En su discurso de Navidad, el rey Juan Carlos, al llamar a los partidos para que practiquen el consenso y al referirse al terrorismo, a la convivencia y a la unidad nacional, como temas en crisis, no hizo sino ratificar que la política española está fracasando.
Mientras el rey hablaba, ETA ponía una bomba, lo que evidencia el fracaso de la política antiterrorista, primera meta del gobierno Zapatero durante la actual legislatura. La petición de consenso y colaboración entre los partidos pone en evidencia otro fracaso, el de una política que el gobierno Zapataro a practicado, consistente en aislar al PP y cerrarle todas las puertas de acceso al poder. Finalmente, la mención a la unidad nacional y a la convivencia pone de manifiesto que ambas políticas se encuentran en crisis en un país dominado por la crispación en el que al menos dos comunidades autónomas, la catalana y la vasca, empujan hacia la disgregación y la independencia.
A pesar del fracaso de la política oficial y de la clara situación de crisis que atraviesa el país, el monarca se permitió el lujo de hablar de manera eliptica y en clave, dirigiuendo su discurso a los políticos, más que al pueblo. El mensaje del rey no es inteligible por la ciudadanía porque las palabras del monarca no fueron claras y los ciudadanos carecen de claves para entender el lenguaje críptico y doble empleado.
¿Por qué no habló de una sociedad española peligrosamente dividida en dos bandos? ¿por qué no reconoció más abiertamente la crisis de la unidad nacional, con dos comunidades pidiendo la segregación? ¿consenso para qué política? ¿Unidad para qué? ¿Qué reformas hay que hacer?
Mientras el rey hablaba, ETA ponía una bomba, lo que evidencia el fracaso de la política antiterrorista, primera meta del gobierno Zapatero durante la actual legislatura. La petición de consenso y colaboración entre los partidos pone en evidencia otro fracaso, el de una política que el gobierno Zapataro a practicado, consistente en aislar al PP y cerrarle todas las puertas de acceso al poder. Finalmente, la mención a la unidad nacional y a la convivencia pone de manifiesto que ambas políticas se encuentran en crisis en un país dominado por la crispación en el que al menos dos comunidades autónomas, la catalana y la vasca, empujan hacia la disgregación y la independencia.
A pesar del fracaso de la política oficial y de la clara situación de crisis que atraviesa el país, el monarca se permitió el lujo de hablar de manera eliptica y en clave, dirigiuendo su discurso a los políticos, más que al pueblo. El mensaje del rey no es inteligible por la ciudadanía porque las palabras del monarca no fueron claras y los ciudadanos carecen de claves para entender el lenguaje críptico y doble empleado.
¿Por qué no habló de una sociedad española peligrosamente dividida en dos bandos? ¿por qué no reconoció más abiertamente la crisis de la unidad nacional, con dos comunidades pidiendo la segregación? ¿consenso para qué política? ¿Unidad para qué? ¿Qué reformas hay que hacer?
Comentarios: