Cataluña con sus pantanos vacíos, se agosta de sed. Barcelona se ahoga en su sequía. Mientras se publica que, por fugas en las conducciones, la inoperante gestión ha perdido 800.000 litros de agua al día.
Era muy necesario que el Tripartito, confinando, a través de componendas postelectorales, al más votado, se sentara en la Generalidad. En su inepcia e inercia sólo se le ha ocurrido pedir ayuda a Madrid y dictar una gran nómina de cuantiosas multas sobre el consumo particular. Montilla, el de Iznájar, tras el desbarajuste soportado meses atrás en Barcelona, ahora, convoca a CIU, al que echó, para tomar medidas paliativas; y viene a tildar la cuestión de “excepcionalidad” y de “Emergencia nacional”. Se ha pensado acometer el trasvase del Segre y ZP y Narbona, contra todo sentido común, rechazan la solución, que ya planificó J. Borrell, de llevar el agua sobrante a donde falta, con sus lógicas compensaciones. Hay gente que nace con una mentalidad obtusa y abstrusa, siempre de miras miopes, sumida en ceguera deforme. Estos socialistas con virulencia enfermiza repelen la palabra trasvase; sólo oírla desquicia su corto y torpe “talante”. La paralización y abandono del trasvase del Ebro por Zapatero, al iniciar su primera legislatura, es uno de los errores más graves que ha cometido. El agua que ha vertido, el Ebro, al mar en estas fechas de marzo hubiera abastecido las tierras valencianas, murcianas y almerienses durante un año.
En lugar de la prevención y la acometida de los trasvases pertinentes, se les ocurre la genialidad de trasportar, en barco o tren, agua desde Almería, a la que antes ellos se la negaron: “Ni una gota de agua para el Sur”. Canallesca postura y curiosa la vuelta del destino, hoy, los hados vienen a cobrarles su factura de soberbia e insolidaridad. Añádese, que el agua trasportada de la desaladora almeriense, no cubre las necesidades de Barcelona, es insuficiente y carísima, tiene un coste de 44 millones de Euros al mes, cantidad que daría para canalizar varios trasvases, más efectivos y duraderos. Es sabido que las desaladoras no son solución conveniente; contaminan en exceso, consumen demasiada energía y son más costosas.
La lucha tribal por el agua continúa, se mantiene el viejo mito del agravio, el enfrentamiento partidista sigue. La desertización avanza, la sequía se extiende y el marco solidario de las tierras húmedas no se aviene a la necesidad de las regiones secas; el orgullo y el egoísmo nocivos e infantiles, que dejan los ríos correr al mar, impiden el acuerdo y el reparto, para ceder los excedentes y sobrantes que anegan y se pierden. En guerra cainita, mientras los gobernantes discuten sus desencuentros y proveen sus sinecuras, insólitamente, la Esplendorosa Cataluña se agobia bajo el acecho de la sed. Es evidente hoy, que los políticos, aquí, entretenidos en sus prebendas y zarabandas, en su imprevisión e ineficacia, han dejado enquistarse el problema, no han acometido la necesaria forestación ni la imprescindible regularización de los cauces y cuencas, ni construido una eficaz red de canales, a ejemplo de aquel, ya secular, Canal de Isabel II, que da de beber a Madrid. Viven enzarzados en sus politiquerías y luchas partidistas; anclados en la inutilidad y fruslería, sólo, les interesa el tanto por ciento y los votos, perjudicar al otro y achacar sus errores al adversario. La partitocracia entretenida en la rivalidad y confrontación, no está en la previsión y provisión del manantial del bien común y el trabajo nacional.
Es inhumano e intolerable que la distribución del agua se obstaculice por las contiendas cainitas de los políticos y dependa del color de los votos y de los variopintos gobernantes.
Camilo Valverde
Era muy necesario que el Tripartito, confinando, a través de componendas postelectorales, al más votado, se sentara en la Generalidad. En su inepcia e inercia sólo se le ha ocurrido pedir ayuda a Madrid y dictar una gran nómina de cuantiosas multas sobre el consumo particular. Montilla, el de Iznájar, tras el desbarajuste soportado meses atrás en Barcelona, ahora, convoca a CIU, al que echó, para tomar medidas paliativas; y viene a tildar la cuestión de “excepcionalidad” y de “Emergencia nacional”. Se ha pensado acometer el trasvase del Segre y ZP y Narbona, contra todo sentido común, rechazan la solución, que ya planificó J. Borrell, de llevar el agua sobrante a donde falta, con sus lógicas compensaciones. Hay gente que nace con una mentalidad obtusa y abstrusa, siempre de miras miopes, sumida en ceguera deforme. Estos socialistas con virulencia enfermiza repelen la palabra trasvase; sólo oírla desquicia su corto y torpe “talante”. La paralización y abandono del trasvase del Ebro por Zapatero, al iniciar su primera legislatura, es uno de los errores más graves que ha cometido. El agua que ha vertido, el Ebro, al mar en estas fechas de marzo hubiera abastecido las tierras valencianas, murcianas y almerienses durante un año.
En lugar de la prevención y la acometida de los trasvases pertinentes, se les ocurre la genialidad de trasportar, en barco o tren, agua desde Almería, a la que antes ellos se la negaron: “Ni una gota de agua para el Sur”. Canallesca postura y curiosa la vuelta del destino, hoy, los hados vienen a cobrarles su factura de soberbia e insolidaridad. Añádese, que el agua trasportada de la desaladora almeriense, no cubre las necesidades de Barcelona, es insuficiente y carísima, tiene un coste de 44 millones de Euros al mes, cantidad que daría para canalizar varios trasvases, más efectivos y duraderos. Es sabido que las desaladoras no son solución conveniente; contaminan en exceso, consumen demasiada energía y son más costosas.
La lucha tribal por el agua continúa, se mantiene el viejo mito del agravio, el enfrentamiento partidista sigue. La desertización avanza, la sequía se extiende y el marco solidario de las tierras húmedas no se aviene a la necesidad de las regiones secas; el orgullo y el egoísmo nocivos e infantiles, que dejan los ríos correr al mar, impiden el acuerdo y el reparto, para ceder los excedentes y sobrantes que anegan y se pierden. En guerra cainita, mientras los gobernantes discuten sus desencuentros y proveen sus sinecuras, insólitamente, la Esplendorosa Cataluña se agobia bajo el acecho de la sed. Es evidente hoy, que los políticos, aquí, entretenidos en sus prebendas y zarabandas, en su imprevisión e ineficacia, han dejado enquistarse el problema, no han acometido la necesaria forestación ni la imprescindible regularización de los cauces y cuencas, ni construido una eficaz red de canales, a ejemplo de aquel, ya secular, Canal de Isabel II, que da de beber a Madrid. Viven enzarzados en sus politiquerías y luchas partidistas; anclados en la inutilidad y fruslería, sólo, les interesa el tanto por ciento y los votos, perjudicar al otro y achacar sus errores al adversario. La partitocracia entretenida en la rivalidad y confrontación, no está en la previsión y provisión del manantial del bien común y el trabajo nacional.
Es inhumano e intolerable que la distribución del agua se obstaculice por las contiendas cainitas de los políticos y dependa del color de los votos y de los variopintos gobernantes.
Camilo Valverde
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