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El "America first" de Donald Trump y sus aranceles son actos depredadores


Nota

Donald Trump ha declarado la guerra al comercio mundial y apuesta por crear una conmoción que cambie el mundo. Los aranceles son universales y el objetivo no parece ya que sea castigar a los adversarios de Estados Unidos, sino cambiar el sistema actual, en el que los Estados Unidos pierden poder y peso.

Millones de demócratas en el mundo acogimos con esperanza e ilusión la llegada de Donald Trump al poder porque él parecía representar una patada en la boca al mundo sucio, hipócrita y corrupto de los falsos progresistas, adictos al globalismo, el socialismo y el wokismo, responsables de haber construido un mundo repugnante, violento, injusto y sin valores.

Pero sus primeros pasos han causado confusión y sembrado de dudas entre los que esperábamos de él pasos contundentes hacia un mundo mejor.

Su "America first", por lo que estamos viendo, no es un grito constructivo y de verdadero progreso, sino un amenazante lamento depredador, una apuesta por los aranceles que destruyen el libre comercio y el entendimiento entre los pueblos, una alianza con el criminal Putin y un instinto ladrón que pretende hacerse, con métodos de piratería, con todo lo que puede, desde Groenlandia y Canadá al Canal de Panamá, las tierras raras y las centrales nucleares de Ucrania.

Su brutal humillación al atormentado ucraniano Zelensky en el Despacho Oval de la Casa Blanca fue un espectáculo dantesco de bajeza y crueldad, indigno del presidente de los Estados Unidos, heredero del poder y los valores que representaron en su día Lincoln, Jefferson y otros demócratas americanos.

Sus famosos aranceles no se emplean para dignificar los abusos comerciales, sino para amedrentar a sus antiguos socios, hacerlos retroceder, apoderarse de sus riquezas y crear condiciones para que Estados Unidos vuelva a ser el único amo del planeta.

Su propuesta de vaciar Gaza de gazaríes y construir allí un resort turístico de lujo ni siquiera admite ser calificada desde la dignidad humana. Es, simplemente, una canallada.
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El conocido desprecio de Trump a Pedro Sánchez despierta ilusión y esperanza
El conocido desprecio de Trump a Pedro Sánchez despierta ilusión y esperanza
Por el momento es difícil saber si Trump es un salvador o un ganster, un reformador del mundo o un matón de barrio. Lo único que es evidente es que ha declarado la guerra comercial al mundo entero y ese cambio será toda una conmoción planetaria.

En el pasado, los aranceles y agresiones al comercio fueron la principal causa de las guerras.

Nadie discute que el mundo woke, hipócrita y belicoso de los socialistas y de las derechas contaminada de marxismo no merezca ser derruido, pero sí es discutible que tenga que hacerse desde la depredación y el matonismo, blanqueando a criminales como el ruso Putin y amenazando a sus viejos aliados de la OTAN con dejarlos abandonados al pillaje de los rusos.

Trump comenzó su mandato instalando la esperanza en la política mundial, pero también ha abierto las puertas al saqueo y la opresión de los fuertes sobre los débiles, un planteamiento ético nuevo y cargado de amenazas y maldad.

El miembro republicano por Tennessee de la Cámara de Representantes, Andy Ogles, define como nadie la naturaleza de los Estados Unidos bajo el gobierno de Trump: «somos, muy francamente, el depredador dominante».

"Trump es esencialmente un depredador” y un “sociópata exitoso”, dice el psiquiatra retirado de Harvard Lance M. Dodes que con ese diagnóstico se suma a una serie de expertos que cuestionan el estado mental del presidente estadounidense.

No sabemos todavía con seguridad si es un enviado del cielo para acabar con la miseria de las izquierdas globalistas corruptas o un vulgar matón lleno de peligro que tiene a mano el botón rojo de los misiles nucleares.

Algunos enemigos de la pocilga woke y marxista me han criticado por cuestionar a Trump. Les he respondido que Trump ha logrado que a la esperanza inicial que representaba agreguemos también el recelo, la desconfianza y la sospecha. Además, les he dicho que sus aranceles son una brutalidad inasumible, que el mal no puede combatirse con mal y que el deber de todo demócrata, sobre todo si se es periodista, es criticar lo que está mal y es contrario a la libertad, venga de donde venga.

Lo que merece Trump, por ahora, es recibir contrapartidas que le hagan reflexionar y mucha vigilancia. Hay que seguir sus pasos para discernir si solo está removiendo y agitando el mundo sucio que nos rodea o lo está depredando.

Francisco Rubiales

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Jueves, 3 de Abril 2025