La "mafia del pesebre" está rigurosamente escalonada y dividida en compartimentos, cada uno con sus privilegios y ventajas. El máximo nivel está en los que, por haber ocupado puestos de alta responsabilidad en el Estado, poseen información sensible y peligrosa, que debe permanecer en el secreto. A cambio de su silencio y complicidad, estos mafiosos reciben puestos ben remunerados y ventajas y privilegios suficientes para comprar su adhesión perpetua. Este escalón privilegiado está formado por ex presidentes, ex ministros, ex diputados, ex senadores, ex alcaldes de grandes ciudades y ex altos cargos, desde directores generales a responsables de instituciones y empresas. En este grupo tienen especial fuerza y reciben un cuidado especial los que han sido altamente corruptos y han recaudado dinero ilegal para los partidos. Estos son especialmente mimados porque el nivel de información comprometedora que poseen es muy elevado.
Le siguen después la mafia de los funcionarios y empleados de alto nivel, como asesores, contratados en puestos de confianza, etc., a los que los partidos siempre cuidan, aunque con menos concesiones, dinero y privilegios.
Después están los militantes y los votantes, todos ellos situados en la cola para obtener parte del botín del poder.
Los partidos, al mantener esa estructura mafiosa, se han convertido en organizaciones delictivas plagadas de corrupción y de abuso de poder, destructoras de la igualdad y generadoras de mediocridad, corrupción y mal gobierno. La Mafia del Pesebre es culpable de que miles de ineptos y mediocres y hasta sinvergüenzas y criminales ocupen altos puestos de responsabilidad en la vida española, aupados y sostenidos por sus respectivos partidos, una práctica que arruina a los países por colocar el timón en manos que no merecen siquiera tocarlo.
Hay pesebreros de derecha, de izquierda, de centro y sin otra ideología que el ansia de botín, que son la mayoría. La política mafiosa es tan rentable para ellos que están dispuestos a todo por conservarla, hasta a provocar una guerra civil.
El sistema funciona igual que la mafia de Chicago en los años 30. Sólo admiten en la cúspide a los que están manchados de corrupción y la omertá es la ley que lo rige todo. Omertá es una palabra italiana que expresa el código de honor siciliano, que prohíbe informar sobre las actividades delictivas. En la política española es tan intensa como repugnante y abarca a prácticamente todos los políticos porque el que no comete delitos, silencia y encubre con su "omertá" los delitos y crímenes de sus compañeros de filas.
El pesebrismo mafioso ha convertido la política española en una pocilga, más apestosa que ningún otro estercolero de Europa y, probablemente, de los países que integran la OCDE.
En España, gracias a la corrupción del pesebre, no existe otra carrera tan lucrativa y fácil para enriquecerse y brillar como la política, que ha dejado de ser un servicio al pueblo para transformarse en una tribu acaparadora de privilegios, ventajas, dinero y suciedad. Hoy en España es posible contemplar estragos políticos que no pueden ni imaginarse en otros países más democráticos y decentes, como Alemania, Inglaterra, Francia, Austria y otros: psicópatas en el corazón del Estado, inflación de cobardes con poder, ex cajeras convertidas en ministras y multitud de indocumentados, prácticamente sin estudios, con cargos que deciden el futuro de la nación, toda una aberración indigna y envilecida.
Francisco Rubiales
Le siguen después la mafia de los funcionarios y empleados de alto nivel, como asesores, contratados en puestos de confianza, etc., a los que los partidos siempre cuidan, aunque con menos concesiones, dinero y privilegios.
Después están los militantes y los votantes, todos ellos situados en la cola para obtener parte del botín del poder.
Los partidos, al mantener esa estructura mafiosa, se han convertido en organizaciones delictivas plagadas de corrupción y de abuso de poder, destructoras de la igualdad y generadoras de mediocridad, corrupción y mal gobierno. La Mafia del Pesebre es culpable de que miles de ineptos y mediocres y hasta sinvergüenzas y criminales ocupen altos puestos de responsabilidad en la vida española, aupados y sostenidos por sus respectivos partidos, una práctica que arruina a los países por colocar el timón en manos que no merecen siquiera tocarlo.
Hay pesebreros de derecha, de izquierda, de centro y sin otra ideología que el ansia de botín, que son la mayoría. La política mafiosa es tan rentable para ellos que están dispuestos a todo por conservarla, hasta a provocar una guerra civil.
El sistema funciona igual que la mafia de Chicago en los años 30. Sólo admiten en la cúspide a los que están manchados de corrupción y la omertá es la ley que lo rige todo. Omertá es una palabra italiana que expresa el código de honor siciliano, que prohíbe informar sobre las actividades delictivas. En la política española es tan intensa como repugnante y abarca a prácticamente todos los políticos porque el que no comete delitos, silencia y encubre con su "omertá" los delitos y crímenes de sus compañeros de filas.
El pesebrismo mafioso ha convertido la política española en una pocilga, más apestosa que ningún otro estercolero de Europa y, probablemente, de los países que integran la OCDE.
En España, gracias a la corrupción del pesebre, no existe otra carrera tan lucrativa y fácil para enriquecerse y brillar como la política, que ha dejado de ser un servicio al pueblo para transformarse en una tribu acaparadora de privilegios, ventajas, dinero y suciedad. Hoy en España es posible contemplar estragos políticos que no pueden ni imaginarse en otros países más democráticos y decentes, como Alemania, Inglaterra, Francia, Austria y otros: psicópatas en el corazón del Estado, inflación de cobardes con poder, ex cajeras convertidas en ministras y multitud de indocumentados, prácticamente sin estudios, con cargos que deciden el futuro de la nación, toda una aberración indigna y envilecida.
Francisco Rubiales
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