La reedición del Tripartito en su versión "Entesa" es la mas clara demostración de la decadencia y del deterioro de la democracia en Cataluña. Dos perdedores fracasados (Montilla y Carod Rovira) se convierten en los jefes del gobierno catalán, no como resultado de la voluntad popular sino del ansia de poder y de la falta de rigor y de principios a la hora de pactar, toda una "fechoría" política que justifica el cabreo y la rebelión de los ciudadanos demócratas.
Por desgracia, pocos son capaces de entender lo que es la democraica, y los políticos menos. El problema de la democracia es que es una filosofía para adultos y seres dignos y responsables y no un conjunto de reglas para mentes infantiles y pervertidos. Ante la ausencia de una normativa democrática minuciosa, que prohiba las aberraciones y suciedades, los politicos mediocres y sin principios encuentran el espacio libre para aliarse unos con otros, sin otro objetivo que controlar el poder. En esas alianzas, legales pero no lícitas ni democráticas, el ánsia de poder y de privilegios se antepone a las ideas y principios, todo un "espectáculo" denigrante ante el que los ciudadanos demócratas sentimos impulsos de rebelión difíciles de refrenar.
Esas suciedades democráticas son las que abonan el suelo para que nazcan y triunfen, en el mejor de los casos, partidos democráticos y limpios como Ciutadans, y, en el peor de los casos, dictadores mesianicos que son capaces de ganarse fácilmente la voluntad popular, asqueada ante el bochornoso espectáculo de la democracia degenerada y podrida.
Montilla ha perdido cinco diputados y es uno de los políticos menos valorados de España. Su campaña, de encefalograma plano y sin inspiración, ha sido un desastre. Los ciudadanos han decidido castigarle, pero la alquimia de los politicuchos le ha elevado hasta la presidencia de la Generalitat. Carod Rovira es un drama para Cataluña, un tipo sin cintura, tan rígido como antipático, que ha cometido demasiados errores en el anterior tripartito, entre ellos el de haber desatado el boicot a los productos catalanes por su odio a España y por sus actitudes dictatoriales, insolidarias y torpes. Los votantes le han hecho perder dos diputados, pero las maniobras antidemocraticas, poselectorales, que siempre terminan torciendo la voluntad popular, le han convertido en vicepresidente y hombre fuerte de la Cataluña actual.
Si la "Entesa" no es la demostración más patente y descarada de que Cataluña está enferma y de que la democracia española está podrida, que venga Dios y lo vea.
Si la democrática se hubiera plasmado en un código de conducta, algo que los políticos han impedido siempre porque no les conviene que ese código exista, las prácticas catalanas actuales para formar gobierno no habrían sido legales ni posibles.
Un código democrático auténtico, hoy más necesario que nunca ante la baja calaña de nuestro liderazgo, tendría que impedir que los partidos bisagra controlen el poder, que los partidos estén financiados con fondos públicos, que los ciudadanos no puedan ejercer su derecho a elegir porque los partidos imponen sus listas cerradas y bloqueadas, que los poderes básicos del Estado (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) pierdan la independencia y sean dominados por los partidos políticos, que la sociedad civil esté extrangulada por el poder político, que la corrupción campee por la democracia, etc, etc.
Lo único bueno del lodazal catalán es que, como dicen los chinos, al acelerar la podredumbre y el colapso del sistema, acercan también la solución, aunque esta sea traumática.
Por desgracia, pocos son capaces de entender lo que es la democraica, y los políticos menos. El problema de la democracia es que es una filosofía para adultos y seres dignos y responsables y no un conjunto de reglas para mentes infantiles y pervertidos. Ante la ausencia de una normativa democrática minuciosa, que prohiba las aberraciones y suciedades, los politicos mediocres y sin principios encuentran el espacio libre para aliarse unos con otros, sin otro objetivo que controlar el poder. En esas alianzas, legales pero no lícitas ni democráticas, el ánsia de poder y de privilegios se antepone a las ideas y principios, todo un "espectáculo" denigrante ante el que los ciudadanos demócratas sentimos impulsos de rebelión difíciles de refrenar.
Esas suciedades democráticas son las que abonan el suelo para que nazcan y triunfen, en el mejor de los casos, partidos democráticos y limpios como Ciutadans, y, en el peor de los casos, dictadores mesianicos que son capaces de ganarse fácilmente la voluntad popular, asqueada ante el bochornoso espectáculo de la democracia degenerada y podrida.
Montilla ha perdido cinco diputados y es uno de los políticos menos valorados de España. Su campaña, de encefalograma plano y sin inspiración, ha sido un desastre. Los ciudadanos han decidido castigarle, pero la alquimia de los politicuchos le ha elevado hasta la presidencia de la Generalitat. Carod Rovira es un drama para Cataluña, un tipo sin cintura, tan rígido como antipático, que ha cometido demasiados errores en el anterior tripartito, entre ellos el de haber desatado el boicot a los productos catalanes por su odio a España y por sus actitudes dictatoriales, insolidarias y torpes. Los votantes le han hecho perder dos diputados, pero las maniobras antidemocraticas, poselectorales, que siempre terminan torciendo la voluntad popular, le han convertido en vicepresidente y hombre fuerte de la Cataluña actual.
Si la "Entesa" no es la demostración más patente y descarada de que Cataluña está enferma y de que la democracia española está podrida, que venga Dios y lo vea.
Si la democrática se hubiera plasmado en un código de conducta, algo que los políticos han impedido siempre porque no les conviene que ese código exista, las prácticas catalanas actuales para formar gobierno no habrían sido legales ni posibles.
Un código democrático auténtico, hoy más necesario que nunca ante la baja calaña de nuestro liderazgo, tendría que impedir que los partidos bisagra controlen el poder, que los partidos estén financiados con fondos públicos, que los ciudadanos no puedan ejercer su derecho a elegir porque los partidos imponen sus listas cerradas y bloqueadas, que los poderes básicos del Estado (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) pierdan la independencia y sean dominados por los partidos políticos, que la sociedad civil esté extrangulada por el poder político, que la corrupción campee por la democracia, etc, etc.
Lo único bueno del lodazal catalán es que, como dicen los chinos, al acelerar la podredumbre y el colapso del sistema, acercan también la solución, aunque esta sea traumática.
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