Lleva tiempo denunciando la degeneración del sistema que nos gobierna. Considera que aquello que en la antigua Grecia se llamaba democracia, hoy no es más que un burdo sucedáneo, administrado por los todopoderosos y corrompidos partidos, que han olvidado su originaria función de representar las diversas voces del pueblo y de estimular la participación de los ciudadanos en la política, para convertirse en un fortín de prebendas, alejado de la vida real, y repleto de mediocres al servicio del dictado del líder.
Francisco Rubiales, periodista, ha sido corresponsal de guerra, director comercial y de informativos especiales de la Agencia EFE, y responsable de comunicación de la Expo 92. Actualmente, preside el grupo Euromedia y es miembro de la Junta Directiva de la Asociación para el Progreso de la Comunicación, con sede en Sevilla. En sus libros (Democracia secuestrada, Políticos, los nuevos amos, Periodistas sometidos. Los perros del poder) y en el blog “Voto en blanco”, sostiene la necesidad de fortalecer la sociedad civil, para hacer frente a un poder político degradado.
- Si estuviera en su mano, ¿cuáles serían las tres primeras medidas que tomaría para acabar con esa “oligocracia” en la que, asegura, vivimos, y donde el pueblo ha sido sustituido por la elite, y el poder es un privilegio y una fuerza irresistible?
La primera medida sería reorganizar el sistema para convertirlo en una democracia de ciudadanos. Habría diez cónsules, elegidos directamente por los ciudadanos entre gente independiente, con probado prestigio y sin pertenencia a partidos, que tendrían los poderes delegados del pueblo para vigilar con autoridad al sistema, con especial énfasis en el Gobierno, la Justicia, el Parlamento, las grandes instituciones y los funcionarios. La segunda medida sería obligar a los partidos y sindicatos a que se financien con sus propios ingresos. La tercera medida sería reescribir la Constitución, la Ley electoral y el Código Penal para que respondan a criterios democráticos y justos. Todas las medidas se orientarían a instaurar una verdadera democracia de ciudadanos, no una dictadura de partidos, como el actual sistema vigente en España.
- Pongamos que un amigo le confiesa su intención de participar en un partido político, ¿qué le aconsejaría?
Se lo desaconsejaría porque, en las actuales circunstancias, los partidos se corrompen inevitablemente, y corrompen a sus miembros.
- Tiene una confianza envidiable en la responsabilidad del pueblo. Pero, dígame, ¿quién no escurre el bulto en la comunidad de vecinos o en la mesa de trabajo?, ¿cuántas personas conoce que pertenezcan a alguna asociación?, ¿y que hable de política sin crisparse y sin recurrir a tópicos?, ¿cree de verdad en el éxito de los “cafés ciudadanos” que propone en su ensayo Políticos, los nuevos amos?
Los ciudadanos se forman en el ejercicio del poder. Establecería un sistema de sorteo, como en la Grecia Clásica, para que determinados ciudadanos que se ofrezcan voluntariamente y estén capacitados ejerzan puestos públicos, como los de concejales, directores de departamentos y otros muchos. El objetivo de esa auténtica participación es fomentar la responsabilidad y la participación ciudadana. El actual sistema está orientado a alejar a los ciudadanos del ejercicio del poder, dejándolo como monopolio a los partidos. Así no se forman ciudadanos sino gente despolitizada, fanatizada y ajena a la cosa pública. El ciudadano es una persona responsable, interesada en la cosa pública, libre, cooperativa e incapaz de delegar lo que es indelegable: su voluntad política. Los ciudadanos dignifican y otorgan solvencia al sistema. Sin ciudadanos y en manos de políticos profesionales, la política siempre es un abuso y un vertedero.
- Estoy seguro de que muchos promotores del movimiento 15-M firmarían sus razonamientos en torno a la necesidad de una democracia real. ¿Se sentiría cómodo con esta identificación?
Me sentiría cómodo si descubriera que el movimiento responde a criterios propios y no está manipulado por agitadores profesionales enviados por partidos de izquierda.
- Sostiene que la prensa está dejando de ser un poder independiente y fiel a la verdad, lo cual supone un lastre para el sistema democrático. ¿Es esta una situación reversible?
No es reversible, salvo que cambie el sistema de manera drástica. La prensa está entregada al dinero y el dinero le llega del poder político, que lo sustrae de los impuestos de manera delictiva. Mientras subsista el sistema como está, corrompido y viciado, la prensa estará al servicio del dinero y eso significa que estará sometida a los poderosos, no sólo a los políticos, sino también a las grandes empresas y conglomerados de intereses.
- El fortalecimiento de la sociedad civil ha de empezar, sugiere, desde la más temprana edad. En este sentido, me imagino que verá con buenos ojos iniciativas como la asignatura de Educación para la Ciudadanía…
Educación para la Ciudadanía no pretende formar ciudadanos sino a gente adicta al sistema y sometida. Formar ciudadanos es otra cosa. Además, las directrices y contenidos de esa asignatura vienen marcados por el núcleo del poder, que está corrompido y es antidemocrático. Educación para la Ciudadanía es una buena idea, pero siempre que respondiera a un poder decente y democrático, algo que no ocurre en España.
- Tanto el PP como el PSOE ya han anunciado que, de cara a las elecciones generales de noviembre, emplearán las redes sociales para conocer las preocupaciones de los ciudadanos y servirse de sus aportaciones. ¿Una buena noticia, reflejo de una nueva etapa en la comunicación política, o mero gesto de campaña?
Creo que mero gesto de campaña, una iniciativa para ganar votos y comprar voluntades que no responde al deseo de libertad ni al interés por el debate libre y la verdad. De hecho, casi todas las páginas de políticos y de partidos en la red están censuradas y no admiten críticas. Como todo poder totalitario y antidemocrático, el de nuestros partidos, forjados en hornos sin democracia interna, sin debate y dominados por el sometimiento al líder, tiene miedo a la libertad y, sobre todo, a la verdad que emana del debate libre.
- ¿Es la corrupción una enfermedad curable?
Sí, es curable, pero con cirugía intensa y cambiando de hospital. En el actual, dominado por partidos políticos sin control y por políticos profesionales casi plenamente impunes, no hay garantías y la corrupción es la moneda común que emana del sistema.
- ¿En qué puede desembocar el cada vez mayor distanciamiento, que usted denuncia, entre los políticos y los ciudadanos?, ¿corre peligro la concepción democrática del Estado?, ¿o precisamente esa brecha provocará que la voz de la gente tenga que ser escuchada con más atención?
Puede desembocar en la rebeldía ciudadana y en una lucha que incline el poder del lado de la decencia y del pueblo libre y democrático, pero puede también inclinarse del lado del poder y continuar agrandándose la brecha que separa a los que mandan de los que obedecen. En este caso, cada día será más complicado seguir llamando “democracia” a esta pocilga.
- Llama a la rebelión de los ciudadanos frente a los políticos “depredadores”, mezquinos, que no responden a los intereses de los electores, sino de su partido. ¿Confía en un levantamiento pacífico?
Confío en un incremento constante de la rebeldía, de las ansias de democracia y de las exigencias éticas. Acabamos de lograr una gran victoria obligando al infecto Zapatero a retirarse, pero esa ha sido sólo una pequeña escaramuza. Quedan muchas batallas en las que la libertad y la opresión, como ha ocurrido desde el principio de los tiempos, se enfrentarán. De cualquier manera, confiar en la victoria o no es lo menos importante. Lo importante es pertenecer al ejército del bien y luchar contra las legiones del mal, en este caso representadas por los políticos que han corrompido la sociedad y el sistema. La meta no está en la victoria sino en la lucha misma. El día que creamos que hemos ganado, empezaremos a perder. La vida es una lucha permanente contra indeseables y canallas, muchos de ellos, para desgracia de la Historia, instalados en el poder.
Agosto, 2011
Por gomezriveraa
Pulsa AQUÍ para acceder a la entrevusta original
Francisco Rubiales, periodista, ha sido corresponsal de guerra, director comercial y de informativos especiales de la Agencia EFE, y responsable de comunicación de la Expo 92. Actualmente, preside el grupo Euromedia y es miembro de la Junta Directiva de la Asociación para el Progreso de la Comunicación, con sede en Sevilla. En sus libros (Democracia secuestrada, Políticos, los nuevos amos, Periodistas sometidos. Los perros del poder) y en el blog “Voto en blanco”, sostiene la necesidad de fortalecer la sociedad civil, para hacer frente a un poder político degradado.
- Si estuviera en su mano, ¿cuáles serían las tres primeras medidas que tomaría para acabar con esa “oligocracia” en la que, asegura, vivimos, y donde el pueblo ha sido sustituido por la elite, y el poder es un privilegio y una fuerza irresistible?
La primera medida sería reorganizar el sistema para convertirlo en una democracia de ciudadanos. Habría diez cónsules, elegidos directamente por los ciudadanos entre gente independiente, con probado prestigio y sin pertenencia a partidos, que tendrían los poderes delegados del pueblo para vigilar con autoridad al sistema, con especial énfasis en el Gobierno, la Justicia, el Parlamento, las grandes instituciones y los funcionarios. La segunda medida sería obligar a los partidos y sindicatos a que se financien con sus propios ingresos. La tercera medida sería reescribir la Constitución, la Ley electoral y el Código Penal para que respondan a criterios democráticos y justos. Todas las medidas se orientarían a instaurar una verdadera democracia de ciudadanos, no una dictadura de partidos, como el actual sistema vigente en España.
- Pongamos que un amigo le confiesa su intención de participar en un partido político, ¿qué le aconsejaría?
Se lo desaconsejaría porque, en las actuales circunstancias, los partidos se corrompen inevitablemente, y corrompen a sus miembros.
- Tiene una confianza envidiable en la responsabilidad del pueblo. Pero, dígame, ¿quién no escurre el bulto en la comunidad de vecinos o en la mesa de trabajo?, ¿cuántas personas conoce que pertenezcan a alguna asociación?, ¿y que hable de política sin crisparse y sin recurrir a tópicos?, ¿cree de verdad en el éxito de los “cafés ciudadanos” que propone en su ensayo Políticos, los nuevos amos?
Los ciudadanos se forman en el ejercicio del poder. Establecería un sistema de sorteo, como en la Grecia Clásica, para que determinados ciudadanos que se ofrezcan voluntariamente y estén capacitados ejerzan puestos públicos, como los de concejales, directores de departamentos y otros muchos. El objetivo de esa auténtica participación es fomentar la responsabilidad y la participación ciudadana. El actual sistema está orientado a alejar a los ciudadanos del ejercicio del poder, dejándolo como monopolio a los partidos. Así no se forman ciudadanos sino gente despolitizada, fanatizada y ajena a la cosa pública. El ciudadano es una persona responsable, interesada en la cosa pública, libre, cooperativa e incapaz de delegar lo que es indelegable: su voluntad política. Los ciudadanos dignifican y otorgan solvencia al sistema. Sin ciudadanos y en manos de políticos profesionales, la política siempre es un abuso y un vertedero.
- Estoy seguro de que muchos promotores del movimiento 15-M firmarían sus razonamientos en torno a la necesidad de una democracia real. ¿Se sentiría cómodo con esta identificación?
Me sentiría cómodo si descubriera que el movimiento responde a criterios propios y no está manipulado por agitadores profesionales enviados por partidos de izquierda.
- Sostiene que la prensa está dejando de ser un poder independiente y fiel a la verdad, lo cual supone un lastre para el sistema democrático. ¿Es esta una situación reversible?
No es reversible, salvo que cambie el sistema de manera drástica. La prensa está entregada al dinero y el dinero le llega del poder político, que lo sustrae de los impuestos de manera delictiva. Mientras subsista el sistema como está, corrompido y viciado, la prensa estará al servicio del dinero y eso significa que estará sometida a los poderosos, no sólo a los políticos, sino también a las grandes empresas y conglomerados de intereses.
- El fortalecimiento de la sociedad civil ha de empezar, sugiere, desde la más temprana edad. En este sentido, me imagino que verá con buenos ojos iniciativas como la asignatura de Educación para la Ciudadanía…
Educación para la Ciudadanía no pretende formar ciudadanos sino a gente adicta al sistema y sometida. Formar ciudadanos es otra cosa. Además, las directrices y contenidos de esa asignatura vienen marcados por el núcleo del poder, que está corrompido y es antidemocrático. Educación para la Ciudadanía es una buena idea, pero siempre que respondiera a un poder decente y democrático, algo que no ocurre en España.
- Tanto el PP como el PSOE ya han anunciado que, de cara a las elecciones generales de noviembre, emplearán las redes sociales para conocer las preocupaciones de los ciudadanos y servirse de sus aportaciones. ¿Una buena noticia, reflejo de una nueva etapa en la comunicación política, o mero gesto de campaña?
Creo que mero gesto de campaña, una iniciativa para ganar votos y comprar voluntades que no responde al deseo de libertad ni al interés por el debate libre y la verdad. De hecho, casi todas las páginas de políticos y de partidos en la red están censuradas y no admiten críticas. Como todo poder totalitario y antidemocrático, el de nuestros partidos, forjados en hornos sin democracia interna, sin debate y dominados por el sometimiento al líder, tiene miedo a la libertad y, sobre todo, a la verdad que emana del debate libre.
- ¿Es la corrupción una enfermedad curable?
Sí, es curable, pero con cirugía intensa y cambiando de hospital. En el actual, dominado por partidos políticos sin control y por políticos profesionales casi plenamente impunes, no hay garantías y la corrupción es la moneda común que emana del sistema.
- ¿En qué puede desembocar el cada vez mayor distanciamiento, que usted denuncia, entre los políticos y los ciudadanos?, ¿corre peligro la concepción democrática del Estado?, ¿o precisamente esa brecha provocará que la voz de la gente tenga que ser escuchada con más atención?
Puede desembocar en la rebeldía ciudadana y en una lucha que incline el poder del lado de la decencia y del pueblo libre y democrático, pero puede también inclinarse del lado del poder y continuar agrandándose la brecha que separa a los que mandan de los que obedecen. En este caso, cada día será más complicado seguir llamando “democracia” a esta pocilga.
- Llama a la rebelión de los ciudadanos frente a los políticos “depredadores”, mezquinos, que no responden a los intereses de los electores, sino de su partido. ¿Confía en un levantamiento pacífico?
Confío en un incremento constante de la rebeldía, de las ansias de democracia y de las exigencias éticas. Acabamos de lograr una gran victoria obligando al infecto Zapatero a retirarse, pero esa ha sido sólo una pequeña escaramuza. Quedan muchas batallas en las que la libertad y la opresión, como ha ocurrido desde el principio de los tiempos, se enfrentarán. De cualquier manera, confiar en la victoria o no es lo menos importante. Lo importante es pertenecer al ejército del bien y luchar contra las legiones del mal, en este caso representadas por los políticos que han corrompido la sociedad y el sistema. La meta no está en la victoria sino en la lucha misma. El día que creamos que hemos ganado, empezaremos a perder. La vida es una lucha permanente contra indeseables y canallas, muchos de ellos, para desgracia de la Historia, instalados en el poder.
Agosto, 2011
Por gomezriveraa
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