Gran parte de los medios de comunicación españoles informan que el general Feliz Sanz Roldán ha recibido del gobierno de Zapatero la orden de purgar a medio centenar de agentes con alto rango y un número indeterminado de empleados del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) como "represalia" por haber denunciado la corrupción del anterior director del centro, el socialista Alberto Saiz, cuyos abusos y mala gestión han provocado una catástrofe interna en los servicios de inteligencia españoles.
Castigar a los que han cumplido con el deber de denunciar la corrupción y el abuso de poder no es, precisamente, una actitud democrática, ni un comportamiento ético, sino una vulgar venganza del poder cuya intención es reforzar la impunidad de los gobernantes.
Lo que ha ocurrido dentro del CNI debe ser grave, a juzgar por los indicios y datos filtrados. La opinión pública apenas sabe una pequeña parte del drama. Hay una carta que conviene leer para vislumbrar el alcance del desastre.
En una democracia auténtica, los que han acusado a Alberto Saiz y logrado su destitución deberían ser condecorados y premiados, pero en una democracia degenerada y transformada en una oligocracia de partidos, se impone la venganza y la intimidación de los que actáun como ciudadanos responsables.
El general Feliz Sanz Roldán no debería cumplir con esa misión de "purgar" los servicios secretos españoles para evitar en el futuro "filtraciones" y "denuncias" a los medios de prensa. Esas denuncias defensivas de gente aplastada e indignada constituyen muchas veces la única garantía de transparencia y de respeto a los derechos constitucionales en un sector público español opaco y con vocación de impunidad.
El único que merecía ser purgado es aquel que ya ha abandonado la cúspide del CNI, tras haber sido acusado de utilizar el dinero público en su propio provecho y de haber desquiciado el vital servicio de inteligencia con su corrupta y mala gestión. Sin embargo, nos tememos que la lamentable e inmoral "democracia" española premiará al "compañero" Alberto Saiz con un cargo bien remunerado y lo blindará desde el poder para que sus abusos y daños nunca lleguen a ser castigados por los tribunales.
Esta es la España infectada y repugnante que nos está conduciendo hacia el abismo, la que no siente vergüenza alguna cuando exhibe su miseria moral, a la que ni siquiera le tiembla un músculo cuando castiga al demócrata y exalta al chorizo, siempre que éste sea un "compañero".
Castigar a los que han cumplido con el deber de denunciar la corrupción y el abuso de poder no es, precisamente, una actitud democrática, ni un comportamiento ético, sino una vulgar venganza del poder cuya intención es reforzar la impunidad de los gobernantes.
Lo que ha ocurrido dentro del CNI debe ser grave, a juzgar por los indicios y datos filtrados. La opinión pública apenas sabe una pequeña parte del drama. Hay una carta que conviene leer para vislumbrar el alcance del desastre.
En una democracia auténtica, los que han acusado a Alberto Saiz y logrado su destitución deberían ser condecorados y premiados, pero en una democracia degenerada y transformada en una oligocracia de partidos, se impone la venganza y la intimidación de los que actáun como ciudadanos responsables.
El general Feliz Sanz Roldán no debería cumplir con esa misión de "purgar" los servicios secretos españoles para evitar en el futuro "filtraciones" y "denuncias" a los medios de prensa. Esas denuncias defensivas de gente aplastada e indignada constituyen muchas veces la única garantía de transparencia y de respeto a los derechos constitucionales en un sector público español opaco y con vocación de impunidad.
El único que merecía ser purgado es aquel que ya ha abandonado la cúspide del CNI, tras haber sido acusado de utilizar el dinero público en su propio provecho y de haber desquiciado el vital servicio de inteligencia con su corrupta y mala gestión. Sin embargo, nos tememos que la lamentable e inmoral "democracia" española premiará al "compañero" Alberto Saiz con un cargo bien remunerado y lo blindará desde el poder para que sus abusos y daños nunca lleguen a ser castigados por los tribunales.
Esta es la España infectada y repugnante que nos está conduciendo hacia el abismo, la que no siente vergüenza alguna cuando exhibe su miseria moral, a la que ni siquiera le tiembla un músculo cuando castiga al demócrata y exalta al chorizo, siempre que éste sea un "compañero".
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