El PP se dispone a subir los impuestos para recaudar más dinero y lo hace a pesar de que esa medida frenará el consumo y castigará a los ciudadanos, ya martirizados por la codicia insaciable del gobierno. España padece ya los impuestos mas injustos y desproporcionados de toda Europa. En lugar de ahorrar desmontando chiringuitos inútiles que el Estado posee sin otro fin que el de colocar a políticos amigos con altos sueldos del Estado o recaudando el dinero que los evasores fiscales con poder sustraen a la Hacienda pública, el PP, incidiendo en lo que ya constituye una lamentable costumbre, subirá el impuesto de sociedades, los de hidrocarburos, alcohol y tabaco y cualquier otro que se ponga al alcance de la avaricia recaudadora de la falsa derecha española.
En el mundo dicen que la derecha se diferencia de la izquierda en que cobra menos impuestos porque cree que el dinero, donde es más productivo es en el bolsillo de los ciudadanos, pero en España ocurre justo lo contrario: la derecha se comporta como la más radical izquierda a la hora de acribillar a sus ciudadanos con impuestos insoportables, sin que ellos, los políticos, den un solo paso al frente en austeridad y renuncia a privilegios y lujos.
El PSOE, por su parte, acaba de cerrar un acuerdo de gobierno con el Partido Nacionalista Vasco que convierte a Íñigo Urkullu en presidente de los vascos, logrando tres consejerías a cambio de concesiones que abren la caja de los truenos y que catapultan el independentismo. El PSOE admite en el acuerdo que se debata el derecho a decidir y que se considere al país vasco como una "nación", el mismo camino que abrió en Cataluña el inepto y dañino Zapatero y que convirtió al independentismo catalán en la peor pesadilla para la nación española.
Lo más grave es que ese pacto, cerrado sin consenso dentro del socialismo español, le fue presentado a la actual gestora como un hecho consumado, lo que incrementa la descoordinación y el caos dentro del PSOE.
España ha tenido mala suerte con sus dos grandes partidos. Podrían haber sido formaciones decentes y justas, al servicio del pueblo y preocupadas por el bien común, capaces de aunar esfuerzos y de impulsar la justicia y la prosperidad, pero se han convertido en dos jaulas de grillos ambiciosas, habituadas a anteponer los intereses propios al interés general, donde la única ley que impera es la de acumular poder y privilegios. Tanto el PP como el PSOE son hoy dos grandes losas de plomo que aplastan la esperanza, liquidan la ilusión y machacan el presente y el futuro de España.
La única voz serena y lúcida que grita, aunque sin que se le escuche demasiado, en la deteriorada política española es la de Ciudadanos, que está en contra de estas dos iniquidades, sosteniendo que no es necesario subir los impuestos y que el pacto de los socialistas vascos con el PNV es dañino para España.
Pero, por desgracia, la miseria de los políticos españoles parece haber infectado a la ciudadanía, que sigue apoyando en las urnas a partidos que les conducen al desastre y a la ruptura.
Ayer, día 21 de noviembre de 2016, fue un mal día para España porque dos pesadillas nefastas se convirtieron en realidad. Pronto serán visibles los estragos que nos causa la política demencial del presente.
Francisco Rubiales
En el mundo dicen que la derecha se diferencia de la izquierda en que cobra menos impuestos porque cree que el dinero, donde es más productivo es en el bolsillo de los ciudadanos, pero en España ocurre justo lo contrario: la derecha se comporta como la más radical izquierda a la hora de acribillar a sus ciudadanos con impuestos insoportables, sin que ellos, los políticos, den un solo paso al frente en austeridad y renuncia a privilegios y lujos.
El PSOE, por su parte, acaba de cerrar un acuerdo de gobierno con el Partido Nacionalista Vasco que convierte a Íñigo Urkullu en presidente de los vascos, logrando tres consejerías a cambio de concesiones que abren la caja de los truenos y que catapultan el independentismo. El PSOE admite en el acuerdo que se debata el derecho a decidir y que se considere al país vasco como una "nación", el mismo camino que abrió en Cataluña el inepto y dañino Zapatero y que convirtió al independentismo catalán en la peor pesadilla para la nación española.
Lo más grave es que ese pacto, cerrado sin consenso dentro del socialismo español, le fue presentado a la actual gestora como un hecho consumado, lo que incrementa la descoordinación y el caos dentro del PSOE.
España ha tenido mala suerte con sus dos grandes partidos. Podrían haber sido formaciones decentes y justas, al servicio del pueblo y preocupadas por el bien común, capaces de aunar esfuerzos y de impulsar la justicia y la prosperidad, pero se han convertido en dos jaulas de grillos ambiciosas, habituadas a anteponer los intereses propios al interés general, donde la única ley que impera es la de acumular poder y privilegios. Tanto el PP como el PSOE son hoy dos grandes losas de plomo que aplastan la esperanza, liquidan la ilusión y machacan el presente y el futuro de España.
La única voz serena y lúcida que grita, aunque sin que se le escuche demasiado, en la deteriorada política española es la de Ciudadanos, que está en contra de estas dos iniquidades, sosteniendo que no es necesario subir los impuestos y que el pacto de los socialistas vascos con el PNV es dañino para España.
Pero, por desgracia, la miseria de los políticos españoles parece haber infectado a la ciudadanía, que sigue apoyando en las urnas a partidos que les conducen al desastre y a la ruptura.
Ayer, día 21 de noviembre de 2016, fue un mal día para España porque dos pesadillas nefastas se convirtieron en realidad. Pronto serán visibles los estragos que nos causa la política demencial del presente.
Francisco Rubiales
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