Respetada (hasta hoy) Almudena:
Reconocerás conmigo que hablar de fusilamientos en esta España crispada que sufrimos es un despropósito indecente y una imbecilidad. Creo que has perdido los nervios al declarar que fusilarías cada mañana a "dos o tres voces de la derecha española". Imagina que los de la derecha hicieran lo mismo que tú con tus amigos de la izquierda. Tendríamos de nuevo una guerra civil en la que tú habrías incitado a dar el paso más decisivo y despreciable del género humano, el de matar a nuestros semejantes.
Deberías saber que los intelectuales no teneis derecho a perder los papeles y a decir canalladas. Para eso están las masas descerebradas. Los escritores, artistas y otros personajes populares admirados teneis el deber de ser ejemplares. La dimensión ejemplarizante es un deber para intelectuales y políticos, pero, desgraciadamente, en España esa obligación se ha olvidado, hasta el punto de que los peores ejemplos llegan muchas veces desde la cúspide, como en tu caso, toda una alteración del orden cultural y moral. La gente os observa como modelos y tiende a seguir vuestro ejemplo, pero, al parecer, tu prefieres dar a los ciudadanos el peor de los ejemplos, incitandoles al asesinato.
Me decepcionas, Almudena, sobre todo porque eres mujer y porque muchos hemos soñado durante años que cuando la mujer consiguiera incorporarse al poder y participar con mayor fuerza en los procesos de toma de decisiones, todo mejoraría. Pensaba yo que vosotras, por vuestra condición exclusiva de madres, podriais restar violencia y aportar serenidad y amor a la convivencia, haciendola más humana y justa, pero, al parecer, me equivoco porque lo que quieres aportar es paredón, fusilamiento y sangre.
Comprendo que la vida es dura y que trabajas en el grupo PRISA, pero un intelectual está obligado a elevarse sobre la media, a alejarse de las ataduras y a hablar con solvencia. Me resisto a creer que quieras asesinar a los voceros de la derecha sólo porque seas tertuliana de la SER. Sería demasiado vil.
Perdóname el atrevimiento, pero debo recordarte que, en adelante, cuando hables, piensa primero lo que dices y procura que tus palabras sumen y no resten. Me resisto a pensar que tu creas que fusilar es sumar. Si eso fuera así, entonces, tu problema no sería el de un entendimiento confuso del papel de intelectual sino el de una alteración mental grave, que deberáis tratártela en algún servicio médico.
Reconocerás conmigo que hablar de fusilamientos en esta España crispada que sufrimos es un despropósito indecente y una imbecilidad. Creo que has perdido los nervios al declarar que fusilarías cada mañana a "dos o tres voces de la derecha española". Imagina que los de la derecha hicieran lo mismo que tú con tus amigos de la izquierda. Tendríamos de nuevo una guerra civil en la que tú habrías incitado a dar el paso más decisivo y despreciable del género humano, el de matar a nuestros semejantes.
Deberías saber que los intelectuales no teneis derecho a perder los papeles y a decir canalladas. Para eso están las masas descerebradas. Los escritores, artistas y otros personajes populares admirados teneis el deber de ser ejemplares. La dimensión ejemplarizante es un deber para intelectuales y políticos, pero, desgraciadamente, en España esa obligación se ha olvidado, hasta el punto de que los peores ejemplos llegan muchas veces desde la cúspide, como en tu caso, toda una alteración del orden cultural y moral. La gente os observa como modelos y tiende a seguir vuestro ejemplo, pero, al parecer, tu prefieres dar a los ciudadanos el peor de los ejemplos, incitandoles al asesinato.
Me decepcionas, Almudena, sobre todo porque eres mujer y porque muchos hemos soñado durante años que cuando la mujer consiguiera incorporarse al poder y participar con mayor fuerza en los procesos de toma de decisiones, todo mejoraría. Pensaba yo que vosotras, por vuestra condición exclusiva de madres, podriais restar violencia y aportar serenidad y amor a la convivencia, haciendola más humana y justa, pero, al parecer, me equivoco porque lo que quieres aportar es paredón, fusilamiento y sangre.
Comprendo que la vida es dura y que trabajas en el grupo PRISA, pero un intelectual está obligado a elevarse sobre la media, a alejarse de las ataduras y a hablar con solvencia. Me resisto a creer que quieras asesinar a los voceros de la derecha sólo porque seas tertuliana de la SER. Sería demasiado vil.
Perdóname el atrevimiento, pero debo recordarte que, en adelante, cuando hables, piensa primero lo que dices y procura que tus palabras sumen y no resten. Me resisto a pensar que tu creas que fusilar es sumar. Si eso fuera así, entonces, tu problema no sería el de un entendimiento confuso del papel de intelectual sino el de una alteración mental grave, que deberáis tratártela en algún servicio médico.
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