Muchos izquierdistas españoles del presente, tan descerebrados y llenos de odio como los de la II República, gritan ahora la consigna "Arderéis como en el 36". Están eufóricos porque el PSOE se ha radicalizado, como en los años treinta, y ha incorporado a los comunistas de Pablo Iglesias al gobierno de España.
La derrotada república no fue democrática, ni bondadosa, sino una orgía de odio y crimen. Las izquierdas lo ocultan gracias a sus medios de comunicación sometidos, pero la barbarie republicana no comenzó en 1936, al estallar la guerra, como respuesta a la rebelión militar, sino en 1931, recién estrenada la II República. En ese año ya perseguía a los católicos, que pronto empezarían a ser asesinados en masa sólo porque "olían a cera". El 11 de mayo de 1931, años antes de que Franco y los generales rebeldes hubieran imaginado siquiera el alzamiento, comenzó la quema de iglesias y conventos en Madrid, que inmediatamente se extendió por toda España.
En 1934, con motivo del golpe de Estado que dieron los socialistas, ya hubo asesinatos e masa que agravaron la situación y hicieron pensar a millones de españoles decentes que había que detener aquella barbarie asesina.
Asesinar a los cristianos y a miembros de la oposición de derechas fue toda una provocación que borraba todo resquicio de democracia y civilización en aquel régimen que ahora es presentado por la maquinaria de la mentira socialista como un sistema democrático, popular, justo y casi idílico.
En 1937, después de algunos meses de guerra civil, el Secretario General del Partido Comunista Español, José Díaz, dijo en Valencia: «En las provincias en las que dominamos, la Iglesia ya no existe. España ha sobrepasado con mucho la obra de los Soviets, porque la Iglesia en España está hoy día aniquilada».
Las violaciones y asesinatos masivos de religiosos y católicos no fue un mito, como defienden las izquierdas, sino una realidad. La República asesinó a más de 7.000 religiosos.
Los historiadores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García publicaron en 2017 un libro titulsdo "1936: Fraude y Violencia" (Espasa), que demuestra algunas barbaridades cometidas por la República, como el pucherazo de las elecciones de 1936, en la que se manipularon y alteraron las actas. el recuento se inclinó hacia la izquierda –el Frente Popular–, donde estaban encuadrados el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Izquierda Republicana, Unión Republicana, Partido Comunista de España (PCE), Partido Sindicalista, Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), y Partido Galeguista. Según los historiadores, la derecha tendría que haber ganado pues se impuso con 700.000 votos sobre las izquierdas.
Yo mismo pude recabar testimonios sobre la crueldad criminal de la República. En 1974 estaba en México como corresponsal de la Agencia EFE y logré entrevistarme con algunos famosos republicanos allí refugiados, entre ellos el poeta Juan Rejano. Recuerdo como en una reunión para hablar de España (estaban sedientos de noticias frescas sobre su patria y me acribillaban a preguntas), ellos reconocieron que la República "se equivocó" con su comportamiento criminal y asesino.
Durante estos últimos 80 años, la izquierda ha venido hablando de la legitimidad y normalidad democrática de la Segunda República, como si fuera un banderín de su honestidad política frente a la barbarie, pero todo eso es falso porque las últimas elecciones de la Segunda República española, las que sirvieron de excusa para que el Frente Popular tomara el poder, fueron un fraude.
La verdad, a pesar de la propaganda feroz de socialistas y comunistas, termina por imponerse y ya es evidente que las izquierdas iniciaron la violencia, cometieron los primeros asesinatos de civiles, provocaron la guerra y saquearon de manera ignominiosa las reservas de oro que poseía el Banco de España, una de las más valiosas del mundo, enviadas a Moscú, de donde nunca regresaron porque el tirano Stalin las consideró un regalo.
Francisco Rubiales
La derrotada república no fue democrática, ni bondadosa, sino una orgía de odio y crimen. Las izquierdas lo ocultan gracias a sus medios de comunicación sometidos, pero la barbarie republicana no comenzó en 1936, al estallar la guerra, como respuesta a la rebelión militar, sino en 1931, recién estrenada la II República. En ese año ya perseguía a los católicos, que pronto empezarían a ser asesinados en masa sólo porque "olían a cera". El 11 de mayo de 1931, años antes de que Franco y los generales rebeldes hubieran imaginado siquiera el alzamiento, comenzó la quema de iglesias y conventos en Madrid, que inmediatamente se extendió por toda España.
En 1934, con motivo del golpe de Estado que dieron los socialistas, ya hubo asesinatos e masa que agravaron la situación y hicieron pensar a millones de españoles decentes que había que detener aquella barbarie asesina.
Asesinar a los cristianos y a miembros de la oposición de derechas fue toda una provocación que borraba todo resquicio de democracia y civilización en aquel régimen que ahora es presentado por la maquinaria de la mentira socialista como un sistema democrático, popular, justo y casi idílico.
En 1937, después de algunos meses de guerra civil, el Secretario General del Partido Comunista Español, José Díaz, dijo en Valencia: «En las provincias en las que dominamos, la Iglesia ya no existe. España ha sobrepasado con mucho la obra de los Soviets, porque la Iglesia en España está hoy día aniquilada».
Las violaciones y asesinatos masivos de religiosos y católicos no fue un mito, como defienden las izquierdas, sino una realidad. La República asesinó a más de 7.000 religiosos.
Los historiadores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García publicaron en 2017 un libro titulsdo "1936: Fraude y Violencia" (Espasa), que demuestra algunas barbaridades cometidas por la República, como el pucherazo de las elecciones de 1936, en la que se manipularon y alteraron las actas. el recuento se inclinó hacia la izquierda –el Frente Popular–, donde estaban encuadrados el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Izquierda Republicana, Unión Republicana, Partido Comunista de España (PCE), Partido Sindicalista, Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), y Partido Galeguista. Según los historiadores, la derecha tendría que haber ganado pues se impuso con 700.000 votos sobre las izquierdas.
Yo mismo pude recabar testimonios sobre la crueldad criminal de la República. En 1974 estaba en México como corresponsal de la Agencia EFE y logré entrevistarme con algunos famosos republicanos allí refugiados, entre ellos el poeta Juan Rejano. Recuerdo como en una reunión para hablar de España (estaban sedientos de noticias frescas sobre su patria y me acribillaban a preguntas), ellos reconocieron que la República "se equivocó" con su comportamiento criminal y asesino.
Durante estos últimos 80 años, la izquierda ha venido hablando de la legitimidad y normalidad democrática de la Segunda República, como si fuera un banderín de su honestidad política frente a la barbarie, pero todo eso es falso porque las últimas elecciones de la Segunda República española, las que sirvieron de excusa para que el Frente Popular tomara el poder, fueron un fraude.
La verdad, a pesar de la propaganda feroz de socialistas y comunistas, termina por imponerse y ya es evidente que las izquierdas iniciaron la violencia, cometieron los primeros asesinatos de civiles, provocaron la guerra y saquearon de manera ignominiosa las reservas de oro que poseía el Banco de España, una de las más valiosas del mundo, enviadas a Moscú, de donde nunca regresaron porque el tirano Stalin las consideró un regalo.
Francisco Rubiales
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