He visto la película "300", la he disfrutado y la recomiendo, sobre todo a los que aman la libertad, a los políticamente incorrectos, a los que creen que las grandes verdades y principios son la espina dorsal de la dignidad, a los que están dispuestos a defender sus ideas y principios con la vida, a los que, como yo, desconfian de los grandes poderes y rechazan su lógica secuela: corrupción, oligarquía, mentira, dominio, sojuzgamiento...
También es altamente recomendable para políticos corruptos y dirigentes que se autoproclaman democráticos, pero a los que les faltan grandes dosis de amor por la cultura propia y aprecio por los grandes valores que hicieron grande nuestra civilización. Deberían ver la película la gente cobarde que no sabe lo que es luchar por los principios, gente relativista y corrosiva que, en la escala de la vida, ocupan el lado opuesto al del espartano Leónidas, que demostró su grandeza al aceptar pagar el precio que muchas veces exige la defensa de los valores y principios: la propia sangre.
Es una película estadounidense, dirigida por Zack Snyder, sobre la antigua Batalla de las Termópilas. Aunque basada en un hecho real, está más ligada a la Novela Gráfica de Frank Miller, en la cual se basó casi textualmente, tanto en el guión como en el estilo visual, muy en el estilo de Sin City. Adapta al cine, de manera brillante, la famosa Batalla de las Termópilas, en la que 300 espartanos al mando del rey Leónidas lucharon hasta la muerte contra el enorme ejército persa de Jerges, al que causaron terribles bajas y retuvieron el tiempo suficiente para que los griegos se prepararan y consiguieran derrotar al Imperio Persa en Salamina y Platea.
Me atrevo a recomendársela, de manera especial, a nuestro presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que debería acudir a la sala de proyección acompañado por Rubalcaba, María Teresa y su corte de ministros, asesores y altos cargos, con la esperanza de que aprendan algo de Leónidas y de que capten la gran lección del espartano: que a ciertos enemigos, a los que están dispuestos, como ETA, a asesinar para imponer sus ideas y su dominio, sólo se les vence sobre el campo de batalla. Ojalá, tras ver la película, cuestionen algunos de los postulados que sostienen su endeble tesis de la "Alianza de las Civilizaciones", sobre todo aquella que contempla y trata injustamente, con idéntico peso y valor, a las distintas culturas, a las que se basan en la esclavitud masiva, representada en la película por el Imperio Persa de Jerges, y la que se basa en la libertad individual y el valor de la persona, representada en el film por Leónidas y Grecia.
También es altamente recomendable para políticos corruptos y dirigentes que se autoproclaman democráticos, pero a los que les faltan grandes dosis de amor por la cultura propia y aprecio por los grandes valores que hicieron grande nuestra civilización. Deberían ver la película la gente cobarde que no sabe lo que es luchar por los principios, gente relativista y corrosiva que, en la escala de la vida, ocupan el lado opuesto al del espartano Leónidas, que demostró su grandeza al aceptar pagar el precio que muchas veces exige la defensa de los valores y principios: la propia sangre.
Es una película estadounidense, dirigida por Zack Snyder, sobre la antigua Batalla de las Termópilas. Aunque basada en un hecho real, está más ligada a la Novela Gráfica de Frank Miller, en la cual se basó casi textualmente, tanto en el guión como en el estilo visual, muy en el estilo de Sin City. Adapta al cine, de manera brillante, la famosa Batalla de las Termópilas, en la que 300 espartanos al mando del rey Leónidas lucharon hasta la muerte contra el enorme ejército persa de Jerges, al que causaron terribles bajas y retuvieron el tiempo suficiente para que los griegos se prepararan y consiguieran derrotar al Imperio Persa en Salamina y Platea.
Me atrevo a recomendársela, de manera especial, a nuestro presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que debería acudir a la sala de proyección acompañado por Rubalcaba, María Teresa y su corte de ministros, asesores y altos cargos, con la esperanza de que aprendan algo de Leónidas y de que capten la gran lección del espartano: que a ciertos enemigos, a los que están dispuestos, como ETA, a asesinar para imponer sus ideas y su dominio, sólo se les vence sobre el campo de batalla. Ojalá, tras ver la película, cuestionen algunos de los postulados que sostienen su endeble tesis de la "Alianza de las Civilizaciones", sobre todo aquella que contempla y trata injustamente, con idéntico peso y valor, a las distintas culturas, a las que se basan en la esclavitud masiva, representada en la película por el Imperio Persa de Jerges, y la que se basa en la libertad individual y el valor de la persona, representada en el film por Leónidas y Grecia.
Comentarios: