Mediante un nuevo vídeo, la facción terrorista Al Qaeda llama a George Bush y a Occidente a convertirse al Islam, de lo contrario, han de prepararse para "sufrir las consecuencias", según informó la televisión Al Yazira. El narrador ha sido identificado como 'Azzam el Americano', conocido como Adam Yahive Gadahn, un estadounidense de California convertido al Islam e involucrado en una campaña de "propaganda" de Al Qaeda, al que busca el FBI, para interrogarlo.
Este fulano leía en inglés: "A los estadounidenses y al resto de la cristiandad les decimos, o que se arrepientan de sus caminos descarriados y entren a la luz de la verdad o que guarden su veneno y sufran las consecuencias en este mundo y en el próximo". El tal sujeto, vestido con un turbante blanco, agregó: "Pero lo que sea que hagan, que no intenten divulgar su miseria y sus malas intenciones en nuestras tierras". Gadahn recitó versos del Corán en árabe, luego traduciéndolos al inglés, dijo que "los musulmanes no necesitan la democracia, para deshacerse de sus propios déspotas y tiranos; lo que necesitan es su fe islámica, el espíritu de la 'jihad' -guerra santa- y el levantamiento de las tropas extranjeras y las interferencias en sus asuntos; Alá no reconoce la separación entre la religión y el Estado".
Es algo alucinante. Pasma observar la insondable obnubilación a que puede llegar la ignorancia histórica y cultural y la osadía y el orgullo del incisivo fanatismo. No ruega, no invita, exige y obliga con amenazas furibundas. Una religión reciente en relación con las otras conocidas quiere imponerse a todas y a todo el mundo. Esta religión, que el camellero Mahoma impuso y adaptó a sus intereses y ambiciones, reducida copia del judaísmo y mal remedo del cristianismo intenta extender su credo. Creencia que manda orar cinco veces al día, pero en cuanto se ponen de pie toman el alfanje y la metralleta en su odio y su venganza. Somete y posterga a la mujer, recluida, para personal deleite, en los harenes tras celosías y ropajes, alejada de la escuela y la universidad, privada de derechos elementales y vejada. Y ordena la yihad, que obliga a luchar contra los infieles para implantar a hierro el Islam o defenderlo de cualquier ataque; de ahí que el Islam se ha manifestado impermeable a la evangelización cristiana; en países islámicos, se sabe de sobra que, de acuerdo con el Corán, los convertidos a Cristo, no sólo pueden, sino que deben ser asesinados como apóstatas y que esa obligación recae en primer lugar sobre sus parientes; los conversos a Cristo en Marruecos o Turquía pagaron su atrevimiento con la muerte.
No puede sustituir al cristianismo. La voz de Jesucristo es de misericordia, de perdón y de amor; perdona a la pecadora y a los que lo cuelgan en la cruz, alaba la acción del buen samaritano y abraza al hijo pródigo, acoge en el discipulado a las mujeres en orden de igualdad y dignidad y exige el amor:”Amaos los unos a los otros como yo os amé; en esto reconocerán que sois mis discípulos” (Jn 13,35). La esencia del Evangelio es el Amor, es el distintivo del cristiano. Otra cosa es, que el hombre pecador no lo haya hecho ni lo haga vida y signo efectivo de sus obras.
Camilo VALVERDE MUDARRA
Este fulano leía en inglés: "A los estadounidenses y al resto de la cristiandad les decimos, o que se arrepientan de sus caminos descarriados y entren a la luz de la verdad o que guarden su veneno y sufran las consecuencias en este mundo y en el próximo". El tal sujeto, vestido con un turbante blanco, agregó: "Pero lo que sea que hagan, que no intenten divulgar su miseria y sus malas intenciones en nuestras tierras". Gadahn recitó versos del Corán en árabe, luego traduciéndolos al inglés, dijo que "los musulmanes no necesitan la democracia, para deshacerse de sus propios déspotas y tiranos; lo que necesitan es su fe islámica, el espíritu de la 'jihad' -guerra santa- y el levantamiento de las tropas extranjeras y las interferencias en sus asuntos; Alá no reconoce la separación entre la religión y el Estado".
Es algo alucinante. Pasma observar la insondable obnubilación a que puede llegar la ignorancia histórica y cultural y la osadía y el orgullo del incisivo fanatismo. No ruega, no invita, exige y obliga con amenazas furibundas. Una religión reciente en relación con las otras conocidas quiere imponerse a todas y a todo el mundo. Esta religión, que el camellero Mahoma impuso y adaptó a sus intereses y ambiciones, reducida copia del judaísmo y mal remedo del cristianismo intenta extender su credo. Creencia que manda orar cinco veces al día, pero en cuanto se ponen de pie toman el alfanje y la metralleta en su odio y su venganza. Somete y posterga a la mujer, recluida, para personal deleite, en los harenes tras celosías y ropajes, alejada de la escuela y la universidad, privada de derechos elementales y vejada. Y ordena la yihad, que obliga a luchar contra los infieles para implantar a hierro el Islam o defenderlo de cualquier ataque; de ahí que el Islam se ha manifestado impermeable a la evangelización cristiana; en países islámicos, se sabe de sobra que, de acuerdo con el Corán, los convertidos a Cristo, no sólo pueden, sino que deben ser asesinados como apóstatas y que esa obligación recae en primer lugar sobre sus parientes; los conversos a Cristo en Marruecos o Turquía pagaron su atrevimiento con la muerte.
No puede sustituir al cristianismo. La voz de Jesucristo es de misericordia, de perdón y de amor; perdona a la pecadora y a los que lo cuelgan en la cruz, alaba la acción del buen samaritano y abraza al hijo pródigo, acoge en el discipulado a las mujeres en orden de igualdad y dignidad y exige el amor:”Amaos los unos a los otros como yo os amé; en esto reconocerán que sois mis discípulos” (Jn 13,35). La esencia del Evangelio es el Amor, es el distintivo del cristiano. Otra cosa es, que el hombre pecador no lo haya hecho ni lo haga vida y signo efectivo de sus obras.
Camilo VALVERDE MUDARRA
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