La cruda, dura y ruda realidad es la que es, en el “cronotopos” que sea. Tras urdir y haber dejado constancia de la frase que antecede, que podría haber firmado y rubricado el mismísimo Pero Grullo, acaso convenga señalar que una nueva remesa de misivas remitidas a empresarios vascos ha venido a poner de manifiesto que la banda terrorista ETA ha vuelto por sus fueros, donde solía; a las andadas y a las andanadas (anda, Adán, guapo, paga, si no quieres que a ti o alguno de tus deudos les ocurra algo malo, sin vuelta de hoja, funesto –y es que tengo para mí que tú, seguramente, no tienes miedo, pero llevas muy mal y te pesa sobremanera que a los tuyos pueda pasarles algo que no sea nada de nada-).
Confebask, la patronal vasca, ha reconocido que ETA ahora solicita (no exige) el “impuesto revolucionario”. Al parecer, ahora lo pide con moderadas o suaves palabras, con eufemismos, de buen rollo, o sea.
Convendría no bajar la guardia, ni dejarse engatusar por cantos de sirena. Y es que, como dijera y dejara escrito en letras de molde el escritor norteamericano William Faulkner (Premio Nobel de Literatura en 1949): “Se puede confiar en las malas personas; no cambian jamás”.
E. S. O., un andoba de Cornago
Confebask, la patronal vasca, ha reconocido que ETA ahora solicita (no exige) el “impuesto revolucionario”. Al parecer, ahora lo pide con moderadas o suaves palabras, con eufemismos, de buen rollo, o sea.
Convendría no bajar la guardia, ni dejarse engatusar por cantos de sirena. Y es que, como dijera y dejara escrito en letras de molde el escritor norteamericano William Faulkner (Premio Nobel de Literatura en 1949): “Se puede confiar en las malas personas; no cambian jamás”.
E. S. O., un andoba de Cornago