Estos socialistas de la tercera generación que gobiernan con su talante imberbe no consiguen coger el paso; siguen erre que erre, tropezando, liando, crispando, sin necesidad y removiendo la ingenuidad, sin altura ni talla. Ahora hablan de fantasmas, de leyendas urbanas y de que, si no se desconvoca la manifestación de Navarra, ellos se lavan las manos, para, luego, como siempre, crispar y culpabilizar al PP. Y, al tiempo, se reúnen con sus amigos de grupos radicales y convocan su manifestación contra la guerra de Irak –a estas alturas, con Irak- en el centro de Madrid. Los mismos que voceaban, asesino, por lo de Irak, no se acuerdan hoy de nuestros soldados en Afganistán, Líbano, Bosnia y Haití. Como niños, ¿emulan y envidian el gentío que nubló Madrid en la del PP? ¿Es envidia o necesidad? Dice Pérez Reverte, que “el español odia, lo que envidia; y desprecia, lo que ignora”.
Esto es curiosísimo; van de salto en salto, en esta denostada democracia de sus prohibiciones. La armaron de primera, ayer, contra la profesora del Instituto Atenea de San Sebastián de los Reyes por llevar una camiseta con una fórmula tan ingeniosa, como insultante y grosera, además de inútil, contra el Presidente del Gobierno, y, ciertamente fuera de sitio y de lugar adecuado, en un Instituto, y ante los alumnos. Un diputado socialista, totalmente sulfurado, lo ha calificado de "escandaloso y grave insulto en acto de servicio". La misma alarma han mostrado la Inspección, la Asociación de Padres y de Alumnos.
Sin embargo, todos estos, mientras se ocupaban de la camiseta gravosa, no han levantado su ira y escándalo contra el ultraje infame del Consejero Extremeño, ni pedido la pertinente dimisión de Ibarra y todos los suyos. Aquellos y estos muestran su “talante” más grosero, zafio y soez con el que respiran. Exhiben su miseria humana, su ínfima catadura moral y su desgraciado descaro e insolencia. Su osadía no puede quedar impune sin la sanción política que el ultraje a la Católica y Mariana Extremadura exige. La Junta ha ofendido y humillado a todos los nobles y cristianos extremeños y a los españoles; ha llenado de escarnio lo más santo y sagrado de nuestra fe cristiana; ha pisoteado y denigrado a la Virgen de Guadalupe que tanto significa en el corazón de este pueblo, con blasfemas y groseras fotos. No se puede permitir que insulsos vengan a destruir la tradición, la historia y la identidad más genuina de España. No lo debe tolerar un Estado de Derecho, si se vive en una sociedad de respeto, democracia y libertad.
Camilo Valverde Mudarra
Esto es curiosísimo; van de salto en salto, en esta denostada democracia de sus prohibiciones. La armaron de primera, ayer, contra la profesora del Instituto Atenea de San Sebastián de los Reyes por llevar una camiseta con una fórmula tan ingeniosa, como insultante y grosera, además de inútil, contra el Presidente del Gobierno, y, ciertamente fuera de sitio y de lugar adecuado, en un Instituto, y ante los alumnos. Un diputado socialista, totalmente sulfurado, lo ha calificado de "escandaloso y grave insulto en acto de servicio". La misma alarma han mostrado la Inspección, la Asociación de Padres y de Alumnos.
Sin embargo, todos estos, mientras se ocupaban de la camiseta gravosa, no han levantado su ira y escándalo contra el ultraje infame del Consejero Extremeño, ni pedido la pertinente dimisión de Ibarra y todos los suyos. Aquellos y estos muestran su “talante” más grosero, zafio y soez con el que respiran. Exhiben su miseria humana, su ínfima catadura moral y su desgraciado descaro e insolencia. Su osadía no puede quedar impune sin la sanción política que el ultraje a la Católica y Mariana Extremadura exige. La Junta ha ofendido y humillado a todos los nobles y cristianos extremeños y a los españoles; ha llenado de escarnio lo más santo y sagrado de nuestra fe cristiana; ha pisoteado y denigrado a la Virgen de Guadalupe que tanto significa en el corazón de este pueblo, con blasfemas y groseras fotos. No se puede permitir que insulsos vengan a destruir la tradición, la historia y la identidad más genuina de España. No lo debe tolerar un Estado de Derecho, si se vive en una sociedad de respeto, democracia y libertad.
Camilo Valverde Mudarra