Las recusaciones de magistrados del Tribunal Constituciona por parte del gobierno y de la oposición, claro deflejo del dominio político de un Poder Judicial que debe ser independiente en democracia, el referendum ilegal anunciado por Ibarretxe, la aplicación de la ley según las conveniencias políticas, la aprobación del Estatuto de Cataluña, que viola la Constitución y rompe las reglas básicas de la igualdad y la solidaridad, imprescindibles para la convivencia en la nación, y otras muchas decisiones y reglas en los sistemas político y electoral español cuestionan y dinamitan el "Estado de Derecho".
La violación pura del sistema de convivencia denominado "democracia" está ocurriendo en España, ante los estupefactos ojos de millones de españoles, donde el gobierno que preside Rocdríguez Zapatero, víctima de su propia debilidad y de su estrategia de pactos y componendas, es incapaz de cumplir la ley y de obligar a que se cumpla, sumiendo a España en una situación caótica y alejada de la democracia.
Existe incumplimiento permitido en numerosos ámbitos y ocasiones, pero los más escandalosos son con las banderas que deben ondear en las instituciones vascas y catalanas; con los jóvenes que practican el terrorismo callejero (kale borroka), que destruyen bienes públicos y privados ante la pasividad policial; con los que queman imágenes de los reyes de España; con la ruptura de los principios constitucionales de igualdad y solidaridad por el Estatuto de Cataluña; con la persecución de la lengua española en algunos territorios de España; con el irrespeto al democrático principio de la objeción de conciencia; con la escandalosa tolerancia de la corrupción política; con las listas cerradas y bloqueadas, que impiden el derecho ciudadano a elegir libremente a sus representantes; con la convocatoria ilegal de un referendum en el País Vasco y hasta permitiendo que no se emita un partido de fútbol, el Madrid-Betis, considerado de interés general y que debía emitirse en abierto, según las vigentes leyes deportivas.
¿Cómo pueden los ciudadanos restituir la decencia a una democracia que ha sido traicionada por quienes debían defenderla y convertida en una oligocracia donde sólo los partidos políticos y sus élites privilegiadas controlan el poder y el sistema? ¿Qué defensa tiene la sociedad ante un gobierno que no ejerce su deber de cumplir y hacer cumplir la ley?
Desgraciadamente, ninguna. Los vacíos legales y la pasividad de la Justicia, politizada hasta el tuétano e intervenida por los partidos políticos, convierten a los políticos en impunes y a los ciudadanos, que en teoría son los soberanos del sistema, en pobres diablos impotentes e indefensos.
La violación pura del sistema de convivencia denominado "democracia" está ocurriendo en España, ante los estupefactos ojos de millones de españoles, donde el gobierno que preside Rocdríguez Zapatero, víctima de su propia debilidad y de su estrategia de pactos y componendas, es incapaz de cumplir la ley y de obligar a que se cumpla, sumiendo a España en una situación caótica y alejada de la democracia.
Existe incumplimiento permitido en numerosos ámbitos y ocasiones, pero los más escandalosos son con las banderas que deben ondear en las instituciones vascas y catalanas; con los jóvenes que practican el terrorismo callejero (kale borroka), que destruyen bienes públicos y privados ante la pasividad policial; con los que queman imágenes de los reyes de España; con la ruptura de los principios constitucionales de igualdad y solidaridad por el Estatuto de Cataluña; con la persecución de la lengua española en algunos territorios de España; con el irrespeto al democrático principio de la objeción de conciencia; con la escandalosa tolerancia de la corrupción política; con las listas cerradas y bloqueadas, que impiden el derecho ciudadano a elegir libremente a sus representantes; con la convocatoria ilegal de un referendum en el País Vasco y hasta permitiendo que no se emita un partido de fútbol, el Madrid-Betis, considerado de interés general y que debía emitirse en abierto, según las vigentes leyes deportivas.
¿Cómo pueden los ciudadanos restituir la decencia a una democracia que ha sido traicionada por quienes debían defenderla y convertida en una oligocracia donde sólo los partidos políticos y sus élites privilegiadas controlan el poder y el sistema? ¿Qué defensa tiene la sociedad ante un gobierno que no ejerce su deber de cumplir y hacer cumplir la ley?
Desgraciadamente, ninguna. Los vacíos legales y la pasividad de la Justicia, politizada hasta el tuétano e intervenida por los partidos políticos, convierten a los políticos en impunes y a los ciudadanos, que en teoría son los soberanos del sistema, en pobres diablos impotentes e indefensos.