Define Unión, Progreso y Democracia (UPyD) como un partido de voluntarios ¿Puede haber una definición más atractiva de un partido en esta España invadida por políticos profesionales insaciables? "Yo también soy un voluntario", afirma el escritor y académico, que califica como "ridícula" la plataforma de los artistas en favor de Zapatero.
Sus palabras sobre esos artistas subvencionados, millonarios y falsos intelectuales que sólo protestan contra el PP, mientras permanecen ciegos, sordos y mudos ante los errores y atropellos socialistas, merecen respeto democrático: "No se destacan por ejercer la función crítica. Hay que ejercer la función crítica y no la función adorativa. Y esa canción que cantaban de que la alegría sea una trinchera. ¿Pero qué trinchera hace falta ahora mismo? ¿Por qué se quieren atrincherar? La alegría no es una trinchera, es una sensación que el hombre siente cuando aumenta su poder de actuar. No hay que atrincherarse en España ahora. Hay que salir a la intemperie. A mí me pareció ridículo y el gesto me pareció ridículo. Y la babosa admiración de una persona al poder me parece servil".
El verdadero intelectual, en democracia, tiene el deber ineludible de servir a la verdad, de ser extremadamente crítico con los poderosos y de iluminar al pueblo con sus ideas y análisis libres. Cuando se somete al poder y se entrega al servilismo, atenta contra la democracia y deja a los ciudadanos en manos de la mentira y del engaño, indefensos frente a los desmanes y abusos.
Sus palabras sobre esos artistas subvencionados, millonarios y falsos intelectuales que sólo protestan contra el PP, mientras permanecen ciegos, sordos y mudos ante los errores y atropellos socialistas, merecen respeto democrático: "No se destacan por ejercer la función crítica. Hay que ejercer la función crítica y no la función adorativa. Y esa canción que cantaban de que la alegría sea una trinchera. ¿Pero qué trinchera hace falta ahora mismo? ¿Por qué se quieren atrincherar? La alegría no es una trinchera, es una sensación que el hombre siente cuando aumenta su poder de actuar. No hay que atrincherarse en España ahora. Hay que salir a la intemperie. A mí me pareció ridículo y el gesto me pareció ridículo. Y la babosa admiración de una persona al poder me parece servil".
El verdadero intelectual, en democracia, tiene el deber ineludible de servir a la verdad, de ser extremadamente crítico con los poderosos y de iluminar al pueblo con sus ideas y análisis libres. Cuando se somete al poder y se entrega al servilismo, atenta contra la democracia y deja a los ciudadanos en manos de la mentira y del engaño, indefensos frente a los desmanes y abusos.
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