Democracia sorprendente, falsa y secuestrada en España
Él argumenta que el único país del Planeta que parece creerse el "cuento" de la democracia es España. En cualquier otro país del mundo con más tradición democrática y más respeto a ese sistema, agresiones al sistema como las que perpetran catalanes y vascos habrían sido reprimidas con vigor y dureza por la autoridad estatal, mientras que en España se toleran y se dejan en manos de la Justicia.
Aunque muchos creen que esa aparente tolerancia y respeto a las libertades que se observa en España no es otra cosa que cobardía de los poderes públicos y miedo de los partidos políticos a perder su situación de privilegio, ya que en ningún otro país de Europa los partidos tienen tanto poder y disfrutan de menos controles que en España, la verdad es que se trata de una de las muchas contradicciones y rasgos inexplicables que ofrece España a los sorprendidos estudiosos y expertos de todo el mundo.
Hay que reconocer que España no es una democracia al uso sino una dictadura de partidos políticos que se empeña en disfrazarse de democracia cada día, de la que emerge un sistema sofisticado y lleno de contradicciones, donde conviven la mayor descentralización administrativa y de poder de toda Europa, plasmada en las autonomías más autogobernadas y libres, con la mayor impunidad para la clase política, que disfruta de libertades insólitas en democracia, como la ausencia de controles y contrapesos a los partidos, junto a la más escandalosa violación del sagrado principio de la separación de poderes y de respeto a un pueblo escandalosamente marginado por uno políticos españoles tan extraños, arrogantes y prepotentes que parecen surgidos de otro planeta.
España, de hecho, es el país más surrealista y contradictorio de Europa y, probablemente, también del mundo, el que disfruta de una más generosa libertad de expresión ciudadana y también el que tiene también a sus medios de comunicación mas subyugados y comprados por los grandes poderes políticos y económicos. En España conviven la libertad y la esclavitud, la tiranía y algunos rasgos democráticos inigualables, la corrupción con la ejemplaridad, el latrocinio de los políticos con la generosidad cívica y actitudes tan ejemplares como la de ser líderes mundiales en generosidad solidaria y en donación de órganos.
La única explicación lógica del contradictorio y a la vez fascinante modelo español es que la corrupción y el vicio han invadido España desde arriba, desde sus clases poderosas, sin llegar a contaminar al pueblo por completo. Mientras que en otros países, como por ejemplo Italia, la corrupción ha ascendido desde la sociedad al poder, en España ha descendido desde la cúpula del poder hasta la ciudadanía. Los gobiernos, las instituciones y los partidos políticos se han infectado de la peor corrupción y la han transmitido a la población como un virus. El pueblo, educado en la honradez durante la pobreza y el Franquismo, se ha escandalizado ante la bajeza de los políticos y su inexplicable enriquecimiento masivo y ha logrado mantenerse limpio en muchos ámbitos y sectores del país, a pesar del sucio ejemplo de las clases dirigentes y de las instituciones.
Por eso, la única solución posible de España consiste en que el pueblo recupere el poder que le corresponde, el cual le ha sido arrebatado por los políticos, e imponga a los corruptos políticos una rotunda regeneración, ya que es imposible que el impulso regenerador parta de las clases dirigentes, que son el problema y nunca podrán ser la solución.
Para comprender que de los políticos es imposible esperar regeneración basta contemplar el comportamiento de los dos mayores partidos del país: el PSOE de Sánchez imita a Zapatero, que ha sido el peor presidente del periodo moderno y el que más ha empujado el país hacia la ruina y el fracaso, mientras que el PP, después del fracaso estruendoso de Rajoy, que provocó con sus inacción, falsedades, cobardías y traiciones que su partido perdiera la mitad de los votos y diputados que tenía, ahora dice que se "renueva" recuperando ministros del viejo gobierno fracasado de Mariano Rajoy. Ninguno de esos dos partidos ha dado un sólo paso hacia la regeneración, ni ha perseguido a los corruptos, ni ha renunciado a sus privilegios desproporcionados, ni ha avanzado hacia la austeridad. Todo sigue igual y el único avance observado en esos partidos ha sido cierto perfeccionamiento perverso del sistema de propaganda, ahora más hábiles y osados en el manejo del engaño y la mentira.
Francisco Rubiales
Aunque muchos creen que esa aparente tolerancia y respeto a las libertades que se observa en España no es otra cosa que cobardía de los poderes públicos y miedo de los partidos políticos a perder su situación de privilegio, ya que en ningún otro país de Europa los partidos tienen tanto poder y disfrutan de menos controles que en España, la verdad es que se trata de una de las muchas contradicciones y rasgos inexplicables que ofrece España a los sorprendidos estudiosos y expertos de todo el mundo.
Hay que reconocer que España no es una democracia al uso sino una dictadura de partidos políticos que se empeña en disfrazarse de democracia cada día, de la que emerge un sistema sofisticado y lleno de contradicciones, donde conviven la mayor descentralización administrativa y de poder de toda Europa, plasmada en las autonomías más autogobernadas y libres, con la mayor impunidad para la clase política, que disfruta de libertades insólitas en democracia, como la ausencia de controles y contrapesos a los partidos, junto a la más escandalosa violación del sagrado principio de la separación de poderes y de respeto a un pueblo escandalosamente marginado por uno políticos españoles tan extraños, arrogantes y prepotentes que parecen surgidos de otro planeta.
España, de hecho, es el país más surrealista y contradictorio de Europa y, probablemente, también del mundo, el que disfruta de una más generosa libertad de expresión ciudadana y también el que tiene también a sus medios de comunicación mas subyugados y comprados por los grandes poderes políticos y económicos. En España conviven la libertad y la esclavitud, la tiranía y algunos rasgos democráticos inigualables, la corrupción con la ejemplaridad, el latrocinio de los políticos con la generosidad cívica y actitudes tan ejemplares como la de ser líderes mundiales en generosidad solidaria y en donación de órganos.
La única explicación lógica del contradictorio y a la vez fascinante modelo español es que la corrupción y el vicio han invadido España desde arriba, desde sus clases poderosas, sin llegar a contaminar al pueblo por completo. Mientras que en otros países, como por ejemplo Italia, la corrupción ha ascendido desde la sociedad al poder, en España ha descendido desde la cúpula del poder hasta la ciudadanía. Los gobiernos, las instituciones y los partidos políticos se han infectado de la peor corrupción y la han transmitido a la población como un virus. El pueblo, educado en la honradez durante la pobreza y el Franquismo, se ha escandalizado ante la bajeza de los políticos y su inexplicable enriquecimiento masivo y ha logrado mantenerse limpio en muchos ámbitos y sectores del país, a pesar del sucio ejemplo de las clases dirigentes y de las instituciones.
Por eso, la única solución posible de España consiste en que el pueblo recupere el poder que le corresponde, el cual le ha sido arrebatado por los políticos, e imponga a los corruptos políticos una rotunda regeneración, ya que es imposible que el impulso regenerador parta de las clases dirigentes, que son el problema y nunca podrán ser la solución.
Para comprender que de los políticos es imposible esperar regeneración basta contemplar el comportamiento de los dos mayores partidos del país: el PSOE de Sánchez imita a Zapatero, que ha sido el peor presidente del periodo moderno y el que más ha empujado el país hacia la ruina y el fracaso, mientras que el PP, después del fracaso estruendoso de Rajoy, que provocó con sus inacción, falsedades, cobardías y traiciones que su partido perdiera la mitad de los votos y diputados que tenía, ahora dice que se "renueva" recuperando ministros del viejo gobierno fracasado de Mariano Rajoy. Ninguno de esos dos partidos ha dado un sólo paso hacia la regeneración, ni ha perseguido a los corruptos, ni ha renunciado a sus privilegios desproporcionados, ni ha avanzado hacia la austeridad. Todo sigue igual y el único avance observado en esos partidos ha sido cierto perfeccionamiento perverso del sistema de propaganda, ahora más hábiles y osados en el manejo del engaño y la mentira.
Francisco Rubiales
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