La labor principal de los políticos españoles en las últimas décadas no ha sido fortalecer la sociedad, sino deteriorarla, fomentando el odio, la envidia y convirtiendo a muchos ciudadanos en ratas deshumanizadas. La competencia desleal, el favoritismo del poder, la arbitrariedad, la corrupción y otros muchos vicios han sido contagiados al pueblo desde los palacios y ministerios del poder, logrando que imperen el rechazo a lo que es diferente, el odio a los inmigrantes, la desconfianza entre regiones y pueblos, la rapiña, la mentira, el engaño sistemático, la desinformación y el acoso a los valores.
La propaganda y la mentira han sido los únicos departamentos eficaces de los diferentes gobiernos españoles, logrando que el profundo deterioro sufrido por la política y la sociedad se encubra y resulte poco visible.
Algunos pensadores creen que esa política de degradación sistemática es consecuencia del deterioro moral del ser humano y de la perdida generalizada de valores, pero otros creen que es la consecuencia del mal gobierno y de la transmisión a la sociedad de vicios y maldades que habían germinado en la clase política y en el establishment.
Últimamente, avanza el criterio de que el deterioro responde a un programa sistemático ideado para que la Humanidad alcance niveles tan elevados de conflictividad y degeneración de la convivencia que se haga necesario un gobierno único, que pondría fin a la democracia e instauraría una tiranía universal.
En la actualidad, la libertad lucha contra la tiranía en cada esquina de España, la primera deseada por el pueblo y la tiranía anhelada por gobiernos que han perdido todo el respeto y aprecio a la democracia y a los derechos individuales, como el de Pedro Sánchez, que es campeón en destrozos y degradaciones.
Todos olvidamos que para ser libres primero hay que ser humanos y afianzar valores y principios como el amor, la honradez, la verdad, el esfuerzo y el apoyo mutuo, justo los que el gobierno relega y combate, revelando así que la destrucción de la sociedad no es un accidente sino un programa del poder.
Los partidos políticos son ya los focos más contaminados del país en desvergüenza, corrupción y abuso de poder. Sus decisiones son bastardas porque violan sistemáticamente el primer principio de la política de calidad, anteponiendo siempre sus propios intereses al bien común.
La consecuencia es que los que acceden a la política lo hacen más en busca de poder, dinero y privilegios que de servicio a la comunidad. El objetivo de la política, para ellos, no es hacer feliz al ciudadanos, sino controlarnos, manipularnos y saquearnos, como a un rebaño de corral.
En España el hombre ya es lobo para el hombre y son los políticos los que nos han enseñado el camino de la degeneración y la ruina de los grandes valores. Por eso no existe en toda Europa un pueblo donde los ciudadanos odien más a sus políticos que en España.
La reconstrucción de España es cada día una misión más difícil y compleja porque requiere medidas drásticas y terapias muy difíciles, que incluyen limpieza a fondo, purga de miserables y corruptos, regeneración moral, recuperación de valores, erradicación del odio y defensa a ultranza de la libertad individual y de los grandes valores que nos han arrebatado, toda una misión para superhéroes.
Francisco Rubiales
La propaganda y la mentira han sido los únicos departamentos eficaces de los diferentes gobiernos españoles, logrando que el profundo deterioro sufrido por la política y la sociedad se encubra y resulte poco visible.
Algunos pensadores creen que esa política de degradación sistemática es consecuencia del deterioro moral del ser humano y de la perdida generalizada de valores, pero otros creen que es la consecuencia del mal gobierno y de la transmisión a la sociedad de vicios y maldades que habían germinado en la clase política y en el establishment.
Últimamente, avanza el criterio de que el deterioro responde a un programa sistemático ideado para que la Humanidad alcance niveles tan elevados de conflictividad y degeneración de la convivencia que se haga necesario un gobierno único, que pondría fin a la democracia e instauraría una tiranía universal.
En la actualidad, la libertad lucha contra la tiranía en cada esquina de España, la primera deseada por el pueblo y la tiranía anhelada por gobiernos que han perdido todo el respeto y aprecio a la democracia y a los derechos individuales, como el de Pedro Sánchez, que es campeón en destrozos y degradaciones.
Todos olvidamos que para ser libres primero hay que ser humanos y afianzar valores y principios como el amor, la honradez, la verdad, el esfuerzo y el apoyo mutuo, justo los que el gobierno relega y combate, revelando así que la destrucción de la sociedad no es un accidente sino un programa del poder.
Los partidos políticos son ya los focos más contaminados del país en desvergüenza, corrupción y abuso de poder. Sus decisiones son bastardas porque violan sistemáticamente el primer principio de la política de calidad, anteponiendo siempre sus propios intereses al bien común.
La consecuencia es que los que acceden a la política lo hacen más en busca de poder, dinero y privilegios que de servicio a la comunidad. El objetivo de la política, para ellos, no es hacer feliz al ciudadanos, sino controlarnos, manipularnos y saquearnos, como a un rebaño de corral.
En España el hombre ya es lobo para el hombre y son los políticos los que nos han enseñado el camino de la degeneración y la ruina de los grandes valores. Por eso no existe en toda Europa un pueblo donde los ciudadanos odien más a sus políticos que en España.
La reconstrucción de España es cada día una misión más difícil y compleja porque requiere medidas drásticas y terapias muy difíciles, que incluyen limpieza a fondo, purga de miserables y corruptos, regeneración moral, recuperación de valores, erradicación del odio y defensa a ultranza de la libertad individual y de los grandes valores que nos han arrebatado, toda una misión para superhéroes.
Francisco Rubiales
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