Han pasado unos días desde la Huelga Feminista y toca ahora reflexionar. Reflexionar de forma especial, para poner las cosas en su sitio. Efectivamente, es imprescindible crear un Movimiento Feminista enérgico, impetuoso, eficaz y, sobretodo, sano. A la par que hay que manifestarse y hacer huelgas. Todas las que sean necesarias, hasta que la excrecencia de la discriminación contra la Mujer, así como contra cualquier otro colectivo o persona individual sea eliminada sin contemplación alguna. Pero ese movimiento feminista, cuyas bases, aunque silenciada por la Prensa controlada por los Oligopolios económicos cómplices de la Dictadura de lo Políticamente Correcto con el objetivo de ganar dinero a costa del mal de muchos, existen. Y debe tener muy claro que el objetivo a batir es tanto el machismo retrógrado y conservador como el feminismo radical y el hembrismo galopante que, con sus mochilas cargadas de odio atroz hacia el Hombre, tan sólo pretenden una política de venganza y privilegio, no librar a las mujeres de las ataduras que aún a día de hoy las siguen sometiendo.
Esta es la base sobre la que se apoya toda acción destinada a cambiar las cosas para bien y de verdad. La experiencia de la Huelga del 8-M ha puesto de manifiesto dos cosas. Primera, que el Movimiento Feminista ha sido secuestrado por una élite radical y fuertemente politizada, que se parapeta tras las reivindicaciones legítimas y justas que las mujeres realizan al conjunto de la sociedad para imponer sus ideas, Socialistas y Comunistas, y acabar identificando el movimiento con dichas ideas. De manera que cualquier crítica a sus ideas políticas se convierta en una crítica al Feminismo y a las Mujeres, y haga de quien discrepa mínimamente con este planteamiento un machista peligroso, responsable de perpetuar las desigualdades y agente del Patriarcado. Más allá de las banderas republicanas y de la hoz y el martillo, de las proclamas anti-capitalistas y radicales, acompañadas de las banderas los sindicatos UGT y CC.OO, y del veto a los personajes públicos significados que no “pertenecen” a dichos colectivos, como se extrae del vergonzoso altercado que sufrido por Begoña Villacís en la Manifestación de Madrid, increpada al grito de “¡Esquirola (sic), fuera la Derecha!” (https://tv.libertaddigital.com/videos/2018-03-08/increpan-a-begona-villacis-durante-la-manifestacion-feminista-fuera-la-brecha-fuera-la-derecha-6064224.html), hay que prevenir fervientemente contra las mentiras, mitos y propósitos de esta herejía del movimiento feminista original, aquél que sí ha logrado grandes victorias en el campo de la libertad y de la igualdad.
Este Movimiento Feminista Radical busca reglamentar y controlar las relaciones interpersonales en función del género y del sexo. Su visión del feminismo se apoya en aquella que sostuviera Simone de Beauvoir, que vinculaba la lógica marxista con la dominación patriarcal y, de tal modo, con la lucha por la liberación de la mujer como tal, como categoría, como clase. Para este radicalismo, la lucha contra lo que denominan “sistema capitalista” y feminismo es lo mismo, algo único, con lo cual no cabe reconocer diversidad en el universo feminista sin perjudicar la causa, ni discrepar sobre la visión totalitaria de ordenación de las relaciones desde la óptica de género, sin ser reconocido como un traidor a la causa misma. Dicho de una forma más sencilla: se ha introducido la visión marxista de la lucha de clases dentro de la lucha contra la discriminación que sufre la mujer y se ha identificado esta guerra de clases con una guerra de géneros. Algo que, si bien no han reconocido oficialmente, porque no son idiotas, sí está explícito en sus discursos, en su praxis y en el Manifiesto mismo de convocatoria de la Huelga Feminista: http://hacialahuelgafeminista.org/manifiesto-8m/
Como todos los planteamientos totalitarios, tiene la ambición de ser científico, descansar sobre bases científicas, porque así pueden asumir que quien no está de acuerdo está “objetivamente” equivocado, lanzarse a su yugular y tratar de anularle en una actitud encomiable necesaria para mantener el rumbo que invariablemente sigue la Historia, en su visión determinista de la Vida y del Mundo. Establecida esta unión, procede ahora disolver al individuo en la colectividad, negando la capacidad libre de decidir de las personas, sean estas hombres o mujeres, e imponerles un modo de vivir y de pensar diseñado por los ideólogos feministas, que saben perfectamente mejor que nadie qué es correcto y qué no, tachando a las mujeres que no están de acuerdo con ello de machistas, vendidas, torpes, incultas o estúpidas. El control de las mentes y de los actos de los seres humanos, que es y ha sido siempre la aspiración máxima de los socialistas y de los comunistas, del Totalitarismo en definitiva, como se puede extraer de la relación tan cordial que el radicalismo feminista mantiene con el radicalismo islámico, expresión horrenda de cuantas haya de trato vejatorio e infame sobre la mujeres. Su espíritu no es otro que la venganza, tratando de subvertir el Estado de Derecho y de crear normas que discriminen al Hombre y ensalcen a la Mujer, como categorías absolutas y abandonando la sujeción individual a las leyes y al Derecho en general. Según este planteamiento, el Hombres es, por naturaleza, violento y opresor, razón por la cual es necesario implementar un castigo para “equilibrar la balanza”, una suerte de paliza sin puñetazos, haciendo recaer sobre las nuevas generaciones el castigo por los pecados de la anterior. Hay que establecer leyes discriminatorias y que atenten contra la igualdad que dicen defender porque como los Hombres de ahora pertenecen a la estirpe del Hombre, hay que valorarles en función de que pertenezcan a ella y no en función de quiénes sean como individualidades irrepetibles. De esta forma, una vez elevado el estatus de la “Mujer” como categoría indivisible hacia la deificación definitiva y a un estándar privilegiado como grupo, se habrá hecho justicia, y los líderes de estos colectivos estarán en una posición inexpugnable para dictar su modelo de sociedad al común de los mortales y no ser cuestionados por ello.
Utilizan varias falsedades que esconden realidades dolorosas, pero que no por ello podemos dejar de verlas como tales. La primera de ellas es la Brecha Salarial entre Hombres y Mujeres, que ciertamente existe, pero que no se produce porque se le pague menos a la mujer cuando realiza el mismo trabajo que el hombre, sino que se debe al pago diferente por trabajo diferente. Puesto que la mujer, desgraciadamente, se ha incorporado más tarde al mercado laboral, y generalmente en los sectores y puestos de trabajo peor remunerados, la diferencia se produce por acceder y laborar en dichas categorías laborales en menor medida que el hombre, que trabaja más horas que la mujer en promedio, no porque un género o un sexo sea más holgazán o trabajador que el otro, sino por el número de personas pertenecientes a la categoría “hombre” o “mujer” que están insertas dentro de un sector determinado. La verdadera brecha salarial se ha de medir en función de la remuneración por hora y por sector, no en función de cifras globales y cerradas que sirvan de muletilla para el discurso facilón. Es la maternidad la que bifurca en gran medida la vida laboral entre un hombre y una mujer, toda vez que efectivamente provenimos de una cultura machista que hace asimilar unos roles sexistas a las personas en función de a qué categoría “pertenezcan”. El acogimiento de las mujeres a las bajas por maternidad en mayor medida que los hombres por paternidad aumenta considerablemente esta brecha, sumado al ‘Techo de cristal’ que implica que gran parte de los puestos directivos con mayor antigüedad están copados por hombres debido a una cuestión generacional y relacionada con la tardía incorporación de la mujer al mercado laboral a la que antes se ha aludido. Esta es la causa, y no otra. Desde luego, algo muy alejado de la demagogia referida al patriarcado en contubernio con el capitalismo neoliberal que explota y discrimina a la mujer. Baste para ello solamente con echar un vistazo a la brecha salarial y, por extensión, a la situación general de la mujer, en los países comunistas con economías panificadas o muy intervenidas, para comprobar, junto al mayor nivel de bienestar, libertad, renta per cápita, capacidad de poder adquisitivo y garantías jurídico-políticas de los países con economías más liberalizadas la falsedad absoluta de este argumento propagandístico.
La segunda es el llamado Terrorismo Machista, término aberrante jurídicamente que asume que la violencia doméstica o conyugal que sufren las mujeres -y otros- se debe a una lógica organizada por parte de los hombres para imponer su visión masculina de superioridad sobre la mujer maltratada. Unas conductas que no caben en absoluto dentro de tipo recogido en el artículo 573 del Código Penal Español a día de hoy:
1. Se considerarán delito de terrorismo la comisión de cualquier delito grave contra la vida o la integridad física, la libertad, la integridad moral, la libertad e indemnidad sexuales, el patrimonio, los recursos naturales o el medio ambiente, la salud pública, de riesgo catastrófico, incendio, contra la Corona, de atentado y tenencia, tráfico y depósito de armas, municiones o explosivos, previstos en el presente Código, y el apoderamiento de aeronaves, buques u otros medios de transporte colectivo o de mercancías, cuando se llevaran a cabo con cualquiera de las siguientes finalidades:
1.ª Subvertir el orden constitucional, o suprimir o desestabilizar gravemente el funcionamiento de las instituciones políticas o de las estructuras económicas o sociales del Estado, u obligar a los poderes públicos a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo.
2.ª Alterar gravemente la paz pública.
3.ª Desestabilizar gravemente el funcionamiento de una organización internacional.
4.ª Provocar un estado de terror en la población o en una parte de ella.
2. Se considerarán igualmente delitos de terrorismo los delitos informáticos tipificados en los artículos 197 bis y 197 ter y 264 a 264 quater cuando los hechos se cometan con alguna de las finalidades a las que se refiere el apartado anterior.
3. Asimismo, tendrán la consideración de delitos de terrorismo el resto de los delitos tipificados en este Capítulo.
Asumir que siempre que existe violencia hacia una mujer por parte de un agresor que sea hombre es una manifestación de terrorismo o que siempre estará motivada por una razón sexista, o que esta será, sí o sí, la razón que por obligación va a subyacer sobre la conducta misma, se escapa ampliamente de los márgenes del Estado de Derecho, elimina la Carga de la Prueba y la Presunción de Inocencia, pasando a sustituir la investigación rigurosa por la ideología política y consagrando la criminalización del Hombre por el mero hecho de nacer así. En todo caso asumiendo que estas medidas liberticidas sirven para algo, porque la presencia de la violencia todavía entre nosotros supone un duro varapalo difícilmente encajable para los promotores de esta legislación. La solución realista es la creación de un agravante de género en lo que a la pena respecta, como el que existe para el racismo, siempre que se pueda probar que este se ha dado, y no dando por hecho que en función del quien comete el delito y de quién es la víctima, este existe o no. Como inconcebible será presuponer y recoger por ley que siempre que exista una agresión de un agresor blanco sobre una víctima de color, el motivo es, inapelablemente, racista. Y aún más, que dicha violencia de género o racista sólo puede darse de uno hacia otro pero no al revés, esto es, que violencia de género es sólo del hombre hacia la mujer, como violencia racista sólo sería del blanco hacia el de color. Un planteamiento de clase cuya única finalidad es perpetuar el dominio de unos grupos y el sometimiento de otros, cuando el único objetivo legítimamente perseguible es la libertad, la igualdad y el bienestar de todos, independientemente de su sexo, de su género, de su raza, de su religión, de sus ideas o de su procedencia. Un aviso duro para un Estado que despilfarra a mansalva y que puede utilizar mucho de ese dinero que los corruptos utilizan para engordar sus cuentas bancarias en crear los mecanismos sociales y de protección policial para que la mujeres maltratadas pierdan de una vez el miedo a denunciar y no pasen a formar parte de las estadísticas de asesinadas por haberlo hecho.
El 8 de Marzo no hay que reivindicar a la Mujer por ser Mujer. Ni asumir que “ahora deciden ellas”. Decidimos todos. Y no otorgamos ventajas o ponemos dificultades apriorísticas por que se sea Hombre o Mujer. Pensar que una Mujer por el hecho de serlo ya tiene inalienablemente unos atributos positivos es tan absurdo como hacerlo para el Hombre. Y a la inversa, para los negativos. No hay que pelear por las categorías ni por venganzas. Hay que pelear por los seres humanos individuales y por su libertad para vivir como les plazca y hacer con su cuerpo lo que quieran. Este es el Movimiento Feminista que hay que construir, fuera de ideologías políticas, de totalitarismos y de populismo, capaz de dirigir esa lucha universal por la igualdad real y el fin de la discriminación y de la violencia sobre las mujeres. Esta es la fiesta del 9 de Marzo que yo quiero celebrar. Este es el Día de la Mujer con el que yo sueño.
Pablo Gea
Esta es la base sobre la que se apoya toda acción destinada a cambiar las cosas para bien y de verdad. La experiencia de la Huelga del 8-M ha puesto de manifiesto dos cosas. Primera, que el Movimiento Feminista ha sido secuestrado por una élite radical y fuertemente politizada, que se parapeta tras las reivindicaciones legítimas y justas que las mujeres realizan al conjunto de la sociedad para imponer sus ideas, Socialistas y Comunistas, y acabar identificando el movimiento con dichas ideas. De manera que cualquier crítica a sus ideas políticas se convierta en una crítica al Feminismo y a las Mujeres, y haga de quien discrepa mínimamente con este planteamiento un machista peligroso, responsable de perpetuar las desigualdades y agente del Patriarcado. Más allá de las banderas republicanas y de la hoz y el martillo, de las proclamas anti-capitalistas y radicales, acompañadas de las banderas los sindicatos UGT y CC.OO, y del veto a los personajes públicos significados que no “pertenecen” a dichos colectivos, como se extrae del vergonzoso altercado que sufrido por Begoña Villacís en la Manifestación de Madrid, increpada al grito de “¡Esquirola (sic), fuera la Derecha!” (https://tv.libertaddigital.com/videos/2018-03-08/increpan-a-begona-villacis-durante-la-manifestacion-feminista-fuera-la-brecha-fuera-la-derecha-6064224.html), hay que prevenir fervientemente contra las mentiras, mitos y propósitos de esta herejía del movimiento feminista original, aquél que sí ha logrado grandes victorias en el campo de la libertad y de la igualdad.
Este Movimiento Feminista Radical busca reglamentar y controlar las relaciones interpersonales en función del género y del sexo. Su visión del feminismo se apoya en aquella que sostuviera Simone de Beauvoir, que vinculaba la lógica marxista con la dominación patriarcal y, de tal modo, con la lucha por la liberación de la mujer como tal, como categoría, como clase. Para este radicalismo, la lucha contra lo que denominan “sistema capitalista” y feminismo es lo mismo, algo único, con lo cual no cabe reconocer diversidad en el universo feminista sin perjudicar la causa, ni discrepar sobre la visión totalitaria de ordenación de las relaciones desde la óptica de género, sin ser reconocido como un traidor a la causa misma. Dicho de una forma más sencilla: se ha introducido la visión marxista de la lucha de clases dentro de la lucha contra la discriminación que sufre la mujer y se ha identificado esta guerra de clases con una guerra de géneros. Algo que, si bien no han reconocido oficialmente, porque no son idiotas, sí está explícito en sus discursos, en su praxis y en el Manifiesto mismo de convocatoria de la Huelga Feminista: http://hacialahuelgafeminista.org/manifiesto-8m/
Como todos los planteamientos totalitarios, tiene la ambición de ser científico, descansar sobre bases científicas, porque así pueden asumir que quien no está de acuerdo está “objetivamente” equivocado, lanzarse a su yugular y tratar de anularle en una actitud encomiable necesaria para mantener el rumbo que invariablemente sigue la Historia, en su visión determinista de la Vida y del Mundo. Establecida esta unión, procede ahora disolver al individuo en la colectividad, negando la capacidad libre de decidir de las personas, sean estas hombres o mujeres, e imponerles un modo de vivir y de pensar diseñado por los ideólogos feministas, que saben perfectamente mejor que nadie qué es correcto y qué no, tachando a las mujeres que no están de acuerdo con ello de machistas, vendidas, torpes, incultas o estúpidas. El control de las mentes y de los actos de los seres humanos, que es y ha sido siempre la aspiración máxima de los socialistas y de los comunistas, del Totalitarismo en definitiva, como se puede extraer de la relación tan cordial que el radicalismo feminista mantiene con el radicalismo islámico, expresión horrenda de cuantas haya de trato vejatorio e infame sobre la mujeres. Su espíritu no es otro que la venganza, tratando de subvertir el Estado de Derecho y de crear normas que discriminen al Hombre y ensalcen a la Mujer, como categorías absolutas y abandonando la sujeción individual a las leyes y al Derecho en general. Según este planteamiento, el Hombres es, por naturaleza, violento y opresor, razón por la cual es necesario implementar un castigo para “equilibrar la balanza”, una suerte de paliza sin puñetazos, haciendo recaer sobre las nuevas generaciones el castigo por los pecados de la anterior. Hay que establecer leyes discriminatorias y que atenten contra la igualdad que dicen defender porque como los Hombres de ahora pertenecen a la estirpe del Hombre, hay que valorarles en función de que pertenezcan a ella y no en función de quiénes sean como individualidades irrepetibles. De esta forma, una vez elevado el estatus de la “Mujer” como categoría indivisible hacia la deificación definitiva y a un estándar privilegiado como grupo, se habrá hecho justicia, y los líderes de estos colectivos estarán en una posición inexpugnable para dictar su modelo de sociedad al común de los mortales y no ser cuestionados por ello.
Utilizan varias falsedades que esconden realidades dolorosas, pero que no por ello podemos dejar de verlas como tales. La primera de ellas es la Brecha Salarial entre Hombres y Mujeres, que ciertamente existe, pero que no se produce porque se le pague menos a la mujer cuando realiza el mismo trabajo que el hombre, sino que se debe al pago diferente por trabajo diferente. Puesto que la mujer, desgraciadamente, se ha incorporado más tarde al mercado laboral, y generalmente en los sectores y puestos de trabajo peor remunerados, la diferencia se produce por acceder y laborar en dichas categorías laborales en menor medida que el hombre, que trabaja más horas que la mujer en promedio, no porque un género o un sexo sea más holgazán o trabajador que el otro, sino por el número de personas pertenecientes a la categoría “hombre” o “mujer” que están insertas dentro de un sector determinado. La verdadera brecha salarial se ha de medir en función de la remuneración por hora y por sector, no en función de cifras globales y cerradas que sirvan de muletilla para el discurso facilón. Es la maternidad la que bifurca en gran medida la vida laboral entre un hombre y una mujer, toda vez que efectivamente provenimos de una cultura machista que hace asimilar unos roles sexistas a las personas en función de a qué categoría “pertenezcan”. El acogimiento de las mujeres a las bajas por maternidad en mayor medida que los hombres por paternidad aumenta considerablemente esta brecha, sumado al ‘Techo de cristal’ que implica que gran parte de los puestos directivos con mayor antigüedad están copados por hombres debido a una cuestión generacional y relacionada con la tardía incorporación de la mujer al mercado laboral a la que antes se ha aludido. Esta es la causa, y no otra. Desde luego, algo muy alejado de la demagogia referida al patriarcado en contubernio con el capitalismo neoliberal que explota y discrimina a la mujer. Baste para ello solamente con echar un vistazo a la brecha salarial y, por extensión, a la situación general de la mujer, en los países comunistas con economías panificadas o muy intervenidas, para comprobar, junto al mayor nivel de bienestar, libertad, renta per cápita, capacidad de poder adquisitivo y garantías jurídico-políticas de los países con economías más liberalizadas la falsedad absoluta de este argumento propagandístico.
La segunda es el llamado Terrorismo Machista, término aberrante jurídicamente que asume que la violencia doméstica o conyugal que sufren las mujeres -y otros- se debe a una lógica organizada por parte de los hombres para imponer su visión masculina de superioridad sobre la mujer maltratada. Unas conductas que no caben en absoluto dentro de tipo recogido en el artículo 573 del Código Penal Español a día de hoy:
1. Se considerarán delito de terrorismo la comisión de cualquier delito grave contra la vida o la integridad física, la libertad, la integridad moral, la libertad e indemnidad sexuales, el patrimonio, los recursos naturales o el medio ambiente, la salud pública, de riesgo catastrófico, incendio, contra la Corona, de atentado y tenencia, tráfico y depósito de armas, municiones o explosivos, previstos en el presente Código, y el apoderamiento de aeronaves, buques u otros medios de transporte colectivo o de mercancías, cuando se llevaran a cabo con cualquiera de las siguientes finalidades:
1.ª Subvertir el orden constitucional, o suprimir o desestabilizar gravemente el funcionamiento de las instituciones políticas o de las estructuras económicas o sociales del Estado, u obligar a los poderes públicos a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo.
2.ª Alterar gravemente la paz pública.
3.ª Desestabilizar gravemente el funcionamiento de una organización internacional.
4.ª Provocar un estado de terror en la población o en una parte de ella.
2. Se considerarán igualmente delitos de terrorismo los delitos informáticos tipificados en los artículos 197 bis y 197 ter y 264 a 264 quater cuando los hechos se cometan con alguna de las finalidades a las que se refiere el apartado anterior.
3. Asimismo, tendrán la consideración de delitos de terrorismo el resto de los delitos tipificados en este Capítulo.
Asumir que siempre que existe violencia hacia una mujer por parte de un agresor que sea hombre es una manifestación de terrorismo o que siempre estará motivada por una razón sexista, o que esta será, sí o sí, la razón que por obligación va a subyacer sobre la conducta misma, se escapa ampliamente de los márgenes del Estado de Derecho, elimina la Carga de la Prueba y la Presunción de Inocencia, pasando a sustituir la investigación rigurosa por la ideología política y consagrando la criminalización del Hombre por el mero hecho de nacer así. En todo caso asumiendo que estas medidas liberticidas sirven para algo, porque la presencia de la violencia todavía entre nosotros supone un duro varapalo difícilmente encajable para los promotores de esta legislación. La solución realista es la creación de un agravante de género en lo que a la pena respecta, como el que existe para el racismo, siempre que se pueda probar que este se ha dado, y no dando por hecho que en función del quien comete el delito y de quién es la víctima, este existe o no. Como inconcebible será presuponer y recoger por ley que siempre que exista una agresión de un agresor blanco sobre una víctima de color, el motivo es, inapelablemente, racista. Y aún más, que dicha violencia de género o racista sólo puede darse de uno hacia otro pero no al revés, esto es, que violencia de género es sólo del hombre hacia la mujer, como violencia racista sólo sería del blanco hacia el de color. Un planteamiento de clase cuya única finalidad es perpetuar el dominio de unos grupos y el sometimiento de otros, cuando el único objetivo legítimamente perseguible es la libertad, la igualdad y el bienestar de todos, independientemente de su sexo, de su género, de su raza, de su religión, de sus ideas o de su procedencia. Un aviso duro para un Estado que despilfarra a mansalva y que puede utilizar mucho de ese dinero que los corruptos utilizan para engordar sus cuentas bancarias en crear los mecanismos sociales y de protección policial para que la mujeres maltratadas pierdan de una vez el miedo a denunciar y no pasen a formar parte de las estadísticas de asesinadas por haberlo hecho.
El 8 de Marzo no hay que reivindicar a la Mujer por ser Mujer. Ni asumir que “ahora deciden ellas”. Decidimos todos. Y no otorgamos ventajas o ponemos dificultades apriorísticas por que se sea Hombre o Mujer. Pensar que una Mujer por el hecho de serlo ya tiene inalienablemente unos atributos positivos es tan absurdo como hacerlo para el Hombre. Y a la inversa, para los negativos. No hay que pelear por las categorías ni por venganzas. Hay que pelear por los seres humanos individuales y por su libertad para vivir como les plazca y hacer con su cuerpo lo que quieran. Este es el Movimiento Feminista que hay que construir, fuera de ideologías políticas, de totalitarismos y de populismo, capaz de dirigir esa lucha universal por la igualdad real y el fin de la discriminación y de la violencia sobre las mujeres. Esta es la fiesta del 9 de Marzo que yo quiero celebrar. Este es el Día de la Mujer con el que yo sueño.
Pablo Gea
Comentarios: