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La historia del nacionalismo andaluz pudo haber sido brillante, esperanzadora y ejemplar, quizás la del único nacionalismo moderado, solidario y cooperador, que no es antiespañol, ni victimista, pero la realidad es otra y la historia del "Andalucismo" y sus distintas siglas de partidos (PSA, PAP, PA...) ha sido la historia de una decadencia lamentable que, incluso en estos momentos, cuando asistimos a su agonía política, continúa ofendiendo la sensibilidad de los andaluces más demócratas y honrados.
La del "Andalucismo" es la historia de un fracaso lamentable. Pudo haber sido el contrapunto solidario y cooperador en la España democrática frente a otros nacionalismos disgregadores, depredadores, excluyentes y hasta violentos, como el vasco y el catalán, pero no ha conseguido otra cosa que escandalizar y frustrar, con su comportamiento errático, pendenciero, oportunista y claudicante, a los mejores elementos y esperanzas de Andalucía.
Pudo haber sido una alternativa digna al PSOE como partido gobernante en Andalucía, pero ha demostrado con su historia y su obsesión por participar del poder a cualquier precio no estar a la altura, ni merecer el liderazgo de su pueblo.
Pudo haber reclutado y acogido en sus filas a los demócratas andaluces, gente que no ha tenido donde militar en la moderna democracia, a esos emprendedores y profesionales cargados de esperanza y ambición que se sentían dispuestos a participar en un movimiento regenerador, a empujar el progreso andaluz para que esta tierra abandonara, de una vez, la cola de España y de Europa, a la que sigue abonada después de un cuarto de siglo de socialismo ineficiente. Pero el nacionalismo andaluz quemó a sus militantes y simpatizantes una vez tras otra y nunca pudo acoger en sus filas a los mejores, incapaces de soportar el personalismo, las rencillas y el espíritu mercenario.
Ahora, cuando las encuestas dicen que el andallucismo podría desaparecer y las distintas familias andalucistas han creado una "Coalición" para sobrevivir, todo parece indicar que ya es demasiado tarde y que los andaluces estan cansados de practicar el boca a boca al agonizante cuerpo del nacionalismo andaluz.
Pero nada ha cambiado y en estos tiempos de agonía nos obligan a asistir a una nueva edición del espectáculo decadente y triste de un partido que nunca supo dar la talla. Analicen estas dos declaraciones recientes del partido y no sucumban a la tristeza. Entre una y otra sólo media un día:
La primera:
"El régimen clientelar del PSOE-A tiene bloqueada a Andalucía porque hace trampas en las reglas del juego y vamos a desmontarlo, como vamos a desmontar sus mentiras y su Andalucía al máximo, porque los que realmente están al máximo son ellos".
La segunda:
"No descartamos un acercamiento al PSOE en caso de que fuera necesario y si la aritmética nos permite ser útiles"
Al aplicar el análisis racional a esos textos, emerge un partido esquizofrénico que, por un lado, condena el "regimen" del PSOE, pero, por otro, aspira a participar de la atractiva y sugerente tarta del poder, entrando en un gobierno de coalición con los socialistas, como ya ocurrió en el pasado, si la aritmética de los votos lo permite.
¿Dónde están las ideas? ¿Dónde los principios? ¿Dónde el andalucismo regenerador y honrado?
La del "Andalucismo" es la historia de un fracaso lamentable. Pudo haber sido el contrapunto solidario y cooperador en la España democrática frente a otros nacionalismos disgregadores, depredadores, excluyentes y hasta violentos, como el vasco y el catalán, pero no ha conseguido otra cosa que escandalizar y frustrar, con su comportamiento errático, pendenciero, oportunista y claudicante, a los mejores elementos y esperanzas de Andalucía.
Pudo haber sido una alternativa digna al PSOE como partido gobernante en Andalucía, pero ha demostrado con su historia y su obsesión por participar del poder a cualquier precio no estar a la altura, ni merecer el liderazgo de su pueblo.
Pudo haber reclutado y acogido en sus filas a los demócratas andaluces, gente que no ha tenido donde militar en la moderna democracia, a esos emprendedores y profesionales cargados de esperanza y ambición que se sentían dispuestos a participar en un movimiento regenerador, a empujar el progreso andaluz para que esta tierra abandonara, de una vez, la cola de España y de Europa, a la que sigue abonada después de un cuarto de siglo de socialismo ineficiente. Pero el nacionalismo andaluz quemó a sus militantes y simpatizantes una vez tras otra y nunca pudo acoger en sus filas a los mejores, incapaces de soportar el personalismo, las rencillas y el espíritu mercenario.
Ahora, cuando las encuestas dicen que el andallucismo podría desaparecer y las distintas familias andalucistas han creado una "Coalición" para sobrevivir, todo parece indicar que ya es demasiado tarde y que los andaluces estan cansados de practicar el boca a boca al agonizante cuerpo del nacionalismo andaluz.
Pero nada ha cambiado y en estos tiempos de agonía nos obligan a asistir a una nueva edición del espectáculo decadente y triste de un partido que nunca supo dar la talla. Analicen estas dos declaraciones recientes del partido y no sucumban a la tristeza. Entre una y otra sólo media un día:
La primera:
"El régimen clientelar del PSOE-A tiene bloqueada a Andalucía porque hace trampas en las reglas del juego y vamos a desmontarlo, como vamos a desmontar sus mentiras y su Andalucía al máximo, porque los que realmente están al máximo son ellos".
La segunda:
"No descartamos un acercamiento al PSOE en caso de que fuera necesario y si la aritmética nos permite ser útiles"
Al aplicar el análisis racional a esos textos, emerge un partido esquizofrénico que, por un lado, condena el "regimen" del PSOE, pero, por otro, aspira a participar de la atractiva y sugerente tarta del poder, entrando en un gobierno de coalición con los socialistas, como ya ocurrió en el pasado, si la aritmética de los votos lo permite.
¿Dónde están las ideas? ¿Dónde los principios? ¿Dónde el andalucismo regenerador y honrado?
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