rubiales
La humillante entrevista de pasillo, de 28 segundos de duración, entre Pedro Sánchez y Joe Biden, de la que hoy se ríen decenas de medios de la prensa mundial, es sólo un reflejo de la situación actual de España, un país tan mal gobernado y estúpido que se ha convertido en un problema para sus aliados y para los mismos ciudadanos españoles.
La enorme decadencia de España es sólo producto del mal gobierno y de errores continuados de sus últimos dirigentes políticos, empezando por un Zapatero que inició el desastre, un Rajoy que en lugar de corregir el rumbo consolidó la estupidez nefasta del zapaterismo y de un Pedro Sánchez que ha superado a todos los dirigentes de la historia española en ineptitud, arrogancia temeraria, mal gobierno y capacidad para dividir y degradar a la nación.
Hoy habitamos un país injusto, atribulado por los errores y los impuestos arbitrarios, dividido, desmoralizado, en retroceso y en crisis profunda, que genera desconfianza en su entorno y que carece de prestigio, peso y respeto en el concierto mundial. Hemos dejado de tener altos cargos en las instituciones mundiales y nuestro peso como nación ha retrocedido a niveles que eran inconcebibles hace apenas una década, por detrás de países menos poblados y con menos peso histórico, como Polonia, Holanda, Dinamarca, Suecia, Noruega, Bélgica y muchos más.
Nuestro eterno conflicto con Marruecos está a punto de sobrepasarnos y el riesgo de perder Ceuta y Melilla es real. Hasta las islas Canarias están en peligro.
Lo más grave es que el desastre de España no es percibido por la ciudadanía, que es víctima de la mentira y del engaño del gobierno, que gasta grandes sumas de dinero en reforzar su nefasto poder y su aparato de propaganda, que incluye la propagación constante de la mentira y la confusión a través de cientos de medios de comunicación bajo control, entre ellos las televisiones y cadenas importantes de radio y prensa.
Otro rasgo de extrema gravedad es el desencanto de la parte más consciente, preparada y formada de la ciudadanía, que ve con preocupación e impotencia como el país se precipita en el desastre sin que nada ni nadie lo impida. Nuestras instituciones defensivas, aquellas diseñadas para impedir que un inepto incapaz ponga en peligro la nación, no funcionan y están paralizadas, generando una situación de desmoralización, desencanto y zozobra extremadamente peligrosa.
Lo único positivo que puede atribuirse al sanchismo, destructor de la nación, es que ha colocado a España en una situación de peligro tan grave que millones de ciudadanos han adquirido la conciencia de que el país necesita cambiar profundamente y dotarse de una democracia verdadera, que limite el poder excesivo de los partidos políticos y del gobierno, que devuelva al ciudadano la soberanía que le ha sido arrebatada, que instale más mecanismos de control democrático y que impida, a través de sus instituciones defensivas, que un imbécil o un depredador pueda llegar en el futuro a la Moncloa.
Algunos quizás consideren pesimista la visión de España que se plasma en este artículo, pero todo lo que se dice se basa en datos reales, que son demostrables y comprobables. Incluso hay importantes capítulos del deterioro general, como el despilfarro, el endeudamiento, el asalto al poder judicial, la pésima gestión de la pandemia y otros muchos, que ni siquiera se han mencionado y que constituyen verdaderas cargas de dinamita contra el edificio nacional de España.
España está en peligro real.
Francisco Rubiales
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