El viejo comunismo renace hoy con nuevos disfraces: progreso, feminismo, pacifismo, ideología de género...
"No te preocupes, ni te metas en política, apoyanos a nosotros y el Estado se ocupará de ti". Es el mensaje del neocomunismo, una ideología de poder que no pretende crear prosperidad ni libertades y derechos, sino únicamente un Estado invencible que se ocupe de las necesidades básicas de los individuos, todos pobres, pero alimentados y adoctrinados debidamente. Han elegido a la sociedad actual de Cuba como modelo mundial. Los cubanos viven en la miseria, deseosos de libertad y frustrados, mientras el país se cae a pedazos, pero los ciudadanos comen para subsistir, van a la escuela y sobreviven bajo la bota del Estado, sin apenas derechos y libertades. Ese es el mundo que los neocomunistas, con el apoyo de los líderes ocultos del nuevo orden mundial, quieren imponer en todo el mundo. Es el "lado oscuro", sin la menor duda.
El Estado se convierte en Dios y los políticos son sus representantes en la Tierra. Es una estructura de poder copiada de la Iglesia Católica medieval, donde los poderosos lo son "por la gracia de Dios", en la que al pueblo no le queda otra opción que obedecer y someterse.
Esa es la ideología oculta que profesan el nuevo PSOE de Pedro Sánchez, los secuaces de Pablo Iglesias, además de los cubanos, venezolanos, nicaragüenses, chinos y muy pronto también los rusos y los que caigan en las fauces del nuevo comunismo depredador y paternalista.
Aunque parezca increíble, el poder mundial oculto les apoya y les ha dado la orden de cotraatacar para cambiar la política mundial y hacer posible en un futuro no muy lejano el gran sueño de los poderosos, que consiste en eliminar la democracia, las libertades y derechos individuales y construir en el planeta un gobierno único, capaz de imponer la disciplina de manera implacable, sin prensa libre, sin libertades amplias y derechos individuales, sin crítica y sin riesgos para las élites dominantes.
Por eso odian y hasta impulsan el asesinato de los cristianos, a los que consideran enemigos especiales porque al considerarse hijos de Dios son demasiado libres y rebeldes. También odian a cualquiera que sea religioso y que anteponga el poder de Dios al poder del Estado. Saben que para que el Estado llegue a ser Dios tienen que asesinar antes a Yavhé, a Jesucristo, a Alá y a cualquier otro ser que se atreva a afirmar que está por encima de los que aquí en la Tierra mandan y controlan.
Es la tiranía en estado puro, imponente, inamovible, sin paliativos ni grietas, con una dureza y crueldad inaudita, temible y depredadora.
Aseguran que fue Fidel Castro, al frente de un equipo de estrategas, quien diseñó el nuevo asalto comunista al poder, ideado para que triunfara en el mundo desarrollado, sin revolución ni violencia, corrigiendo los errores que hicieron fracasar a la versión soviética.
Conocí a Fidel Castro en La Habana, cuando fui corresponsal de la agencia española EFE durante dos años. Converse muchas veces con él y siempre le vi ideando estrategias para transformar el mundo y empleando la lógica y la inteligencia para explicar el presente y el devenir. Un día me explico por qué Cuba ganaría la guerra de Angola, y acertó. En otra ocasión me dijo que tras la muerte de Franco España sería un país comunista, pero en ese se equivocó, al menos en una primera etapa de la Historia. Muchas veces me habló de las bondades del socialismo cubano, pero dejó de hacerlo cuando se convenció de que yo no podía creer en esa patraña sin libertad ni dignidad para el hombre.
Cuando renunció al poder directo, que dejó en manos de su hermano Raul, todavía más internacionalista que Fidel y convencido de que la revolución podía y debía extenderse a todo el mundo, Fidel dedicó todo su esfuerzo a investigar como debía ser el socialismo del siglo XXI y cuales las estrategias y tácticas para que conquistara el poder mundial. Se rodeó de equipos de pensadores y comenzaron a pergeñar el nuevo orden.
Cuando logró fascinar al ingenuo coronel venezolano Hugo Chaves, que quedó impresionado ante la brillante claridad de ideas del comunismo cubano, Fidel supo que sus teorías conquistadoras podían convertirse en realidad si contaba con el dinero casi infinito de Venezuela, el país con mayores reservas de petroleo del mundo y riquísimo en otros minerales y piedras preciosas.
Ahora, ese neocomunismo avanza por todas partes, escondido bajo múltiples disfraces que preparan el nuevo poder demoliendo la democracia y los viejos valores: feminismo, ideología de género, marxismo cultural, control mediático, adoctrinamiento de los jóvenes, soberanismo, etc.
El monstruo empezó a avanzar como una apisonadora el día que Fidel le dijo al coronel Chaves, que en el fondo era un militar ingenuo amante de la autoridad, que "una vez conquistado el poder, jamás debía abandonarse, aunque para conservarlo hubiera que hacer cosas terribles". Y agregó su sentencia favorita: "perder el poder cuando ya se ha conquistado es de huevones".
Esta historia parece un cuento de terror, pero es la pura realidad, una realidad que está penetrando ya en España, donde ya ha conquistado el poder, aunque la sociedad esté todavía impregnada, afortunadamente, de ansia de libertad y de amor por sus derechos y por su independencia.
Francisco Rubiales
Puede ampliar los detalles del nuevo totalitarismo comunista pulsando AQUÍ
El Estado se convierte en Dios y los políticos son sus representantes en la Tierra. Es una estructura de poder copiada de la Iglesia Católica medieval, donde los poderosos lo son "por la gracia de Dios", en la que al pueblo no le queda otra opción que obedecer y someterse.
Esa es la ideología oculta que profesan el nuevo PSOE de Pedro Sánchez, los secuaces de Pablo Iglesias, además de los cubanos, venezolanos, nicaragüenses, chinos y muy pronto también los rusos y los que caigan en las fauces del nuevo comunismo depredador y paternalista.
Aunque parezca increíble, el poder mundial oculto les apoya y les ha dado la orden de cotraatacar para cambiar la política mundial y hacer posible en un futuro no muy lejano el gran sueño de los poderosos, que consiste en eliminar la democracia, las libertades y derechos individuales y construir en el planeta un gobierno único, capaz de imponer la disciplina de manera implacable, sin prensa libre, sin libertades amplias y derechos individuales, sin crítica y sin riesgos para las élites dominantes.
Por eso odian y hasta impulsan el asesinato de los cristianos, a los que consideran enemigos especiales porque al considerarse hijos de Dios son demasiado libres y rebeldes. También odian a cualquiera que sea religioso y que anteponga el poder de Dios al poder del Estado. Saben que para que el Estado llegue a ser Dios tienen que asesinar antes a Yavhé, a Jesucristo, a Alá y a cualquier otro ser que se atreva a afirmar que está por encima de los que aquí en la Tierra mandan y controlan.
Es la tiranía en estado puro, imponente, inamovible, sin paliativos ni grietas, con una dureza y crueldad inaudita, temible y depredadora.
Aseguran que fue Fidel Castro, al frente de un equipo de estrategas, quien diseñó el nuevo asalto comunista al poder, ideado para que triunfara en el mundo desarrollado, sin revolución ni violencia, corrigiendo los errores que hicieron fracasar a la versión soviética.
Conocí a Fidel Castro en La Habana, cuando fui corresponsal de la agencia española EFE durante dos años. Converse muchas veces con él y siempre le vi ideando estrategias para transformar el mundo y empleando la lógica y la inteligencia para explicar el presente y el devenir. Un día me explico por qué Cuba ganaría la guerra de Angola, y acertó. En otra ocasión me dijo que tras la muerte de Franco España sería un país comunista, pero en ese se equivocó, al menos en una primera etapa de la Historia. Muchas veces me habló de las bondades del socialismo cubano, pero dejó de hacerlo cuando se convenció de que yo no podía creer en esa patraña sin libertad ni dignidad para el hombre.
Cuando renunció al poder directo, que dejó en manos de su hermano Raul, todavía más internacionalista que Fidel y convencido de que la revolución podía y debía extenderse a todo el mundo, Fidel dedicó todo su esfuerzo a investigar como debía ser el socialismo del siglo XXI y cuales las estrategias y tácticas para que conquistara el poder mundial. Se rodeó de equipos de pensadores y comenzaron a pergeñar el nuevo orden.
Cuando logró fascinar al ingenuo coronel venezolano Hugo Chaves, que quedó impresionado ante la brillante claridad de ideas del comunismo cubano, Fidel supo que sus teorías conquistadoras podían convertirse en realidad si contaba con el dinero casi infinito de Venezuela, el país con mayores reservas de petroleo del mundo y riquísimo en otros minerales y piedras preciosas.
Ahora, ese neocomunismo avanza por todas partes, escondido bajo múltiples disfraces que preparan el nuevo poder demoliendo la democracia y los viejos valores: feminismo, ideología de género, marxismo cultural, control mediático, adoctrinamiento de los jóvenes, soberanismo, etc.
El monstruo empezó a avanzar como una apisonadora el día que Fidel le dijo al coronel Chaves, que en el fondo era un militar ingenuo amante de la autoridad, que "una vez conquistado el poder, jamás debía abandonarse, aunque para conservarlo hubiera que hacer cosas terribles". Y agregó su sentencia favorita: "perder el poder cuando ya se ha conquistado es de huevones".
Esta historia parece un cuento de terror, pero es la pura realidad, una realidad que está penetrando ya en España, donde ya ha conquistado el poder, aunque la sociedad esté todavía impregnada, afortunadamente, de ansia de libertad y de amor por sus derechos y por su independencia.
Francisco Rubiales
Puede ampliar los detalles del nuevo totalitarismo comunista pulsando AQUÍ
Comentarios: