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La precampaña electoral española es un bodrio de baja estofa intelectual y de muy mala leche. Los dos grandes partidos políticos españoles están demostrando ante la sociedad toda su vulgaridad y su escaso nivel democrático. En lugar de ilusionar y apostar por la regeneración, apelan a los bajos instituntos de la audiencia, incrementando la tensión, elevando el dramatismo, recurriendo a la mentira y descuartizando al adversario con acusaciones a mansalva.
Todos utilizan la dentellada y el cuchillo corto, pero tienen sus especializadades. El PSOE ha abierto de par en par su eficaz "Factoría Goebbels", donde la mentira, la tergiversación y la manipulación se convierten en eficaces armas electorales, mientras que el PP ha puesto a funcionar su eficiente "Máquina de picar carne", un aparato que hace trizas al adversario aprovechando sus errores, desacreditándolo y despertando los sentimientos de venganza en el electorado.
Los dos partidos parecen convencidos de que en España nunca se ganan las elecciones sino que se pierden porque el elector practica la venganza y la caza del político. En consecuencia, el objetivo de uno y otro partido se concentra en generar odio y despertar los peores instintos del electorado. De ese modo convierten la política en una pocilga y el proceso electoral, que debería ser el momento más noble de la democracia, en una sucia pelea callejera entre bandas rivales.
La Factoría Goebbels, una fábrica de medias verdades, manipulaciones y engaños, como los que han salido a flote en las entrevistas de Iñaki Gabilondo a Rajoy y Zapatero, es, según parece, el mejor recurso electoral de los socialistas. Con un dominio mediático abrumador y con miles de periodistas e intelectuales comprados y al servicio del partido, la factoría, alimentada con un combustible compuesto de mentiras, falsas promesas, tensión, silencios y miedos, funciona como una apisonadora implacable y eficiente.
La Máquina de picar carne es el recurso favorito de la derecha española desde que Aznar la engrasó y la puso a punto. La máquina funciona de manera demoniaca y es capaz de desacreditar y demonizar al adversario interpretando parcialmente sus palabras y gestos, magnificando sus defectos y errores y funcionando como una ametralladora que dispara enormes cantidades de acusaciones y mensajes negativos y destructivos sobre el enemigo político, que suele terminar triturado por la terrible "picadora". La derecha no cuenta con tantos periodistas e intelectuales a sueldo como la izquierda, pero es imaginativa y tiene la ventaja de que el ataque a los que están en el poder es más fácil y suele ser mejor recibido por la sociedad, que desde tiempos inmemoriales mira a los poderosos que gobiernan con desconfianza y recelo.
Productos típicos de la factoría Guebbels son la mentirosa negación reiterada de la negociación política del gobierno con ETA, que existió, y el boicot de los medios controlados por el socialismo a partidos regeneradores como UPyD y Ciudadanos. Pero sus entrañas quedaron reflejadas magistralmente en el reciente diálogo "a micrófono cerrado" entre Zapatero e Iñaki Gabilondo:
Iñaki.-¿Qué pinta pinta tenéis?¿Qué sondeos tenéis?
José Luis.-Bien, nada... Bien.
Iñaki.-Bien. Sin problemas, ¿no?
.
José Luis.-Bien, lo que pasa es que nos conviene que haya tensión...
Iñaki.-A mí me parece que os conviene muchísimo...
José Luis.-Yo, para empezar, a partir de este fin de semana, a dramatizar un poco.
Aznar demostró la eficacia de la máquina de picar carne cuando llegó al poder tras impregnar a la sociedad española de la imagen de un socialismo fracasado, corrupto y descontrolado, capaz hasta de practicar el terrorismo de Estado con los GAL. Aquel "Marchese, señor González" que repetía con éxito el joven Aznar era apenas el reflejo de la implacable e impresionante cuchilla trituradora de la derecha española, que no para de girar. Dos ejemplos actuales de "carne picada" son la del actual ministro de Justicia, tras descubrirse su obscena rehabilitación del piso de lujo, y la de la ex ministra Trujillo, cuando habló de pisos de 30 metros cuadrados.
En esta precampaña resulta evidente que nuestra democracia es tan vulgar y está tan degradada que nuestro futuro gobierno dependerá sólo de la eficacia que demuestren las dos monstruosidades al servicio de los grandes partidos: la "Factoría" del engaño o la "Trituradora" que demoniza. Sólo de eso dependen las elecciones. Los ciudadanos somos pura carne esclava apenas adornada con mentes fácilmente manipulables.
Todos utilizan la dentellada y el cuchillo corto, pero tienen sus especializadades. El PSOE ha abierto de par en par su eficaz "Factoría Goebbels", donde la mentira, la tergiversación y la manipulación se convierten en eficaces armas electorales, mientras que el PP ha puesto a funcionar su eficiente "Máquina de picar carne", un aparato que hace trizas al adversario aprovechando sus errores, desacreditándolo y despertando los sentimientos de venganza en el electorado.
Los dos partidos parecen convencidos de que en España nunca se ganan las elecciones sino que se pierden porque el elector practica la venganza y la caza del político. En consecuencia, el objetivo de uno y otro partido se concentra en generar odio y despertar los peores instintos del electorado. De ese modo convierten la política en una pocilga y el proceso electoral, que debería ser el momento más noble de la democracia, en una sucia pelea callejera entre bandas rivales.
La Factoría Goebbels, una fábrica de medias verdades, manipulaciones y engaños, como los que han salido a flote en las entrevistas de Iñaki Gabilondo a Rajoy y Zapatero, es, según parece, el mejor recurso electoral de los socialistas. Con un dominio mediático abrumador y con miles de periodistas e intelectuales comprados y al servicio del partido, la factoría, alimentada con un combustible compuesto de mentiras, falsas promesas, tensión, silencios y miedos, funciona como una apisonadora implacable y eficiente.
La Máquina de picar carne es el recurso favorito de la derecha española desde que Aznar la engrasó y la puso a punto. La máquina funciona de manera demoniaca y es capaz de desacreditar y demonizar al adversario interpretando parcialmente sus palabras y gestos, magnificando sus defectos y errores y funcionando como una ametralladora que dispara enormes cantidades de acusaciones y mensajes negativos y destructivos sobre el enemigo político, que suele terminar triturado por la terrible "picadora". La derecha no cuenta con tantos periodistas e intelectuales a sueldo como la izquierda, pero es imaginativa y tiene la ventaja de que el ataque a los que están en el poder es más fácil y suele ser mejor recibido por la sociedad, que desde tiempos inmemoriales mira a los poderosos que gobiernan con desconfianza y recelo.
Productos típicos de la factoría Guebbels son la mentirosa negación reiterada de la negociación política del gobierno con ETA, que existió, y el boicot de los medios controlados por el socialismo a partidos regeneradores como UPyD y Ciudadanos. Pero sus entrañas quedaron reflejadas magistralmente en el reciente diálogo "a micrófono cerrado" entre Zapatero e Iñaki Gabilondo:
Iñaki.-¿Qué pinta pinta tenéis?¿Qué sondeos tenéis?
José Luis.-Bien, nada... Bien.
Iñaki.-Bien. Sin problemas, ¿no?
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José Luis.-Bien, lo que pasa es que nos conviene que haya tensión...
Iñaki.-A mí me parece que os conviene muchísimo...
José Luis.-Yo, para empezar, a partir de este fin de semana, a dramatizar un poco.
Aznar demostró la eficacia de la máquina de picar carne cuando llegó al poder tras impregnar a la sociedad española de la imagen de un socialismo fracasado, corrupto y descontrolado, capaz hasta de practicar el terrorismo de Estado con los GAL. Aquel "Marchese, señor González" que repetía con éxito el joven Aznar era apenas el reflejo de la implacable e impresionante cuchilla trituradora de la derecha española, que no para de girar. Dos ejemplos actuales de "carne picada" son la del actual ministro de Justicia, tras descubrirse su obscena rehabilitación del piso de lujo, y la de la ex ministra Trujillo, cuando habló de pisos de 30 metros cuadrados.
En esta precampaña resulta evidente que nuestra democracia es tan vulgar y está tan degradada que nuestro futuro gobierno dependerá sólo de la eficacia que demuestren las dos monstruosidades al servicio de los grandes partidos: la "Factoría" del engaño o la "Trituradora" que demoniza. Sólo de eso dependen las elecciones. Los ciudadanos somos pura carne esclava apenas adornada con mentes fácilmente manipulables.
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