Durante el año sin gobierno la publicidad institucional ha desaparecido prácticamente y entre otras, la referente a la violencia doméstica. Pero el número de muertes no ha descendido apreciablemente y el leve descenso se puede deber a esa falta de publicidad, a la mejoría económica o a cualquiera de los muchos factores que inciden en las relaciones de pareja. Pero con publicidad, a la que muchos consideran estimuladora de la violencia o sin ella, se observa que las cifras se mantienen más o menos constantes.
La publicidad insiste en que la mujer es un ser angelical y es el hombre el culpable de todo y que las muertes se producen sin el menor motivo, sólo por capricho del macho terrorista. Pero es que la legislación también lo hace y discrimina, contraviniendo la Constitución, considerando que la mujer siempre dice la verdad y el hombre siempre miente.
El feminismo militante, inspirador de toda la propaganda y de las leyes, hace un retrato esperpéntico de la mujer, hasta tal punto que el ideal feminista tiene poco que ver con ella. Ser mujer está prohibido y hay que ser algo indefinido y autosuficiente con fuerza física o al menos con carácter fuerte, más propio de los machos. Y por supuesto, ni pensar en relacionarse con ellos.
Ese ideal, además, contradictorio, choca con la realidad y nos encontramos que la mujer sigue existiendo, entre otras cosas porque está muy adaptada al medio. Cierto que no tiene fuerza física, pero lo compensa con su inteligencia y es capaz de ejercer la violencia, incluso más grave que la del hombre, a base de manipulación psicológica. El hombre aplica una fuerza explosiva, muy grande pero durante poco tiempo. La mujer ejerce una fuerza pequeña, durante mucho tiempo, que es más eficaz. La constancia es una virtud que lleva al éxito. Y esta es la parte que niega el feminismo. Para este, la mujer es un ser angelical incapaz de maldad alguna, por eso las leyes deben protegerla especialmente
Pero la realidad es tozuda y nos muestra a las mujeres ejerciendo la violencia de mil formas distintas y tal vez la más aberrante y que el feminismo presenta como un orgullo y un logro, sea matar a sus hijos dentro de ellas, sin olvidar, el resto de formas de violencia de las que existen muestras de todas.
El feminismo es una contradicción en sí mismo, si ha sobrevivido tanto tiempo es por la publicidad implacable y por la acción política que lo protege y lo alienta. Pero es cuestión de tiempo, de poco tiempo, que el mito se desmorone y la gente se pregunte cómo pudo durar ese engendro tanto tiempo. Y no niego los logros del feminismo en los primeros tiempos, que al final consiguieron igualar al mujer al hombre en derechos civiles.
El feminismo, aunque se nos presente disfrazado, cada vez tiene menos apoyos entre el ciudadano normal y especialmente entre las mujeres, que no se identifican y cada vez menos, con los estereotipos delirantes que les presentan.
Sin embargo se mantiene, porque es un negocio del que vive mucha gente, al fin y al cabo se dispone de fondos ilimitados ya que los políticos dedican grandes partidas presupuestarias a financiarlo.
(Sigue)
Vanlop
La publicidad insiste en que la mujer es un ser angelical y es el hombre el culpable de todo y que las muertes se producen sin el menor motivo, sólo por capricho del macho terrorista. Pero es que la legislación también lo hace y discrimina, contraviniendo la Constitución, considerando que la mujer siempre dice la verdad y el hombre siempre miente.
El feminismo militante, inspirador de toda la propaganda y de las leyes, hace un retrato esperpéntico de la mujer, hasta tal punto que el ideal feminista tiene poco que ver con ella. Ser mujer está prohibido y hay que ser algo indefinido y autosuficiente con fuerza física o al menos con carácter fuerte, más propio de los machos. Y por supuesto, ni pensar en relacionarse con ellos.
Ese ideal, además, contradictorio, choca con la realidad y nos encontramos que la mujer sigue existiendo, entre otras cosas porque está muy adaptada al medio. Cierto que no tiene fuerza física, pero lo compensa con su inteligencia y es capaz de ejercer la violencia, incluso más grave que la del hombre, a base de manipulación psicológica. El hombre aplica una fuerza explosiva, muy grande pero durante poco tiempo. La mujer ejerce una fuerza pequeña, durante mucho tiempo, que es más eficaz. La constancia es una virtud que lleva al éxito. Y esta es la parte que niega el feminismo. Para este, la mujer es un ser angelical incapaz de maldad alguna, por eso las leyes deben protegerla especialmente
Pero la realidad es tozuda y nos muestra a las mujeres ejerciendo la violencia de mil formas distintas y tal vez la más aberrante y que el feminismo presenta como un orgullo y un logro, sea matar a sus hijos dentro de ellas, sin olvidar, el resto de formas de violencia de las que existen muestras de todas.
El feminismo es una contradicción en sí mismo, si ha sobrevivido tanto tiempo es por la publicidad implacable y por la acción política que lo protege y lo alienta. Pero es cuestión de tiempo, de poco tiempo, que el mito se desmorone y la gente se pregunte cómo pudo durar ese engendro tanto tiempo. Y no niego los logros del feminismo en los primeros tiempos, que al final consiguieron igualar al mujer al hombre en derechos civiles.
El feminismo, aunque se nos presente disfrazado, cada vez tiene menos apoyos entre el ciudadano normal y especialmente entre las mujeres, que no se identifican y cada vez menos, con los estereotipos delirantes que les presentan.
Sin embargo se mantiene, porque es un negocio del que vive mucha gente, al fin y al cabo se dispone de fondos ilimitados ya que los políticos dedican grandes partidas presupuestarias a financiarlo.
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Vanlop
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