Dicen de las relaciones entre España y sus antiguas colonias de América, hoy paises independientes, están presidida por un intenso y apasionado amor-odio. Debe ser cierto a juzgar por las relaciones actuales entre España y los dos países que más dinero le deben en todo el mundo: Cuba y Argentina, cuyos gobiernos son también los más altivos displicentes y arrogantes con todo lo español.
Quizás sea cierto también aquello que decía el sabio Miguel de Unamuno, que lo mejor es no hacer favores a los amigos porque cuando un amigo te debe algo, la amistad siempre se rompe.
Cuba es el país que más dinero debe a España en todo el mundo, 1.708 millones de euros, seguida de Argentina, que le debe 1.200 millones. En ambos países, España es el primer inversionista extanjero y hay miles de empresarios españoles que han ido allí a crear empresas y negocios. Sin embargo, las deudas se renuevan una y otra vez y se perpetúan, sin que haya forma de cobrarlas. Uno y otro país parecen creer que no tienen por qué pagar.
La respuesta antiespañola de ambos "amigos" deudores es indignante: Pérez Roque, arrogante y totalitario ministro de exteriores cubano, se "puso brevo" y exigió reparaciones inmediatas a España porque Zapatero, que no es ningún valiente, se atrevió a pedir "cambios rápidos" democráticos en la isla, que todos saben que es una enorme prisión. Obviamente, Zapatero guarda silencio desde entonces, ante la indignación de muchos españoles demócratas, a los que nos gustaría que el tal Perez Roque y su séquito gubernamental de fascistas rojos se deslizaran, al menos un centímetro, hacia el respeto a su pueblo y la democracia. Cuba, no paga pero hostiga y ofende, sin perder ocasiones, olvidando las décadas de constante apoyo a su país, cuando era víctima real del bloqueo, incluso en los tiempos del dictador español Franco. El caso argentino es, si cabe, más sangrante, porque se trata de un país con el que España comparte una teórica fe en el sistema democrático. Kirchner ha olvidado pronto que España fue el único país que acudió en apoyo de Argentina en el año 2001, pese al llamamiento en contra del Fondo Monetario Internacional, concediendo un crédito de 1.000 millones. El primer mandatario argentino no pierde una ocasión para desprestigiar y acosar a las empresas españolas establecidas allí, que, ciertamente, no son angeles y, como buenas hijas del capitalismo, buscan beneficios. Pero Kirchner, arrogante, debería dejar de jugar con fuego y cesar en un acoso pasado de moda, propio de aquella izquierda hija del mayo francés que se sentía obsesionada por las multinacionales. Kirchner debería aprender que el mundo global es hoy otro, que las empresas son portadoras de riqueza y empleo, en Argentina, España, Francia y cualquier lugar del mundo, y que si se vive en el sistema, hay que aceptar sus reglas.
Limosol
Quizás sea cierto también aquello que decía el sabio Miguel de Unamuno, que lo mejor es no hacer favores a los amigos porque cuando un amigo te debe algo, la amistad siempre se rompe.
Cuba es el país que más dinero debe a España en todo el mundo, 1.708 millones de euros, seguida de Argentina, que le debe 1.200 millones. En ambos países, España es el primer inversionista extanjero y hay miles de empresarios españoles que han ido allí a crear empresas y negocios. Sin embargo, las deudas se renuevan una y otra vez y se perpetúan, sin que haya forma de cobrarlas. Uno y otro país parecen creer que no tienen por qué pagar.
La respuesta antiespañola de ambos "amigos" deudores es indignante: Pérez Roque, arrogante y totalitario ministro de exteriores cubano, se "puso brevo" y exigió reparaciones inmediatas a España porque Zapatero, que no es ningún valiente, se atrevió a pedir "cambios rápidos" democráticos en la isla, que todos saben que es una enorme prisión. Obviamente, Zapatero guarda silencio desde entonces, ante la indignación de muchos españoles demócratas, a los que nos gustaría que el tal Perez Roque y su séquito gubernamental de fascistas rojos se deslizaran, al menos un centímetro, hacia el respeto a su pueblo y la democracia. Cuba, no paga pero hostiga y ofende, sin perder ocasiones, olvidando las décadas de constante apoyo a su país, cuando era víctima real del bloqueo, incluso en los tiempos del dictador español Franco. El caso argentino es, si cabe, más sangrante, porque se trata de un país con el que España comparte una teórica fe en el sistema democrático. Kirchner ha olvidado pronto que España fue el único país que acudió en apoyo de Argentina en el año 2001, pese al llamamiento en contra del Fondo Monetario Internacional, concediendo un crédito de 1.000 millones. El primer mandatario argentino no pierde una ocasión para desprestigiar y acosar a las empresas españolas establecidas allí, que, ciertamente, no son angeles y, como buenas hijas del capitalismo, buscan beneficios. Pero Kirchner, arrogante, debería dejar de jugar con fuego y cesar en un acoso pasado de moda, propio de aquella izquierda hija del mayo francés que se sentía obsesionada por las multinacionales. Kirchner debería aprender que el mundo global es hoy otro, que las empresas son portadoras de riqueza y empleo, en Argentina, España, Francia y cualquier lugar del mundo, y que si se vive en el sistema, hay que aceptar sus reglas.
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