Pedro Sánchez, a pesar de que sólo ha gobernado nueve meses, ha cumplido con el que era su principal objetivo: dividir a España en dos bandos hostiles y enfrentar a los españoles creando una dicotomía ideológica generadora de una fractura social entre derechistas e izquierdistas, para lo cual ha empleado tácticas inquietantes y democráticamente discutibles, como mentir, utilizar en exceso el decreto ley y sostenerse en el poder a base de humillarse ante los independentistas catalanes, a los que ha beneficiado por encima del resto de las regiones y pueblos de España, violando así el mandato de igualdad que establece la Constitución.
Pero a pesar de los esfuerzos de Sánchez, las dos españas del presente, construida al unísono por el PSOE y el PP, no son ya las viejas dos españas que se enfrentaron en la guerra civil de 1936-39, aunque en la superficie se le parecen. Las dos españas actuales son la España que se apoya en la mentira y la España que extrae fuerzas de la verdad.
El bloque de las izquierdas es el bloque del engaño. Capitaneado por un PSOE dividido y con un líder como Pedro Sánchez, del que recelan los socialistas del pasado, agrupa a fuerzas marxistas que se disfrazan de populismo y socialismo moderado para disimular el oscuro pasado del comunismo, gobiernan desde el engaño y la falsedad, ocultando a la sociedad las grandes realidades del país, como son que la democracia está degradada, que el Estado es demasiado grueso y está tan poblado de políticos que es imposible de financiar, que las autonomías no funcionan, que estamos siendo invadidos por extranjeros sin filtrar, muchos de ellos criminales, que los valores están siendo masacrados y que los impuestos son tan abusivos y confiscatorios que la economía se asfixia y las empresas huyen.
El bloque de las derechas, al que el pequeño pero pujante VOX ha sabido contagiar de osadía y radicalismo veraz, afronta y rechaza las mentiras que han hecho de España un país oscuro y promete que lo revisará y cambiará todo: menos impuestos, mejores servicios, más austeridad, menos poder para las autonomías, lucha contra la corrupción, que ha inundado la política, más protagonismo de los ciudadanos, mas centralismo y medidas duras y radicales contra los corruptos y los nacionalismos que odian a España.
Aunque no es del todo cierto porque falta todavía convicción en ambos bandos, de manera esquemática se enfrentan la España del Estado fuerte (izquierdas) con la España de los ciudadanos libres (derechas); la España de las subvenciones, el intervencionismo y el dinero en manos de los políticos (izquierdas) con la España de las empresas, la iniciativa privada, la sociedad civil y el dinero en manos de los ciudadanos (derechas); la España que aspira a ser como siempre, la que mira al pasado y quiere resucitar la guerra civil para ganarla (izquierdas) con la España que quiere olvidar la guerra y cerrar de una vez el capítulo de los gobiernos hipócritas, mentirosos y minados por el virus socialdemócrata, sobre todo un bipartidismo PSOE-PP que ha conducido al país hasta la degeneración de la democracia, las mentiras oficiales, el engaño permanente y el auge del independentismo mas feroz, el que quiere la ruina y destrucción de la nación (derechas).
En el fondo, las elecciones del 28 de abril enfrentan a dos mundo opuestos, el del PSOE y el de VOX, ambos acompañados por sus respectivos satélites y tropas auxiliares, unos y otros utilizando sus armas, la izquierda mintiendo de nuevo al acusar a VOX de ser la "extrema derecha", cuando sólo es una derecha nueva y renovada que respeta escrupulosamente el sistema y se somete a las reglas de la democracia, y la derecha desenmascarando las mentiras y engaños de una izquierda que es incapaz de admitir que el Estado fuerte fracasa siempre, anula al individuo y que la economía, en manos de ellos, siempre conduce a la ruina y a la pobreza.
La presencia de VOX en la parrilla y la pugna del inquietante Sánchez por imponer sus extraños criterios a un PSOE que se resiste son los dos elementos que van a inyectar pasión en la nueva cita electoral, que promete llenar las urnas de papeletas con pasiones e ilusiones, mas que en ediciones anteriores donde la división y el enfrentamiento eran más tenues.
Francisco Rubiales
Pero a pesar de los esfuerzos de Sánchez, las dos españas del presente, construida al unísono por el PSOE y el PP, no son ya las viejas dos españas que se enfrentaron en la guerra civil de 1936-39, aunque en la superficie se le parecen. Las dos españas actuales son la España que se apoya en la mentira y la España que extrae fuerzas de la verdad.
El bloque de las izquierdas es el bloque del engaño. Capitaneado por un PSOE dividido y con un líder como Pedro Sánchez, del que recelan los socialistas del pasado, agrupa a fuerzas marxistas que se disfrazan de populismo y socialismo moderado para disimular el oscuro pasado del comunismo, gobiernan desde el engaño y la falsedad, ocultando a la sociedad las grandes realidades del país, como son que la democracia está degradada, que el Estado es demasiado grueso y está tan poblado de políticos que es imposible de financiar, que las autonomías no funcionan, que estamos siendo invadidos por extranjeros sin filtrar, muchos de ellos criminales, que los valores están siendo masacrados y que los impuestos son tan abusivos y confiscatorios que la economía se asfixia y las empresas huyen.
El bloque de las derechas, al que el pequeño pero pujante VOX ha sabido contagiar de osadía y radicalismo veraz, afronta y rechaza las mentiras que han hecho de España un país oscuro y promete que lo revisará y cambiará todo: menos impuestos, mejores servicios, más austeridad, menos poder para las autonomías, lucha contra la corrupción, que ha inundado la política, más protagonismo de los ciudadanos, mas centralismo y medidas duras y radicales contra los corruptos y los nacionalismos que odian a España.
Aunque no es del todo cierto porque falta todavía convicción en ambos bandos, de manera esquemática se enfrentan la España del Estado fuerte (izquierdas) con la España de los ciudadanos libres (derechas); la España de las subvenciones, el intervencionismo y el dinero en manos de los políticos (izquierdas) con la España de las empresas, la iniciativa privada, la sociedad civil y el dinero en manos de los ciudadanos (derechas); la España que aspira a ser como siempre, la que mira al pasado y quiere resucitar la guerra civil para ganarla (izquierdas) con la España que quiere olvidar la guerra y cerrar de una vez el capítulo de los gobiernos hipócritas, mentirosos y minados por el virus socialdemócrata, sobre todo un bipartidismo PSOE-PP que ha conducido al país hasta la degeneración de la democracia, las mentiras oficiales, el engaño permanente y el auge del independentismo mas feroz, el que quiere la ruina y destrucción de la nación (derechas).
En el fondo, las elecciones del 28 de abril enfrentan a dos mundo opuestos, el del PSOE y el de VOX, ambos acompañados por sus respectivos satélites y tropas auxiliares, unos y otros utilizando sus armas, la izquierda mintiendo de nuevo al acusar a VOX de ser la "extrema derecha", cuando sólo es una derecha nueva y renovada que respeta escrupulosamente el sistema y se somete a las reglas de la democracia, y la derecha desenmascarando las mentiras y engaños de una izquierda que es incapaz de admitir que el Estado fuerte fracasa siempre, anula al individuo y que la economía, en manos de ellos, siempre conduce a la ruina y a la pobreza.
La presencia de VOX en la parrilla y la pugna del inquietante Sánchez por imponer sus extraños criterios a un PSOE que se resiste son los dos elementos que van a inyectar pasión en la nueva cita electoral, que promete llenar las urnas de papeletas con pasiones e ilusiones, mas que en ediciones anteriores donde la división y el enfrentamiento eran más tenues.
Francisco Rubiales
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