El socialismo no es solamente una ideología. Es algo más que eso. Es la ideología que da forma a una vulnerabilidad básica de la psicología humana. Más que una ideología, es un virus que castra la libertad, vende utopías inalcanzables, hipnotiza a los débiles y utiliza en beneficio de los líderes los puntos débiles de la condición humana.
Cuando la sociedad supera ese conjunto de debilidades y castraciones que conlleva el socialismo, el ser humano evoluciona y, junto con la sociedad en la que vive, serán mejores de lo que nunca antes han sido.
Ni siquiera es una cuestión de partidos políticos, aunque algunos digan defender el socialismo. El virus penetra en la mentalidad y en la cultura de la gente y es explotado inescrupulosamente por toda clase de individuos que suelen tener rasgos psicopáticos. No hay casualidad porque la relación entre psicópatas en el poder y el socialismo existe y es robusta. Lo explica claramente la Ponerología Política (la ciencia del mal aplicada a la política).
El término psicópata puede dar lugar a toda clase de malentendidos. Por lo general lo aplicamos a la gente que es malvada que no necesariamente es psicopática. Es el perfil de ser humano idóneo para explotar una vulnerabilidad de la humanidad en su beneficio, si esa vulnerabilidad resulta que se relaciona con ciertas maneras de pensar engañosas sobre la sociedad que culminan en el socialismo, las falsas democracia que encubren dictaduras de mayorías o muchedumbres, y otras maneras de pensar, todas muy emparentadas, que llevan al egoísmo, al engaño, a la orgía de privilegios de los dirigentes, a la esclavitud de los seguidores.
En cierta manera la enfermedad socialista predica sin fe que la sociedad es inteligente y libre sin un orden para que pueda serlo. Es un error considerar que puede haber una democracia de facto sin que esta tenga una estructura, tanto cultural como técnica, por la cual pueda expresar esa libertad de individuos y grupos pequeños independientes plasmados en familias, asociaciones, empresas con libertad soberana que sea útil para cada individuo y grupo pequeño organizado.
El ideal de democracia que se vende es el de una república liberal partidista, pero esto no constituye una democracia. El motivo principal por el que este ideal de la república liberal socialista fracasa en casi todo el mundo es que es insatisfactorio porque no permite a la sociedad ser libre como conjunto, ni al individuo como individuo.
La libertad del individuo implica la asociación y ocupar un lugar útil para todos en su sociedad y el mundo. Para que el ser humano realmente sea libre tiene que tener el poder. La libertad sin poder es útil, pero insatisfactoria. El liberalismo que no entrega el poder al ciudadano está condenado y es la causa de que surjan y prosperen los populismos, sobre todo los que están ligados al socialismo.
¿Qué pasa con la manera de pensar socialista? El horror de esta ideología viene de que, de una manera u otra, engaña esa persecución por la libertad satisfactoria de las personas, a través de una manera contradictoria en la cual, el potencial miembro del grupo no es libre en ningún momento, ni siquiera para decidir salir del grupo. Destruyen la libertad, convenciendo a las personas para que menosprecien esa libertad que tienen, creyendo en la promesa de un resultado de sociedad que desean pero que nunca llega.
El socialismo es un camino condenado a toda clase de males porque al eliminar la libertad de cada persona es imposible obtener ningún tipo de asociación, eliminando toda posibilidad de libertad colectiva. El líder o el partido se convierte en una especie de falso dios y sus emisarios son los que determinan que es correcto y que no lo es, al margen de lo que realmente determinen el bien común y la conciencia de cada persona.
Lo único que tiene sentido es que el sistema desaparezca porque es insostenible, inhumano, antinatural y antieconómico, además de enfermar y trastornar la sociedad, y al gobierno. El socialismo crea una sociedad que se engulle a sí misma, esclavizada por la esclavitud misma, la esclavitud por la esclavitud, sin ningún propósito.
Francisco Rubiales
(Para escribir este artículo me he inspirado intensamente en un comentario de Mentalmente, comentarista y colaborador de Voto en Blanco. No he querido colocar su firma en el texto final porque las transformaciones, cambios y agregados han sido muchos, muchísimos).
Cuando la sociedad supera ese conjunto de debilidades y castraciones que conlleva el socialismo, el ser humano evoluciona y, junto con la sociedad en la que vive, serán mejores de lo que nunca antes han sido.
Ni siquiera es una cuestión de partidos políticos, aunque algunos digan defender el socialismo. El virus penetra en la mentalidad y en la cultura de la gente y es explotado inescrupulosamente por toda clase de individuos que suelen tener rasgos psicopáticos. No hay casualidad porque la relación entre psicópatas en el poder y el socialismo existe y es robusta. Lo explica claramente la Ponerología Política (la ciencia del mal aplicada a la política).
El término psicópata puede dar lugar a toda clase de malentendidos. Por lo general lo aplicamos a la gente que es malvada que no necesariamente es psicopática. Es el perfil de ser humano idóneo para explotar una vulnerabilidad de la humanidad en su beneficio, si esa vulnerabilidad resulta que se relaciona con ciertas maneras de pensar engañosas sobre la sociedad que culminan en el socialismo, las falsas democracia que encubren dictaduras de mayorías o muchedumbres, y otras maneras de pensar, todas muy emparentadas, que llevan al egoísmo, al engaño, a la orgía de privilegios de los dirigentes, a la esclavitud de los seguidores.
En cierta manera la enfermedad socialista predica sin fe que la sociedad es inteligente y libre sin un orden para que pueda serlo. Es un error considerar que puede haber una democracia de facto sin que esta tenga una estructura, tanto cultural como técnica, por la cual pueda expresar esa libertad de individuos y grupos pequeños independientes plasmados en familias, asociaciones, empresas con libertad soberana que sea útil para cada individuo y grupo pequeño organizado.
El ideal de democracia que se vende es el de una república liberal partidista, pero esto no constituye una democracia. El motivo principal por el que este ideal de la república liberal socialista fracasa en casi todo el mundo es que es insatisfactorio porque no permite a la sociedad ser libre como conjunto, ni al individuo como individuo.
La libertad del individuo implica la asociación y ocupar un lugar útil para todos en su sociedad y el mundo. Para que el ser humano realmente sea libre tiene que tener el poder. La libertad sin poder es útil, pero insatisfactoria. El liberalismo que no entrega el poder al ciudadano está condenado y es la causa de que surjan y prosperen los populismos, sobre todo los que están ligados al socialismo.
¿Qué pasa con la manera de pensar socialista? El horror de esta ideología viene de que, de una manera u otra, engaña esa persecución por la libertad satisfactoria de las personas, a través de una manera contradictoria en la cual, el potencial miembro del grupo no es libre en ningún momento, ni siquiera para decidir salir del grupo. Destruyen la libertad, convenciendo a las personas para que menosprecien esa libertad que tienen, creyendo en la promesa de un resultado de sociedad que desean pero que nunca llega.
El socialismo es un camino condenado a toda clase de males porque al eliminar la libertad de cada persona es imposible obtener ningún tipo de asociación, eliminando toda posibilidad de libertad colectiva. El líder o el partido se convierte en una especie de falso dios y sus emisarios son los que determinan que es correcto y que no lo es, al margen de lo que realmente determinen el bien común y la conciencia de cada persona.
Lo único que tiene sentido es que el sistema desaparezca porque es insostenible, inhumano, antinatural y antieconómico, además de enfermar y trastornar la sociedad, y al gobierno. El socialismo crea una sociedad que se engulle a sí misma, esclavizada por la esclavitud misma, la esclavitud por la esclavitud, sin ningún propósito.
Francisco Rubiales
(Para escribir este artículo me he inspirado intensamente en un comentario de Mentalmente, comentarista y colaborador de Voto en Blanco. No he querido colocar su firma en el texto final porque las transformaciones, cambios y agregados han sido muchos, muchísimos).
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