Hasta hace pocas semanas, Sánchez todavía confiaba en ser el elegido para seguir gobernando España, pero la huelga de transportes y la torpeza demostrada en su viraje sobre el Sahara le han dado la puntilla. Sus destrozos han llegado demasiado lejos y el odio que ha despertado en la ciudadanía española es tan grande que hasta el poder en las sombras se siente inquieto. Sánchez ya está muerto y él lo sabe. Por eso ya ni siquiera hace demagogia, ni lucha por su puesto, ni explica sus medidas, ni comparece ante el Congreso. Sabe que ha perdido y se comporta como lo que es: un muerto viviente que busca un hueco para retirarse cargado de fracaso.
Los poderosos confiaban en que su habilidad para fascinar, mentir y engañar le salvara y le mantuviera siendo un político útil, pero al final les ha fallado porque Sánchez se ha convertido en un enemigo de casi todo el mundo, en un tipo antipático y maldito para su pueblo, que ha sembrado el país de víctimas y resentidos dispuestos a lapidarlo en cualquier esquina.
Ha dejado al partido socialista destrozado y a España hecha añicos. Ha logrado, por méritos propios, el rechazo y el odio de los agricultores, los ganaderos, los pescadores, los transportistas, los autónomos, los pequeños empresarios, los profesionales, los demócratas y la gente decente en general. Los únicos que le apoyan son algunos grandes empresarios beneficiados por el caos, los corruptos, los éticamente podridos, los adictos a ordeñar el Estado y no pocos delincuentes.
Ha cabreado a miles de socialistas y logrado enfurecer a sus propios socios de gobierno, algunos de los cuales, aquellos que tienen la destrucción de España como meta, le siguen apoyando sólo porque Sánchez les está haciendo el trabajo sucio de demoler España. Ha hecho del socialismo español y de la izquierda en general una opción maldita que, si no cambia de manera drástica, estará fuera del poder durante muchos años. Ha dado alas a VOX, partido al que está catapultando y acercándolo a las grandes mayorías. Ha hecho de España una nación sombría, cuando era la más alegre de Europa. Ha teñido de negro el futuro de los españoles y ha convertido la democracia española en un caldo putrefacto que apesta a distancia, sin limpieza, ni honor, ni decencia, ni esperanza.
Pedro Sánchez se ha pasado en su misión de deteriorar España. Le había elegido para que la pusiera de rodillas, pero él le estaba cavando una tumba y no es eso lo que quieren sus patronos de las sombras.
Pedro Sánchez ya es un cadáver, pero, para vergüenza de los españoles, no hemos sido nosotros los que lo hemos tumbado, sino los mismos poderos oscuros que lo pusieron en la Moncloa, a pesar de que sabían que era un truhan desalmado.
Adiós, Pedro porque a partir de ahora sólo serás agonía. Ojalá te vaya en el resto de tu vida como mereces. Sólo como mereces. Con eso es suficiente.
Francisco Rubiales
Los poderosos confiaban en que su habilidad para fascinar, mentir y engañar le salvara y le mantuviera siendo un político útil, pero al final les ha fallado porque Sánchez se ha convertido en un enemigo de casi todo el mundo, en un tipo antipático y maldito para su pueblo, que ha sembrado el país de víctimas y resentidos dispuestos a lapidarlo en cualquier esquina.
Ha dejado al partido socialista destrozado y a España hecha añicos. Ha logrado, por méritos propios, el rechazo y el odio de los agricultores, los ganaderos, los pescadores, los transportistas, los autónomos, los pequeños empresarios, los profesionales, los demócratas y la gente decente en general. Los únicos que le apoyan son algunos grandes empresarios beneficiados por el caos, los corruptos, los éticamente podridos, los adictos a ordeñar el Estado y no pocos delincuentes.
Ha cabreado a miles de socialistas y logrado enfurecer a sus propios socios de gobierno, algunos de los cuales, aquellos que tienen la destrucción de España como meta, le siguen apoyando sólo porque Sánchez les está haciendo el trabajo sucio de demoler España. Ha hecho del socialismo español y de la izquierda en general una opción maldita que, si no cambia de manera drástica, estará fuera del poder durante muchos años. Ha dado alas a VOX, partido al que está catapultando y acercándolo a las grandes mayorías. Ha hecho de España una nación sombría, cuando era la más alegre de Europa. Ha teñido de negro el futuro de los españoles y ha convertido la democracia española en un caldo putrefacto que apesta a distancia, sin limpieza, ni honor, ni decencia, ni esperanza.
Pedro Sánchez se ha pasado en su misión de deteriorar España. Le había elegido para que la pusiera de rodillas, pero él le estaba cavando una tumba y no es eso lo que quieren sus patronos de las sombras.
Pedro Sánchez ya es un cadáver, pero, para vergüenza de los españoles, no hemos sido nosotros los que lo hemos tumbado, sino los mismos poderos oscuros que lo pusieron en la Moncloa, a pesar de que sabían que era un truhan desalmado.
Adiós, Pedro porque a partir de ahora sólo serás agonía. Ojalá te vaya en el resto de tu vida como mereces. Sólo como mereces. Con eso es suficiente.
Francisco Rubiales
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