El PP parece despertar de su incomprensible letargo y comienza a acertar apostando por una regeneración de la democracia en Andalucía, necesaria para que la región gane cuotas de libertad, fortalezca su sociedad civil, se libere del agobiante peso del gobierno, abandone el furgón de cola de España y comience a despegar.
Javier Arenas, líder de los populares en Andalucía, ha prometido que, si gana las elecciones y es presidente, aprobará una reforma legal que impida a un presidente de la Junta gobernar más de ocho años. El actual presidente, el socialista Manuel Chaves, lleva casi veinte años en el poder y, si gana las próximas elecciones, como parece probable, superará la edad de jubilización en el cargo.
Las promesas de regeneración del PP incluyen también que las elecciones andaluzas se celebren separadas de las nacionales y que los hermanos y parientes próximos del presidente del gobierno no puedan ser directores generales de la Junta, cargo que ocupa un hermano del actual presidente, Manuel Cháves.
Con estas promesas, Arenas inicia una ruta hacia la regeneración que muchos demócratas andaluces le reclamaban, ante las que el Partido Popular había permanecido insensible. Ese camino hacia la regeneración es, según muchos expertos, algo esperado por el electorado andaluz más culto y conciente, cansado de sufrir en Andalucía una democracia de pésima calidad, sin alternancia, sin renovación en las filas del partido socialista gobernante, con inflación de subvenciones, con dominio gubernamental casi pleno de los medios de comunicación y en la que el peso de lo público es agobiante.
Javier Arenas, líder de los populares en Andalucía, ha prometido que, si gana las elecciones y es presidente, aprobará una reforma legal que impida a un presidente de la Junta gobernar más de ocho años. El actual presidente, el socialista Manuel Chaves, lleva casi veinte años en el poder y, si gana las próximas elecciones, como parece probable, superará la edad de jubilización en el cargo.
Las promesas de regeneración del PP incluyen también que las elecciones andaluzas se celebren separadas de las nacionales y que los hermanos y parientes próximos del presidente del gobierno no puedan ser directores generales de la Junta, cargo que ocupa un hermano del actual presidente, Manuel Cháves.
Con estas promesas, Arenas inicia una ruta hacia la regeneración que muchos demócratas andaluces le reclamaban, ante las que el Partido Popular había permanecido insensible. Ese camino hacia la regeneración es, según muchos expertos, algo esperado por el electorado andaluz más culto y conciente, cansado de sufrir en Andalucía una democracia de pésima calidad, sin alternancia, sin renovación en las filas del partido socialista gobernante, con inflación de subvenciones, con dominio gubernamental casi pleno de los medios de comunicación y en la que el peso de lo público es agobiante.
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