Como propietario de empresas que fuí y otras veces formando parte de compañías de media-alta categoría, conozco bien la publicidad. En mi caso era un sector de suma importancia pero que absorbía ingentes cantidades de dinero al que frecuentemente no alcanzaban los presupuestos. Resumen, que nunca he logrado realizar las campañas que tenía en mente y consideraba necesarias por el sencillo motivo: "no había presupuesto". Lo sustituíamos con la aportación personal y trato esmerado al cliente y sobre todo, calidad del producto.
En estos momentos de circo electoral me encuentro como vuelto del revés, mareado, la profusión de vallas faraónicas con desgraciados y manidos eslóganes, carteles, pasquines, banderolas, colgantes con caras muy a menudo desconocidas, siglas que en muchas ocasiones no consigo descifrar me golpean la vista en cuanto salgo del garaje. Si me fijase en ellos el accidente sería incuestionable. En cualquier pueblecito, y en mi caso hablo de uno de menos de 3000 habitantes, hay cuatro o cinco partidos, ni me preocupo de contarlos. Hay publicidad hasta en los contenedores de basura, postes del tendido eléctrico. Esto cuesta un pastón. Sospecho que me equivoqué de empresa porque con ese dinero yo habría conseguido colocar mi producto hasta en el Alto Volta. Claro, el producto debería tener un mínimo de calidad. Alguien dijo: No se puede engañar a todos a la vez durante mucho tiempo ni a uno para siempre. Traducido hoy sería: Se les ve el plumero. El producto es una caca y además pasado de fecha.
¿De dónde sale esta ingente cantidad de fondos? ¿Es necesario invertirlos en destrozar el medio ambiente con esta plaga de publicidad que nos importa tan poco? ¿Sobra tanto dinero en las arcas del Estado para promocionar la "cara" de tantos espontáneos amateur de la política? Y sobre todo, ¿ES TAN MALO EL PRODUCTO QUE HAY QUE INVERTIR TANTO EN PUBLICIDAD?
Claro que tal vez yo he interpreto erróneamente el negocio. Una alcaldía debe ser una mina. No venden producto alguno y menos con garantía de calidad, sino que luchan desesperados por conservar "el sillón" y lo que conlleva y proporciona. Hablo de un pueblo de menos de 3000 habitantes, un sueldo de alcalde 30.000 euros, más dietas, plenos, representación, pero ojo, por media jornada. Hombre, aquí no hay producto lo que hay es una encarnizada lucha por "el sillón" y las añadiduras. Toda publicidad es poca sobre todo si la pagan los mismos clientes que cada día se acercan menos a las urnas o votan en blanco.
Como aquí me dejan decir muchas cosas y nadie me echa broncas, me atrevo a lanzar la idea:
SI UN PARTIDO ADMINISTRA "X" CANTIDAD DE DINERO OFICIAL PARA ELECCIONES Y NO SACA "X" VOTOS, DEBE DEVOLVER EL DINERO O PARTE DEL MISMO.
Como tampoco me hace nadie caso, esta idea dejará de tener importancia como tantas otras. Al menos nos queda el humor y otra cosa.
Ligur
En estos momentos de circo electoral me encuentro como vuelto del revés, mareado, la profusión de vallas faraónicas con desgraciados y manidos eslóganes, carteles, pasquines, banderolas, colgantes con caras muy a menudo desconocidas, siglas que en muchas ocasiones no consigo descifrar me golpean la vista en cuanto salgo del garaje. Si me fijase en ellos el accidente sería incuestionable. En cualquier pueblecito, y en mi caso hablo de uno de menos de 3000 habitantes, hay cuatro o cinco partidos, ni me preocupo de contarlos. Hay publicidad hasta en los contenedores de basura, postes del tendido eléctrico. Esto cuesta un pastón. Sospecho que me equivoqué de empresa porque con ese dinero yo habría conseguido colocar mi producto hasta en el Alto Volta. Claro, el producto debería tener un mínimo de calidad. Alguien dijo: No se puede engañar a todos a la vez durante mucho tiempo ni a uno para siempre. Traducido hoy sería: Se les ve el plumero. El producto es una caca y además pasado de fecha.
¿De dónde sale esta ingente cantidad de fondos? ¿Es necesario invertirlos en destrozar el medio ambiente con esta plaga de publicidad que nos importa tan poco? ¿Sobra tanto dinero en las arcas del Estado para promocionar la "cara" de tantos espontáneos amateur de la política? Y sobre todo, ¿ES TAN MALO EL PRODUCTO QUE HAY QUE INVERTIR TANTO EN PUBLICIDAD?
Claro que tal vez yo he interpreto erróneamente el negocio. Una alcaldía debe ser una mina. No venden producto alguno y menos con garantía de calidad, sino que luchan desesperados por conservar "el sillón" y lo que conlleva y proporciona. Hablo de un pueblo de menos de 3000 habitantes, un sueldo de alcalde 30.000 euros, más dietas, plenos, representación, pero ojo, por media jornada. Hombre, aquí no hay producto lo que hay es una encarnizada lucha por "el sillón" y las añadiduras. Toda publicidad es poca sobre todo si la pagan los mismos clientes que cada día se acercan menos a las urnas o votan en blanco.
Como aquí me dejan decir muchas cosas y nadie me echa broncas, me atrevo a lanzar la idea:
SI UN PARTIDO ADMINISTRA "X" CANTIDAD DE DINERO OFICIAL PARA ELECCIONES Y NO SACA "X" VOTOS, DEBE DEVOLVER EL DINERO O PARTE DEL MISMO.
Como tampoco me hace nadie caso, esta idea dejará de tener importancia como tantas otras. Al menos nos queda el humor y otra cosa.
Ligur
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