No logramos la normal convivencia con Marruecos. Ahí, enfrente, este vecindaje africano no cesa de incomodar con murga insufrible. Ahora, ante la visita lógica y natural de nuestros Reyes, monta su algarabía, amenaza y reclama la apertura inmediata de diálogo sobre la soberanía de Ceuta y Melilla. ¡Aquí, hoy, no hay nada que dialogar ni negociar! La negociación se perdió el nefando día de la denigrante ‘marcha verde’.
Ojo avizor, humeando la debilidad del Gobierno de R. Zapatero, Marruecos enciende el fuego de su presión y ya instiga y manda a melilla la primera patera preñada de una buena carga de subsaharianos. España también puede tomar represalias con los residentes y los que nos cruzan en verano. El año de gracia del 2002, cuando tuvo lugar el incidente del islote Perejil, se le mostraron los dientes y Bush no tardó en intervenir. En este momento, Zapatero, sin su apoyo y con un ejército disminuido y descafeinado, tendrá que recurrir a sus grandes amiguetes, Castro, Chávez y Evo.
Es que no se enteran ni quieren enterarse. Ceuta y Melilla han sido siempre españolas y así deben seguir, pese a ERC y parte de la izquierda inculta, maliciosa y entreguista. Son ciudades españolas mucho antes que ellos y los marroquíes existieran ni pensaran existir. Ya en la antigüedad, Ceuta fue sucesivamente fenicia, griega, cartaginesa, romana, visigoda y bizantina. A mediados de s. V d. C., pertenecía a los visigodos considerados los creadores del primer reino peninsular, gobernada por el conde D. Julián, famoso traidor, que, en el 711, facilitó el paso musulmán a la Península; en el siglo XIII, según señalan las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, estuvo en el ámbito de expansión de Castilla, cuyo primer hálito remonta al reinado de Fernando III el Santo. Ceuta, que nunca ha formado parte del reino alauita, pasó de Portugal a poder de España en 1688 y así continúa. Ni tampoco Melilla, que incorporaron a España, los RR. Católicos, en 1497.
El Gobierno de España nunca ha establecido negociación, ya que son parte de alguno de los reinos ibéricos desde el siglo XV. No existe axioma de legitimidad geográfica por el que un mar divida un país o su ciudadanía. Si fuese así, habría que reconstruir la organización y fronteras de medio mundo. Los marroquíes, pues, no tienen nada que reclamar.
El reino de Marruecos fue aceptado por la ONU en diciembre de 1956. Esa es la historia. Marruecos maniobra con Ceuta y Melilla. Y España defiende y protege el derecho y la historia de sus ciudades autónomas y con elecciones libres. Pero, es que ni geografía ni historia; ahí, basta con la voluntad de sus ciudadanos. Ni en Gibraltar quieren ser españoles ni en Ceuta marroquíes. Si la cuestión fuese al contrario, la gente lo llamaría autodeterminación, y para los españoles sería traición. Estamos en lo mismo, como siempre. El que nos acosa tiene sometido el Sahara y le niega su referéndum. No existen cuentas históricas ni morales pendientes, ya quedaron saldadas.
Los ceutíes y melillenses tienen el derecho a defenderse de tales ajustes y ataques, como a reducir la afluencia de más musulmanes, de modo que jamás superen a la población cristiana. Rechazan y se rebelan contra el Marruecos islámico, que impide sin tregua el proselitismo de otras religiones y su implantación. El nacionalismo de Marruecos, único lazo que une a islamistas, socialistas y nacionalistas marroquíes, ha incitado con ímpetu ese marco sectario y racial, sin cejar en su acoso insistente sobre una zona que supone propia. Con ello, oculta una política dictatorial, que olvida a su pueblo desfavorecido y empobrecido.
Camilo Valverde Mudarra
Ojo avizor, humeando la debilidad del Gobierno de R. Zapatero, Marruecos enciende el fuego de su presión y ya instiga y manda a melilla la primera patera preñada de una buena carga de subsaharianos. España también puede tomar represalias con los residentes y los que nos cruzan en verano. El año de gracia del 2002, cuando tuvo lugar el incidente del islote Perejil, se le mostraron los dientes y Bush no tardó en intervenir. En este momento, Zapatero, sin su apoyo y con un ejército disminuido y descafeinado, tendrá que recurrir a sus grandes amiguetes, Castro, Chávez y Evo.
Es que no se enteran ni quieren enterarse. Ceuta y Melilla han sido siempre españolas y así deben seguir, pese a ERC y parte de la izquierda inculta, maliciosa y entreguista. Son ciudades españolas mucho antes que ellos y los marroquíes existieran ni pensaran existir. Ya en la antigüedad, Ceuta fue sucesivamente fenicia, griega, cartaginesa, romana, visigoda y bizantina. A mediados de s. V d. C., pertenecía a los visigodos considerados los creadores del primer reino peninsular, gobernada por el conde D. Julián, famoso traidor, que, en el 711, facilitó el paso musulmán a la Península; en el siglo XIII, según señalan las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, estuvo en el ámbito de expansión de Castilla, cuyo primer hálito remonta al reinado de Fernando III el Santo. Ceuta, que nunca ha formado parte del reino alauita, pasó de Portugal a poder de España en 1688 y así continúa. Ni tampoco Melilla, que incorporaron a España, los RR. Católicos, en 1497.
El Gobierno de España nunca ha establecido negociación, ya que son parte de alguno de los reinos ibéricos desde el siglo XV. No existe axioma de legitimidad geográfica por el que un mar divida un país o su ciudadanía. Si fuese así, habría que reconstruir la organización y fronteras de medio mundo. Los marroquíes, pues, no tienen nada que reclamar.
El reino de Marruecos fue aceptado por la ONU en diciembre de 1956. Esa es la historia. Marruecos maniobra con Ceuta y Melilla. Y España defiende y protege el derecho y la historia de sus ciudades autónomas y con elecciones libres. Pero, es que ni geografía ni historia; ahí, basta con la voluntad de sus ciudadanos. Ni en Gibraltar quieren ser españoles ni en Ceuta marroquíes. Si la cuestión fuese al contrario, la gente lo llamaría autodeterminación, y para los españoles sería traición. Estamos en lo mismo, como siempre. El que nos acosa tiene sometido el Sahara y le niega su referéndum. No existen cuentas históricas ni morales pendientes, ya quedaron saldadas.
Los ceutíes y melillenses tienen el derecho a defenderse de tales ajustes y ataques, como a reducir la afluencia de más musulmanes, de modo que jamás superen a la población cristiana. Rechazan y se rebelan contra el Marruecos islámico, que impide sin tregua el proselitismo de otras religiones y su implantación. El nacionalismo de Marruecos, único lazo que une a islamistas, socialistas y nacionalistas marroquíes, ha incitado con ímpetu ese marco sectario y racial, sin cejar en su acoso insistente sobre una zona que supone propia. Con ello, oculta una política dictatorial, que olvida a su pueblo desfavorecido y empobrecido.
Camilo Valverde Mudarra
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