Mientras que algunos incautos (o cobardes) se entretienen en propagar la cándida "Alianza de Civilizaciones", el Islam y Bin Laden están ganando la verdadera "Guerra de Civilizaciones" que se está librando entre el mundo islámico y una parte de Occidente.
Los datos son tozudos y demuestran claramente que el Islam es quien está ganando la guerra. The Washington Post acaba de recordar que, mientras Bush y Blair, los paladines de Occidente en esta guerra, atraviesan los peores momentos de popularidad y ambos están a punto de ababdonar el poder, el odio a Occidente no deja de crecer en todo el mundo musulmán, mientras que Bin Laden, casi un desconocido hace una década, cuenta hoy con el apoyo pleno del 60 por ciento de los jordanos, el 51% de los paquistaníes, el 35% de los indonesios y no menos del 20% de los egipciós, palestinos, saudies y habitantes de otros muchos países musulmanes.
Lamentándose ante Der Spiegel, Zbigniew Brzezinski, el que fuera brazo derecho del presidente Jimmy Carter, ha declarado "desgraciadamente, nuestras tácticas tienen hoy tendencia a unir a nuestros enemigos y granjearnos las antipatías de nuestros amigos".
El español José María Aznar, uno de los aliados más incondicionales de Bush en la "cruzada" defensiva de la civilización occidental, está alejado del poder, tras haber perdido su partido, de manera inesperada, las elecciones generales españolas del año 2004, mientras que otra expresión de la derrota es la aparición de una camada de líderes occidentales, precedida por el español José Luis Rodríguez Zapatero, que está defendiendo la tesis de que la estrategia adecuada contra el Islam, incluso con el más radical, consiste en dialogar y en ceder terreno ante sus exigencias.
Para colmo de males, el Papa Benedicto XVI, en quien muchos veian un baluarte para la defensa de la cultura "cristiana" occidental, tras haberse atrevido a condenar en público la "ideología del odio" que forma parte de la esencia del Islam, se ha visto obligado a retroceder y a suavizar su mensaje ante la salvaje reacción de las fanáticos islamistas, que ya han asesinado a una religiosa católica, arrasado iglesias y que amenazan con hacer volar el Vaticano por los aires.
Otros datos que demuestran que el Islam gana esta guerra por goleada son los siguientes: en muchas ciudades europeas, las comunidades islámicas se radicalizan y funcionan como auténticas canteras de terroristas; el radicalismo islamista avanza alarmantemente en casi todos los paises musulmanes; los principales defensores de la resistencia occidental contra el extremismo islamista, George W. Bush y Tony Blair, están a punto de perder el poder, mientras que los hijos de la cobardía y del entreguismo frente al Islam ganan terreno en España, Francia, Italia y otros paises europeos.
Los datos son tozudos y demuestran claramente que el Islam es quien está ganando la guerra. The Washington Post acaba de recordar que, mientras Bush y Blair, los paladines de Occidente en esta guerra, atraviesan los peores momentos de popularidad y ambos están a punto de ababdonar el poder, el odio a Occidente no deja de crecer en todo el mundo musulmán, mientras que Bin Laden, casi un desconocido hace una década, cuenta hoy con el apoyo pleno del 60 por ciento de los jordanos, el 51% de los paquistaníes, el 35% de los indonesios y no menos del 20% de los egipciós, palestinos, saudies y habitantes de otros muchos países musulmanes.
Lamentándose ante Der Spiegel, Zbigniew Brzezinski, el que fuera brazo derecho del presidente Jimmy Carter, ha declarado "desgraciadamente, nuestras tácticas tienen hoy tendencia a unir a nuestros enemigos y granjearnos las antipatías de nuestros amigos".
El español José María Aznar, uno de los aliados más incondicionales de Bush en la "cruzada" defensiva de la civilización occidental, está alejado del poder, tras haber perdido su partido, de manera inesperada, las elecciones generales españolas del año 2004, mientras que otra expresión de la derrota es la aparición de una camada de líderes occidentales, precedida por el español José Luis Rodríguez Zapatero, que está defendiendo la tesis de que la estrategia adecuada contra el Islam, incluso con el más radical, consiste en dialogar y en ceder terreno ante sus exigencias.
Para colmo de males, el Papa Benedicto XVI, en quien muchos veian un baluarte para la defensa de la cultura "cristiana" occidental, tras haberse atrevido a condenar en público la "ideología del odio" que forma parte de la esencia del Islam, se ha visto obligado a retroceder y a suavizar su mensaje ante la salvaje reacción de las fanáticos islamistas, que ya han asesinado a una religiosa católica, arrasado iglesias y que amenazan con hacer volar el Vaticano por los aires.
Otros datos que demuestran que el Islam gana esta guerra por goleada son los siguientes: en muchas ciudades europeas, las comunidades islámicas se radicalizan y funcionan como auténticas canteras de terroristas; el radicalismo islamista avanza alarmantemente en casi todos los paises musulmanes; los principales defensores de la resistencia occidental contra el extremismo islamista, George W. Bush y Tony Blair, están a punto de perder el poder, mientras que los hijos de la cobardía y del entreguismo frente al Islam ganan terreno en España, Francia, Italia y otros paises europeos.
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