El Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero aprobó en el último Consejo de Ministros un Real Decreto con la clara pretensión y/o el objetivo señero de prevenir a la ciudadanía de la parasitosis por anisakis, un nematodo (gusano) parásito que se halla únicamente en los peces y grandes mamíferos marinos y cuyas larvas pasan al aparato digestivo humano si la carne del susodicho pescado o mamífero marino se ingiere cruda o poco cocinada (y, ésta, previamente, claro está, no se ha congelado a -21 grados centígrados durante 24 horas por lo menos), pudiendo llegar a provocar a los comensales anisakiasis o anisakidosis, o sea, una enfermedad por la infección de gusanos anisakis, e incluso reacciones alérgicas (anafilácticas).
Bueno, pues, que los “sushibaritas” o “sashimigastrónomos”, gente dada al delicado y exquisito yantar, no se rasgue las vestiduras, ni se tire de los pelos, ni se arañe con las uñas de los dedos de sus manos la cara, porque un equipo científico del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Universidad de Alcalá de Henares ha logrado la técnica con la que demostrar que una salmuera a base de elevadas concentraciones de ácido acético consigue matar las larvas de anisakis (sin la necesidad de tener que congelar con antelación el pescado).
Evidentemente, la técnica mentada requerirá, como conditio sine qua non, lavar con agua abundante el pescado ensalmuerado, al objeto de rebajarle las altas concentraciones de ácido acético a niveles aceptables para el consumo humano. Ahora bien, (me) temo que dicho remedio sea contraproducente para los paladares de los gourmets, arriba aludidos.
E. S. O., una adoba de Cornago
Bueno, pues, que los “sushibaritas” o “sashimigastrónomos”, gente dada al delicado y exquisito yantar, no se rasgue las vestiduras, ni se tire de los pelos, ni se arañe con las uñas de los dedos de sus manos la cara, porque un equipo científico del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Universidad de Alcalá de Henares ha logrado la técnica con la que demostrar que una salmuera a base de elevadas concentraciones de ácido acético consigue matar las larvas de anisakis (sin la necesidad de tener que congelar con antelación el pescado).
Evidentemente, la técnica mentada requerirá, como conditio sine qua non, lavar con agua abundante el pescado ensalmuerado, al objeto de rebajarle las altas concentraciones de ácido acético a niveles aceptables para el consumo humano. Ahora bien, (me) temo que dicho remedio sea contraproducente para los paladares de los gourmets, arriba aludidos.
E. S. O., una adoba de Cornago