Los recien publicados datos del Barómetro 2006, una encuesta de opinión pública que efectúa Gallup International en todo el mundo, con más de 60.000 encuestas, por encargo de Transparency International, son espeluznantes y deslegitiman a gobiernos, partidos políticos y a la democracia misma.
Los partidos políticos, columna vertebral del sistema democrático, son considerados por los ciudadanos como la institución más corrupta, mientras que deja en una posición comprometida a los gobiernos, a los parlamentos y a la policía, esta última descrita por los ciudadanos como una organización acostumbrada a recibir sobornos.
El 69 por ciento de los encuestados afirma que sus gobiernos no son eficaces ante esta lucha, que no hacen lo más mínimo por erradicarla o que, en realidad, fomentan la corrupción. Tan solo un 22 por ciento considera que las acciones de sus gobiernos son “eficaces” o “muy eficaces”.
“Esta encuesta a escala mundial indica que la corrupción tiene repercusiones espectaculares sobre las vidas de las personas. Resulta imposible ignorarla”, ha dicho Huguette Labelle, Presidenta de Transparency International, al presentarla. “Cuando un servicio básico como la electricidad es negada a los pobres sencillamente porque no se pueden permitir un pequeño soborno y el hogar se queda sin luz ni calor para abrigar a los niños, el gobierno no puede escaparse ante su responsabilidad de actuar”. “Los ciudadanos dependen de la policía para que les proteja, y de los jueces y el poder judicial para que castigue a los delincuentes. Cuando sus guardianes están en venta, hay quienes pierden la fe y hay quienes toman la justicia en sus propias manos”, agregó Labelle.
Se equivoca quien crea que los datos sobre corrupción proceden, sobre todo, de regiones atrrasadas del mundo como África o Latinoamérica. El fenómeno, con matices, es mundial. En las regiones más favorecidas, como pueden ser Norteamérica y Europa Occidental, el Barómetro indica que la preocupación por una corrupción en los niveles superiores está a la orden del día. A pesar de la falta de experiencia cotidiana en el pago de sobornos, los encuestados de Norteamérica creen que el ámbito empresarial (85 por ciento) y la vida política (89 por ciento) se ven afectados por la corrupción.
Los ciudadanos comunes perciben a los partidos políticos, en general, como la institución más afectada por la corrupción, seguida de los parlamentos o el poder legislativo y el sector empresarial. Pese a estar a la cabeza del cobro de sobornos, la policía es percibida por ciudadanos como la cuarta institución más corrupta.
“La corrupción se ha infiltrado en la vida pública y se ha acomodado en ella”, observa Robin Hodess, Directora de Política e Investigación de Transparency International. “El legislativo se elige con una misión valiosísima: situar el interés de sus ciudadanos por encima del propio. El Barómetro demuestra que esta confianza está siendo traicionada con un coste muy alto para la legitimidad de los cargos elegidos en muchos países. El proceso democrático está en entredicho si no se hace toma en serio esta advertencia”.
Los partidos políticos, columna vertebral del sistema democrático, son considerados por los ciudadanos como la institución más corrupta, mientras que deja en una posición comprometida a los gobiernos, a los parlamentos y a la policía, esta última descrita por los ciudadanos como una organización acostumbrada a recibir sobornos.
El 69 por ciento de los encuestados afirma que sus gobiernos no son eficaces ante esta lucha, que no hacen lo más mínimo por erradicarla o que, en realidad, fomentan la corrupción. Tan solo un 22 por ciento considera que las acciones de sus gobiernos son “eficaces” o “muy eficaces”.
“Esta encuesta a escala mundial indica que la corrupción tiene repercusiones espectaculares sobre las vidas de las personas. Resulta imposible ignorarla”, ha dicho Huguette Labelle, Presidenta de Transparency International, al presentarla. “Cuando un servicio básico como la electricidad es negada a los pobres sencillamente porque no se pueden permitir un pequeño soborno y el hogar se queda sin luz ni calor para abrigar a los niños, el gobierno no puede escaparse ante su responsabilidad de actuar”. “Los ciudadanos dependen de la policía para que les proteja, y de los jueces y el poder judicial para que castigue a los delincuentes. Cuando sus guardianes están en venta, hay quienes pierden la fe y hay quienes toman la justicia en sus propias manos”, agregó Labelle.
Se equivoca quien crea que los datos sobre corrupción proceden, sobre todo, de regiones atrrasadas del mundo como África o Latinoamérica. El fenómeno, con matices, es mundial. En las regiones más favorecidas, como pueden ser Norteamérica y Europa Occidental, el Barómetro indica que la preocupación por una corrupción en los niveles superiores está a la orden del día. A pesar de la falta de experiencia cotidiana en el pago de sobornos, los encuestados de Norteamérica creen que el ámbito empresarial (85 por ciento) y la vida política (89 por ciento) se ven afectados por la corrupción.
Los ciudadanos comunes perciben a los partidos políticos, en general, como la institución más afectada por la corrupción, seguida de los parlamentos o el poder legislativo y el sector empresarial. Pese a estar a la cabeza del cobro de sobornos, la policía es percibida por ciudadanos como la cuarta institución más corrupta.
“La corrupción se ha infiltrado en la vida pública y se ha acomodado en ella”, observa Robin Hodess, Directora de Política e Investigación de Transparency International. “El legislativo se elige con una misión valiosísima: situar el interés de sus ciudadanos por encima del propio. El Barómetro demuestra que esta confianza está siendo traicionada con un coste muy alto para la legitimidad de los cargos elegidos en muchos países. El proceso democrático está en entredicho si no se hace toma en serio esta advertencia”.
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