Cientos de jóvenes se enfrentaron con violencia a la policía en Pozuelo (Madrid), mientras celebraban una botellona. El enfrentamiento se convirtió en una batalla campal de sorprendente violencia en la que los jóvenes intentaron, incluso, asaltar una comisaria de policía. La prensa española difunde intensamente el enfrentamiento y se interroga sobre sus motivos.
La versión oficial afirma que el exceso de alcohol convirtió en "antisistemas" a los centenares de jóvenes que se enfrentaron violentamente con la policía en la localidad madrileña de Pozuelo, pero el buen periodismo aconseja desconfiar de las versiones oficiales y buscar la verdad: no eran antisistemas, sino chicos normales de los que acuden a las botellonas en numerosas ciudades españolas, ni es el exceso de alcohol el que empuja a los jóvenes a enfrentarse con la autoridad y al sistema, sino la falta de esperanza, la caída de los valores, el mal ejemplo de las castas políticas que lideran el país, corruptas y arrogantes, y la injusticia de una sociedad en la que el 33 por ciento de los jóvenes no puede encontrar trabajo ni dignidad.
Al defensor del menor de Madrid no se le ha ocurrido otra cosa que exigir mayor control del consumo de alcohol, ignorando que detrás de la violencia de los jóvenes palpitan otros dramas y razones más serias. Es otro pobre diablo víctima de la democracia degenerada que gobierna España.
El mal gobierno y un liderazgo vulgar, incapaz de ser modelo para nadie, junto con la falta de valores y de esperanza, están convirtiendo en antisistemas no sólo a los jóvenes violentos de Pozuelo sino a cientos de miles de españoles que se sienten frustrados ante el hedor que despide la política, entre ellos muchos ciudadanos demócratas que empiezan a contemplar al poder público como el obstáculo que impide la regeneración, la justicia, la igualdad, la convivencia y la prosperidad.
Una sociedad que no es capaz de ofrecer trabajo a sus jóvenes, que pretende adormecerlos y aplacarlos con la televisión basura y con la violencia en las pantallas, que engaña cada vez que emite un comunicado, que es incapaz de aprovechar las energías y conocimientos de las nuevas generaciones y que ni siquiera sabe defender valores tan´fundamentales como la igualdad, la justicia y la convivencia en paz es una sociedad fracasada en la que los estallidos de violencia son frutos de la angustia y tan lógicos como indeseables.
La versión oficial afirma que el exceso de alcohol convirtió en "antisistemas" a los centenares de jóvenes que se enfrentaron violentamente con la policía en la localidad madrileña de Pozuelo, pero el buen periodismo aconseja desconfiar de las versiones oficiales y buscar la verdad: no eran antisistemas, sino chicos normales de los que acuden a las botellonas en numerosas ciudades españolas, ni es el exceso de alcohol el que empuja a los jóvenes a enfrentarse con la autoridad y al sistema, sino la falta de esperanza, la caída de los valores, el mal ejemplo de las castas políticas que lideran el país, corruptas y arrogantes, y la injusticia de una sociedad en la que el 33 por ciento de los jóvenes no puede encontrar trabajo ni dignidad.
Al defensor del menor de Madrid no se le ha ocurrido otra cosa que exigir mayor control del consumo de alcohol, ignorando que detrás de la violencia de los jóvenes palpitan otros dramas y razones más serias. Es otro pobre diablo víctima de la democracia degenerada que gobierna España.
El mal gobierno y un liderazgo vulgar, incapaz de ser modelo para nadie, junto con la falta de valores y de esperanza, están convirtiendo en antisistemas no sólo a los jóvenes violentos de Pozuelo sino a cientos de miles de españoles que se sienten frustrados ante el hedor que despide la política, entre ellos muchos ciudadanos demócratas que empiezan a contemplar al poder público como el obstáculo que impide la regeneración, la justicia, la igualdad, la convivencia y la prosperidad.
Una sociedad que no es capaz de ofrecer trabajo a sus jóvenes, que pretende adormecerlos y aplacarlos con la televisión basura y con la violencia en las pantallas, que engaña cada vez que emite un comunicado, que es incapaz de aprovechar las energías y conocimientos de las nuevas generaciones y que ni siquiera sabe defender valores tan´fundamentales como la igualdad, la justicia y la convivencia en paz es una sociedad fracasada en la que los estallidos de violencia son frutos de la angustia y tan lógicos como indeseables.
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