Antes y después de aquella inmensa fechoría, los socialista españoles han cometido muchas otras y han demostrado que cada vez que España está en peligro, ellos se alinean con el agresor o agrandan el problema. Es lo que ha ocurrido y ocurre con Cataluña, donde el PSOE, codo con codo con el PP, han sido los grandes culpables de que Cataluña se haya convertido en una bomba y que ese artefacto nos esté estallando en pleno rostro.
Que la Ley de Memoria Histórica es una imposición ideológica es algo que nadie puede dudar. Es dictar la realidad de la historia a base de decreto, como ya se hizo en los totalitarismos comunistas que tanto gustan a nuestra izquierda. Pero en la visión sesgada con la que se está aplicando se comete el importante agravio de mantener las calles, monumentos, menciones y todo tipo de reconocimientos a quienes sí fueron criminales. Es más, sus crímenes fueron cometidos para extender el comunismo, la ideología política en cuyo nombre se han cometido los mayores crímenes conocidos en la historia de la humanidad.
La memoria histórica, en España, es parcial y selectiva porque sólo recuerda abusos y acontacimientos del Franquismo, mientras oculta y silencia crímenes y brutalidades de la izquierda. Acogidos a esa parcialidad, los actuales políticos de izquierda, a veces con la complicidad de una derecha española, representadda por el PP, acomplejada e infectada de socialdemocracia, se niegan también a conmemorar hechos y gestas memorables protagonizadas por la derecha o simplemente por españoles son color político. Recientemente, han acudido como forzados a la conmemoración del asesinato por ETA de Miguel Ángel Blanco y ni siquiera han movido un dedo para celebrar el 16 de julio el 805 aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa, probablemente la más importante de nuestra Historia, en la que los españoles derrotaron al Islam y frenaron un avance que pretendía colocar la media luna en Roma.
Pero nosotros, los españoles decentes demócratas, fieles a la Historia real y sin color político, porque nos repugna el comportamiento sectario, egoísta y antidemocrático de los partidos, ya sean de derechas o de izquierdas, si recordamos y conmemoramos los grades acontecimientos de nuestro pasado.
Por eso, el próximo día14 de septiembre vamos a conmemorar uno de los hechos más repugnantes de la historia de España, una "gesta" tan sucia y delictiva que su recuerdo aterroriza y paraliza al PSOE y a toda la izquierda española, temerosa de que los ciudadanos tomen conciencia de la magnitud de aquel crimen.
Ese día se cumplen 81 años del mayor atraco de la historia de la humanidad. Sucedió en Madrid y, tras ser cuidadosamente ocultado y silenciado, es desconocido por la mayor parte de los españoles. Imagínense la de estudios, novelas históricas, películas, obras de teatro, óperas, cuadros y esculturas se podrían haberse realizado con semejante suceso. Sin embargo, sólo existe silencio porque los que perpetraron aquel crimen tienen hoy mucho poder, en España y en el mundo.
En la madrugada del 14 de septiembre de 1936 un grupo de cerrajeros, sindicalistas y pistoleros de la guardia personal del líder del PSOE Indalecio Prieto, que menos de dos meses antes habían asesinado al político Calvo Sotelo, asaltaron el Banco de España, eviados por el ministro de Hacienda Juan Negrín, también del PSOE. El gobierno lo presidía Francisco Largo Caballero, otro socialista. la pandilla se apoderó de las que eran las cuartas reservas de oro del planeta. El cajero mayor se suicidó de un disparo en su despacho, abrumado por tamaña iniquidad.
El presidente Azaña no fue informado y tampoco las Cortes, lo que despeja cualquier duda: no fue, en absoluto, una operación oficial de gobierno, sino más bien un atraco, el mayor de todos los tiempos.
El 25 de octubre, los buques soviéticos Kine, Kursk, Neva y Volgoles zarparon de Cartagena con todo ese oro, cientos y cientos de toneladas, rumbo a Odesa, donde Stalin se lo apropió.
Como los que controlan la Memoria Histórica callan y se dedican a derribar estatuas de Franco y a eliminar escudos y símbolos de los que ganaron la guerra civil, es bueno que alguien recuerde y coloque ante la memoria real de España aquel obsceno y alevoso crimen, que sigue siendo considerado como el mayor atraco de la Historia humana.
Francisco Rubiales
Que la Ley de Memoria Histórica es una imposición ideológica es algo que nadie puede dudar. Es dictar la realidad de la historia a base de decreto, como ya se hizo en los totalitarismos comunistas que tanto gustan a nuestra izquierda. Pero en la visión sesgada con la que se está aplicando se comete el importante agravio de mantener las calles, monumentos, menciones y todo tipo de reconocimientos a quienes sí fueron criminales. Es más, sus crímenes fueron cometidos para extender el comunismo, la ideología política en cuyo nombre se han cometido los mayores crímenes conocidos en la historia de la humanidad.
La memoria histórica, en España, es parcial y selectiva porque sólo recuerda abusos y acontacimientos del Franquismo, mientras oculta y silencia crímenes y brutalidades de la izquierda. Acogidos a esa parcialidad, los actuales políticos de izquierda, a veces con la complicidad de una derecha española, representadda por el PP, acomplejada e infectada de socialdemocracia, se niegan también a conmemorar hechos y gestas memorables protagonizadas por la derecha o simplemente por españoles son color político. Recientemente, han acudido como forzados a la conmemoración del asesinato por ETA de Miguel Ángel Blanco y ni siquiera han movido un dedo para celebrar el 16 de julio el 805 aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa, probablemente la más importante de nuestra Historia, en la que los españoles derrotaron al Islam y frenaron un avance que pretendía colocar la media luna en Roma.
Pero nosotros, los españoles decentes demócratas, fieles a la Historia real y sin color político, porque nos repugna el comportamiento sectario, egoísta y antidemocrático de los partidos, ya sean de derechas o de izquierdas, si recordamos y conmemoramos los grades acontecimientos de nuestro pasado.
Por eso, el próximo día14 de septiembre vamos a conmemorar uno de los hechos más repugnantes de la historia de España, una "gesta" tan sucia y delictiva que su recuerdo aterroriza y paraliza al PSOE y a toda la izquierda española, temerosa de que los ciudadanos tomen conciencia de la magnitud de aquel crimen.
Ese día se cumplen 81 años del mayor atraco de la historia de la humanidad. Sucedió en Madrid y, tras ser cuidadosamente ocultado y silenciado, es desconocido por la mayor parte de los españoles. Imagínense la de estudios, novelas históricas, películas, obras de teatro, óperas, cuadros y esculturas se podrían haberse realizado con semejante suceso. Sin embargo, sólo existe silencio porque los que perpetraron aquel crimen tienen hoy mucho poder, en España y en el mundo.
En la madrugada del 14 de septiembre de 1936 un grupo de cerrajeros, sindicalistas y pistoleros de la guardia personal del líder del PSOE Indalecio Prieto, que menos de dos meses antes habían asesinado al político Calvo Sotelo, asaltaron el Banco de España, eviados por el ministro de Hacienda Juan Negrín, también del PSOE. El gobierno lo presidía Francisco Largo Caballero, otro socialista. la pandilla se apoderó de las que eran las cuartas reservas de oro del planeta. El cajero mayor se suicidó de un disparo en su despacho, abrumado por tamaña iniquidad.
El presidente Azaña no fue informado y tampoco las Cortes, lo que despeja cualquier duda: no fue, en absoluto, una operación oficial de gobierno, sino más bien un atraco, el mayor de todos los tiempos.
El 25 de octubre, los buques soviéticos Kine, Kursk, Neva y Volgoles zarparon de Cartagena con todo ese oro, cientos y cientos de toneladas, rumbo a Odesa, donde Stalin se lo apropió.
Como los que controlan la Memoria Histórica callan y se dedican a derribar estatuas de Franco y a eliminar escudos y símbolos de los que ganaron la guerra civil, es bueno que alguien recuerde y coloque ante la memoria real de España aquel obsceno y alevoso crimen, que sigue siendo considerado como el mayor atraco de la Historia humana.
Francisco Rubiales
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