No son sólo los obispos los que orientan el voto, -hay que ver la que han formado estos del laicismo incisivo y el anticlericalismo ofensivo-, sino también los hados entran en campaña. En sus fatales augurios, ayer, a un mes escaso de las elecciones generales, aseguraron que este Enero de 2008 ha sido el mes, en que más ha subido el paro en nuestra historia reciente. Día fatídico para presentar su cartel socialista “Por el pleno empleo”. ¡Qué sutileza! ¡Son unos linces! Han ido al paro 132.378 trabajadores, más del doble que en cualquier otro mes de enero de los últimos cinco años; el desempleo en el sector servicios, en la construcción y en industria, con 2.261.925, alcanza las cifras de hace una década; el número de afiliados a la Seguridad Social se redujo en 84.697 individuos y los contratos indefinidos disminuyeron un 23%. El pánico hace caer en picado la Bolsa, se derrumban el índice de confianza y la producción industrial. El incremento real de los precios de los productos de primera necesidad es el mayor de los últimos 24 años.
El martes, mientras los aspirantes se jugaban la presidencia de los Estados Unidos, el candidato Zapatero sufría, como un conjuro, el mazazo del mayor cómputo de datos económicos negativos. Pero, aún así, este Gobierno dice que no está preocupado; la tozuda realidad se impone. La incertidumbre de los españoles, sobre la situación actual y las expectativas de empleo, corroe la confianza. Hasta el Instituto de Crédito Oficial ha afirmado que la fe y la esperanza ciudadanas respecto a la economía han caído, a sus niveles más bajos, en enero por noveno mes consecutivo. Su propio “amigo” socialista, Joaquín Almunia, comisario de Asuntos Económicos de la Unión Europea, desde su alto rango, reprende y critica su ligereza y actuación políticas. Desde que se inició la sintomática desaceleración en la construcción y la crisis de las hipotecas basura, la economía ha ido en deterioro: se disparó la inflación, voló el consumo y la inversión, enfermó la Bolsa y el PIB, aumentó el paro y el precio del petróleo, subieron las cuotas de las hipotecas y disminuyeron las ventas y actividades.
A diario, se deshace la versión del Gobierno sobre la economía y el hombrecete del talante, apuntalando su mala gestión, osa calificar de «antipatriotas», a los que difieren y lo corrigen. ¡Qué gran patriota, que tiene hoy el dato demoledor del desempleo de hace una década! El Gobierno ha tenido que corregir a la baja sus previsiones de crecimiento, y, aún, manda a la vice, De la Vega, a implorar que desoigan los «cantos apocalípticos», que no se alarmen ante «algunos datos coyunturales» y al locuaz, José Blanco, a defender la «gran» creación de empleo estable lograda en esta legislatura.
Lo cierto es que los jóvenes malviven, que las economías familiares, derrumbadas, no dan para pagar, comer y vivir, que en este dramático enero se han destruido más de 4.400 empleos cada día. La credibilidad del Gobierno se ha hundido, según certifica el último sondeo del CIS; los sufridos españoles ya no lo creen, sus explicaciones les suenan cada vez más vacías, a excusas, una pura estrategia, ante la inminencia de las elecciones. No tienen «motivos para creerlo»; si fue capaz de ocultarles la verdad en relación a la negociación con ETA, como el propio presidente ha confirmado, en razón de qué van a confiar ahora. En cuatro años, no ha desarrollado la Ley de Empleo de 2003, que hubiera dinamizado la contratación y la flexibilidad, sino que ha permitido se arruine la unidad del mercado laboral, triturado por la incapacidad de los gobiernos autonómicos; en Andalucía, el desempleo sube un 4,4% y Chaves sigue impávido y, con él, el PSOE, en su tesis de que la economía va bien, optimista y justificado, porque dará el cheque de los 400 euros, no se sabe cómo ni a quiénes.
Endiosados, piden un acto de fe, mientras maquillan u ocultan factores y cifras, pues los números no cuadran; no es creíble que el PIB siga creciendo al 3,5% contra los cálculos de los principales analistas nacionales e internacionales.
Camilo Valverde
El martes, mientras los aspirantes se jugaban la presidencia de los Estados Unidos, el candidato Zapatero sufría, como un conjuro, el mazazo del mayor cómputo de datos económicos negativos. Pero, aún así, este Gobierno dice que no está preocupado; la tozuda realidad se impone. La incertidumbre de los españoles, sobre la situación actual y las expectativas de empleo, corroe la confianza. Hasta el Instituto de Crédito Oficial ha afirmado que la fe y la esperanza ciudadanas respecto a la economía han caído, a sus niveles más bajos, en enero por noveno mes consecutivo. Su propio “amigo” socialista, Joaquín Almunia, comisario de Asuntos Económicos de la Unión Europea, desde su alto rango, reprende y critica su ligereza y actuación políticas. Desde que se inició la sintomática desaceleración en la construcción y la crisis de las hipotecas basura, la economía ha ido en deterioro: se disparó la inflación, voló el consumo y la inversión, enfermó la Bolsa y el PIB, aumentó el paro y el precio del petróleo, subieron las cuotas de las hipotecas y disminuyeron las ventas y actividades.
A diario, se deshace la versión del Gobierno sobre la economía y el hombrecete del talante, apuntalando su mala gestión, osa calificar de «antipatriotas», a los que difieren y lo corrigen. ¡Qué gran patriota, que tiene hoy el dato demoledor del desempleo de hace una década! El Gobierno ha tenido que corregir a la baja sus previsiones de crecimiento, y, aún, manda a la vice, De la Vega, a implorar que desoigan los «cantos apocalípticos», que no se alarmen ante «algunos datos coyunturales» y al locuaz, José Blanco, a defender la «gran» creación de empleo estable lograda en esta legislatura.
Lo cierto es que los jóvenes malviven, que las economías familiares, derrumbadas, no dan para pagar, comer y vivir, que en este dramático enero se han destruido más de 4.400 empleos cada día. La credibilidad del Gobierno se ha hundido, según certifica el último sondeo del CIS; los sufridos españoles ya no lo creen, sus explicaciones les suenan cada vez más vacías, a excusas, una pura estrategia, ante la inminencia de las elecciones. No tienen «motivos para creerlo»; si fue capaz de ocultarles la verdad en relación a la negociación con ETA, como el propio presidente ha confirmado, en razón de qué van a confiar ahora. En cuatro años, no ha desarrollado la Ley de Empleo de 2003, que hubiera dinamizado la contratación y la flexibilidad, sino que ha permitido se arruine la unidad del mercado laboral, triturado por la incapacidad de los gobiernos autonómicos; en Andalucía, el desempleo sube un 4,4% y Chaves sigue impávido y, con él, el PSOE, en su tesis de que la economía va bien, optimista y justificado, porque dará el cheque de los 400 euros, no se sabe cómo ni a quiénes.
Endiosados, piden un acto de fe, mientras maquillan u ocultan factores y cifras, pues los números no cuadran; no es creíble que el PIB siga creciendo al 3,5% contra los cálculos de los principales analistas nacionales e internacionales.
Camilo Valverde
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