Julio Simón, un ex policía argentino que se creyó la historia del “combate contra el enemigo interno” y se dedicó, durante la última, funesta y criminal dictadura militar que asoló Argentina, a torturar, asesinar a mansalva y a secuestrar a niños de “desaparecidos” –para evitar que se convirtiesen en “futuros guerrilleros”-, acaba de ser condenado por la justicia de aquel país a 25 años de prisión por un paradigmático caso de “terrorismo de Estado”.
Más conocido por “El Turco Julián”, Simón, de 65 años, es el primer represor condenado por un tribunal argentino tras la anulación de las “leyes del perdón” para los represores de la última dictadura militar, la de Videla “y sus muchachos, militares y civiles”. Hay otro proceso en curso contra otro “héroe” de la represión, el ex comisario Miguel Etchecolatz. Ambos se encuentran en los primeros lugares del “meritorio ranking de los argentinos más deleznables (traducido: hijoputas en grado esencial) de su Historia”.
El Tribunal que ha juzgado a Simón lo ha condenado por la desaparición, en 1978 y en localidad bonaerense de Guernica, de un matrimonio compuesto por un ciudadano chileno, José Poblete –tornero y miembro del Frente de Lisiados Peronistas-, y una argentina –Gertrudis Hlaczik, estudiante de psicología de 22 años-, además de la sustracción de la hija de ambos, Claudia Victoria, entonces de ocho meses de edad (fue entregada a un teniente coronel, el cual fue juzgado y condenado hace unos años por este motivo).
Cuando el juez (ahora camarista) Gabriel Cavallo -según recuerda el periódico argentino “Página 12”- lo procesó aseguró que “(Simón) decidía sobre la vida, muerte, los tormentos y las demás vejaciones a las que eran sometidos los detenidos, sin necesidad de esperar órdenes concretas de sus superiores”. Conocieron sus “andanzas” los detenidos-desaparecidos en los centros clandestinos de detención conocidos como “Club Atlético”, “El Banco” y “Olimpo” (en España se estrenó hace unos años una estremecedora película, “Garaje Olimpo”, que narró con “pelos y señales” lo que allí dentro sucedió entonces).
En un vídeo aportado por la acusación, “El Turco Julián” llegó a reconocer que “durante la dictadura el criterio general era matar a todo el mundo”. Durante el juicio se llegó a saber, a través de uno de los familiares directos de José Poblete, que Simón “hacía tirar reiteradamente por las escaleras del centro clandestino de detención “El Olimpo” a Poblete, a quién le faltaban las piernas”.
Para familiares de las víctimas y organismos de derechos humanos, como las Abuelas de la Plaza de Mayo, que denunció al ex policía, esta sentencia “supone un día histórico porque abre el camino para que otros casos lleguen a juicio”. A su vez, portavoces del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) de Argentina han manifestado que esta condena “contribuye a restablecer el valor de la vida, a reconstruir la verdad histórica, teniendo en cuenta que la regla entre los militares y miembros de las fuerzas de seguridad responsables de ejecutar el plan sistemático de apropiación de menores, secuestro, torturas y demás crímenes aberrantes –salvo contadas excepciones- ha sido y sigue siendo 30 años después, el silencio”.
Pero no todo acaba aquí para “El Turco Julián”. Un nuevo juicio por la privación ilegal de la libertad de 145 personas y por torturas a casi medio centenar de ellas durante la última dictadura militar, le espera.
Si tienen paciencia todos aquellos que, bien o torticeramente intencionados, siguen afirmando que “todo esto es una campaña contra los militares y etc.. etc.. etc..”, podrán comprobar como esta “campaña” de persecución de criminales y asesinos, sin más, está perfectamente sustentada en la defensa de la Ley, los derechos humanos, el combate esencial contra la impunidad y las normas básicas de convivencia, según lo establece la propia Constitución Argentina.
eduardo caldarola de bello
Más conocido por “El Turco Julián”, Simón, de 65 años, es el primer represor condenado por un tribunal argentino tras la anulación de las “leyes del perdón” para los represores de la última dictadura militar, la de Videla “y sus muchachos, militares y civiles”. Hay otro proceso en curso contra otro “héroe” de la represión, el ex comisario Miguel Etchecolatz. Ambos se encuentran en los primeros lugares del “meritorio ranking de los argentinos más deleznables (traducido: hijoputas en grado esencial) de su Historia”.
El Tribunal que ha juzgado a Simón lo ha condenado por la desaparición, en 1978 y en localidad bonaerense de Guernica, de un matrimonio compuesto por un ciudadano chileno, José Poblete –tornero y miembro del Frente de Lisiados Peronistas-, y una argentina –Gertrudis Hlaczik, estudiante de psicología de 22 años-, además de la sustracción de la hija de ambos, Claudia Victoria, entonces de ocho meses de edad (fue entregada a un teniente coronel, el cual fue juzgado y condenado hace unos años por este motivo).
Cuando el juez (ahora camarista) Gabriel Cavallo -según recuerda el periódico argentino “Página 12”- lo procesó aseguró que “(Simón) decidía sobre la vida, muerte, los tormentos y las demás vejaciones a las que eran sometidos los detenidos, sin necesidad de esperar órdenes concretas de sus superiores”. Conocieron sus “andanzas” los detenidos-desaparecidos en los centros clandestinos de detención conocidos como “Club Atlético”, “El Banco” y “Olimpo” (en España se estrenó hace unos años una estremecedora película, “Garaje Olimpo”, que narró con “pelos y señales” lo que allí dentro sucedió entonces).
En un vídeo aportado por la acusación, “El Turco Julián” llegó a reconocer que “durante la dictadura el criterio general era matar a todo el mundo”. Durante el juicio se llegó a saber, a través de uno de los familiares directos de José Poblete, que Simón “hacía tirar reiteradamente por las escaleras del centro clandestino de detención “El Olimpo” a Poblete, a quién le faltaban las piernas”.
Para familiares de las víctimas y organismos de derechos humanos, como las Abuelas de la Plaza de Mayo, que denunció al ex policía, esta sentencia “supone un día histórico porque abre el camino para que otros casos lleguen a juicio”. A su vez, portavoces del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) de Argentina han manifestado que esta condena “contribuye a restablecer el valor de la vida, a reconstruir la verdad histórica, teniendo en cuenta que la regla entre los militares y miembros de las fuerzas de seguridad responsables de ejecutar el plan sistemático de apropiación de menores, secuestro, torturas y demás crímenes aberrantes –salvo contadas excepciones- ha sido y sigue siendo 30 años después, el silencio”.
Pero no todo acaba aquí para “El Turco Julián”. Un nuevo juicio por la privación ilegal de la libertad de 145 personas y por torturas a casi medio centenar de ellas durante la última dictadura militar, le espera.
Si tienen paciencia todos aquellos que, bien o torticeramente intencionados, siguen afirmando que “todo esto es una campaña contra los militares y etc.. etc.. etc..”, podrán comprobar como esta “campaña” de persecución de criminales y asesinos, sin más, está perfectamente sustentada en la defensa de la Ley, los derechos humanos, el combate esencial contra la impunidad y las normas básicas de convivencia, según lo establece la propia Constitución Argentina.
eduardo caldarola de bello
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