(Y LAS PALMAS ECHARON HUMO EN TODA LA PIEL DE TORO PUESTA A SECAR)
Entiéndaseme. Quiero decir que la Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), teniendo en cuenta el informe favorable del teniente fiscal del Tribunal Supremo (TS), Juan José Martín Casallo, dio de lleno en el centro de la diana al tomar el acuerdo de suspender cautelarmente al presidente de la Audiencia Provincial de Las Palmas, José Antonio Martín Martín, nada más haber trascendido que, de resultas de otras actuaciones judiciales, se colegía una presunta implicación del magistrado susodicho en varios trejemanejes tendentes a lograr la excarcelación de un traficante de drogas.
Ante realidad tan incontestable, que al mentado presidente de la Audiencia grancanaria lo estaban investigando en el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) y que de los hechos que se le imputaban pudieran deducirse los delitos de cohecho, prevaricación y tráfico de influencias, entre otros, a nadie debería de extrañarle las lógicas celeridad y determinación con las que actuó el CGPJ, que, escasas horas después de que se hubieran incoado autos contra el sujeto en cuestión, resolvió suspenderlo precautoriamente, pues sería un absurdo mayúsculo, morrocotudo, de tomo y lomo, un esperpento, una extravagancia sin pies ni cabeza que el juez siguiera ejerciendo torticeramente (en el supuesto de que así hubiera sido), porque tales hechos sólo podrían contribuir a menguar aún más si cabe lo que se pretendía salvaguardar a toda costa, la confianza en la Justicia. Y de ahí las palmas del menda lerenda y de la ciudadanía española toda.
El inculpado dispone de un plazo de dos meses para poder plantear y presentar un recurso contencioso-administrativo ante el Sala Tercera del TS.
Al parecer, de determinadas escuchas telefónicas autorizadas por otro magistrado, compañero del mencionado, actuaciones que tienen que ver con otro procedimiento judicial, se infiere la presunta implicación de José Antonio Martín Martín en una trama de absoluciones, con el pasisaje y el paisanaje del narcotráfico como telón de fondo.
Veremos en qué para o queda todo esto, si en una sentencia condenatoria o un auto de sobreseimiento, pero el asunto, que se las trae, a ratos me huele a podredumbre, a ratos a cuerno quemado o chamusquina.
Ángel Sáez García
Entiéndaseme. Quiero decir que la Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), teniendo en cuenta el informe favorable del teniente fiscal del Tribunal Supremo (TS), Juan José Martín Casallo, dio de lleno en el centro de la diana al tomar el acuerdo de suspender cautelarmente al presidente de la Audiencia Provincial de Las Palmas, José Antonio Martín Martín, nada más haber trascendido que, de resultas de otras actuaciones judiciales, se colegía una presunta implicación del magistrado susodicho en varios trejemanejes tendentes a lograr la excarcelación de un traficante de drogas.
Ante realidad tan incontestable, que al mentado presidente de la Audiencia grancanaria lo estaban investigando en el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) y que de los hechos que se le imputaban pudieran deducirse los delitos de cohecho, prevaricación y tráfico de influencias, entre otros, a nadie debería de extrañarle las lógicas celeridad y determinación con las que actuó el CGPJ, que, escasas horas después de que se hubieran incoado autos contra el sujeto en cuestión, resolvió suspenderlo precautoriamente, pues sería un absurdo mayúsculo, morrocotudo, de tomo y lomo, un esperpento, una extravagancia sin pies ni cabeza que el juez siguiera ejerciendo torticeramente (en el supuesto de que así hubiera sido), porque tales hechos sólo podrían contribuir a menguar aún más si cabe lo que se pretendía salvaguardar a toda costa, la confianza en la Justicia. Y de ahí las palmas del menda lerenda y de la ciudadanía española toda.
El inculpado dispone de un plazo de dos meses para poder plantear y presentar un recurso contencioso-administrativo ante el Sala Tercera del TS.
Al parecer, de determinadas escuchas telefónicas autorizadas por otro magistrado, compañero del mencionado, actuaciones que tienen que ver con otro procedimiento judicial, se infiere la presunta implicación de José Antonio Martín Martín en una trama de absoluciones, con el pasisaje y el paisanaje del narcotráfico como telón de fondo.
Veremos en qué para o queda todo esto, si en una sentencia condenatoria o un auto de sobreseimiento, pero el asunto, que se las trae, a ratos me huele a podredumbre, a ratos a cuerno quemado o chamusquina.
Ángel Sáez García
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