Muchos no quieren darse cuenta, pero la Ley de Memoria Histórica y toda la campaña desatada contra el Franquismo tiene como objetivo último deslegitimar la actual monarquía y legitimar el régimen republicano, restaurando aquella República que resultó aniquilada al perder la guerra, en 1939.
La alianza de Pedro Sánchez con los partidos enemigos de España, que también son enemigos de la Corona, ha sido otro paso que ha llenado de recelo a la institución monárquica, odiada de manera especial por el independentismo catalán, después de que el discurso del 3 de octubre, pronunciado por el rey en los momentos cruciales de la rebelión golpista catalana sirviera para frenarla en seco.
La Corona tampoco ha hecho mucho por su propia fortaleza y popularidad. La condena de Iñaki Urdangarín y las filtraciones que los partidos de izquierda han hecho sobre el presunto enriquecimiento, vía comisiones, del rey Juan Carlos han contribuido a debilitarla.
Los Estados Unidos siempre han intervenido desde las sombras, con toda su enorme influencia, en apoyo de la monarquía española, sobre todo en tiempos del rey Juan Carlos, pero últimamente, el interés de Estados unidos por Europa y España ha decrecido y ese apoyo a la monarquía parece más tibio y menos explícito.
Los expertos observan una clara evolución de la izquierda española hacia el republicanismo. El Parlamento de Cataluña ha reprobado a la monarquía y pidió su abolición y una una moción en el Ayuntamiento de Barcelona se sumaba a esta iniciativa, mientras Podemos despliega un lenguaje abiertamente republicano e IU apuesta por presentar mociones sobre la monarquía en todos los ayuntamientos dominados por el comunismo.
En este contexto, ¿podemos decir que está en riesgo la monarquía? En nuestro opinión, no. Es más, el rechazo de los independentistas al monarca se compensa con creces con la adhesión de millones de españoles al joven rey Felipe VI, que ganó muchos enteros cuando el 3 de octubre pronunció su valiente discurso garantizando que Cataluña seguiría formando parte del Estado español.
A pesar de las dudas y deslizamientos recientes, cabe afirmar que mientras el gran trío del poder político español, integrado por PSOE, PP y Ciudadanos, se mantenga fuerte, la Corona puede sentirse segura.
Los sentimientos de la extrema derecha en España sobre la monarquía no están claramente definidos. En principio, VOX no es monárquico porque vincula la monarquía a la falsa democracia vigente, a la corrupción, al modelo autonómico y al desmesurado auge de las nacionalidades históricas, pero también es incapaz de rechazar la monarquía porque sabe que es un bastión que defiende la nación, la unidad y el sentido de patria. VOX, de hecho, se comporta como firme defensor de La Corona.
La verdad es que en España no existe hoy un republicanismo de derechas, como existió en el pasado y donde militaron, entre otros, Ortega y Gasset y Maura. No hay en la derecha española actual intelectuales repubicanos y eso tranquiliza a los monárquicos.
Lo evidente es que el futuro de la monarquía va a depender mucho de dos factores: de lo que ocurra con Cataluña y de su aceptación entre los jóvenes, donde se observa, por el momento, escaso aprecio por la institución monárquica. Pero también resulta evidente que muchos de esos jóvenes que hoy cuestionan la Corona dejan de ser críticos cuando se incorporan a la vida productiva y maduran, según reflejan claramente las encuestas.
Francisco Rubiales
La alianza de Pedro Sánchez con los partidos enemigos de España, que también son enemigos de la Corona, ha sido otro paso que ha llenado de recelo a la institución monárquica, odiada de manera especial por el independentismo catalán, después de que el discurso del 3 de octubre, pronunciado por el rey en los momentos cruciales de la rebelión golpista catalana sirviera para frenarla en seco.
La Corona tampoco ha hecho mucho por su propia fortaleza y popularidad. La condena de Iñaki Urdangarín y las filtraciones que los partidos de izquierda han hecho sobre el presunto enriquecimiento, vía comisiones, del rey Juan Carlos han contribuido a debilitarla.
Los Estados Unidos siempre han intervenido desde las sombras, con toda su enorme influencia, en apoyo de la monarquía española, sobre todo en tiempos del rey Juan Carlos, pero últimamente, el interés de Estados unidos por Europa y España ha decrecido y ese apoyo a la monarquía parece más tibio y menos explícito.
Los expertos observan una clara evolución de la izquierda española hacia el republicanismo. El Parlamento de Cataluña ha reprobado a la monarquía y pidió su abolición y una una moción en el Ayuntamiento de Barcelona se sumaba a esta iniciativa, mientras Podemos despliega un lenguaje abiertamente republicano e IU apuesta por presentar mociones sobre la monarquía en todos los ayuntamientos dominados por el comunismo.
En este contexto, ¿podemos decir que está en riesgo la monarquía? En nuestro opinión, no. Es más, el rechazo de los independentistas al monarca se compensa con creces con la adhesión de millones de españoles al joven rey Felipe VI, que ganó muchos enteros cuando el 3 de octubre pronunció su valiente discurso garantizando que Cataluña seguiría formando parte del Estado español.
A pesar de las dudas y deslizamientos recientes, cabe afirmar que mientras el gran trío del poder político español, integrado por PSOE, PP y Ciudadanos, se mantenga fuerte, la Corona puede sentirse segura.
Los sentimientos de la extrema derecha en España sobre la monarquía no están claramente definidos. En principio, VOX no es monárquico porque vincula la monarquía a la falsa democracia vigente, a la corrupción, al modelo autonómico y al desmesurado auge de las nacionalidades históricas, pero también es incapaz de rechazar la monarquía porque sabe que es un bastión que defiende la nación, la unidad y el sentido de patria. VOX, de hecho, se comporta como firme defensor de La Corona.
La verdad es que en España no existe hoy un republicanismo de derechas, como existió en el pasado y donde militaron, entre otros, Ortega y Gasset y Maura. No hay en la derecha española actual intelectuales repubicanos y eso tranquiliza a los monárquicos.
Lo evidente es que el futuro de la monarquía va a depender mucho de dos factores: de lo que ocurra con Cataluña y de su aceptación entre los jóvenes, donde se observa, por el momento, escaso aprecio por la institución monárquica. Pero también resulta evidente que muchos de esos jóvenes que hoy cuestionan la Corona dejan de ser críticos cuando se incorporan a la vida productiva y maduran, según reflejan claramente las encuestas.
Francisco Rubiales
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