Los dos besos de Pedro Sánchez a Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela, muestran la proximidad del sanchismo con lo más miserable, rastrero y opresor de la política mundial, un régimen venezolano vinculado al narcotráfico y autor de crímenes de lesa humanidad (8.900 casos bajo investigación), de 7 millones de refugiados y de incontables casos de represión y persecución política de opositores.
La amistad del socialismo español, infectado de sanchismo, con regímenes como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua demuestran la naturaleza verdadera de Pedro Sánchez, un tirano que se adapta a algunas normas democráticas porque España está en Europa y porque no tiene otro remedio.
Sánchez estaba obligado a dar simplemente la mano a la representante del régimen venezolano, como hicieron los otros dirigentes de la Unión Europea, pero se lanzó a dar dos besos a la representante del narcorégimen, la misma que, a pesar de tener prohibido pisar suelo europeo, trajo a España, de noche y con clandestinidad, unas maletas sospechosas, recibidas por el entonces ministro Ábalos, cuyo contenido nunca fue revelado por el sanchismo.
El diario español El Mundo resume la situación afirmando que "Seguramente no hay en la historia institucional de la UE una imagen más abyecta" que la de Pedro Sánchez, presidente de turno, besando a una mujer manchada de sangre, corrupción, delito y opresión.
Por su parte, Es Diario afirma que los dos besos de Sánchez a Delcy avergüenzan a Europa y reavivan los interrogantes del "caso Ábalos".
Sánchez debe tener una deuda con Maduro demasiado grande, cuando en plena campaña electoral española se comporta de ese modo, bochornoso para un demócrata y vergonzante para una Unión Europea que presume de democracia y derechos humanos.
Donde peor han caído esos besos es en Washington, donde el poder norteamericano no soporta al sanchismo por sus coqueteos con comunistas, regímenes amigos del narcotráfico y criminales.
Francisco Rubiales
La amistad del socialismo español, infectado de sanchismo, con regímenes como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua demuestran la naturaleza verdadera de Pedro Sánchez, un tirano que se adapta a algunas normas democráticas porque España está en Europa y porque no tiene otro remedio.
Sánchez estaba obligado a dar simplemente la mano a la representante del régimen venezolano, como hicieron los otros dirigentes de la Unión Europea, pero se lanzó a dar dos besos a la representante del narcorégimen, la misma que, a pesar de tener prohibido pisar suelo europeo, trajo a España, de noche y con clandestinidad, unas maletas sospechosas, recibidas por el entonces ministro Ábalos, cuyo contenido nunca fue revelado por el sanchismo.
El diario español El Mundo resume la situación afirmando que "Seguramente no hay en la historia institucional de la UE una imagen más abyecta" que la de Pedro Sánchez, presidente de turno, besando a una mujer manchada de sangre, corrupción, delito y opresión.
Por su parte, Es Diario afirma que los dos besos de Sánchez a Delcy avergüenzan a Europa y reavivan los interrogantes del "caso Ábalos".
Sánchez debe tener una deuda con Maduro demasiado grande, cuando en plena campaña electoral española se comporta de ese modo, bochornoso para un demócrata y vergonzante para una Unión Europea que presume de democracia y derechos humanos.
Donde peor han caído esos besos es en Washington, donde el poder norteamericano no soporta al sanchismo por sus coqueteos con comunistas, regímenes amigos del narcotráfico y criminales.
Francisco Rubiales
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