Nos dijeron que teníamos una sanidad puntera en el mundo, pero era mentira y en la hora de la verdad demostró que no funcionaba. Nos dijeron que había democracia, pero era mentira y lo que tenemos resulta ser una dictadura camuflada de partidos políticos y de políticos sin ética ni solvencia. Nos dijeron que había instituciones creadas para que nos defendieran en caso de crisis y de peligro, pero España está al borde del abismo, destrozada por sus políticos, y esas instituciones no se han movido, ni la Justicia, ni la Monarquía, ni el Parlamento, ni las Fuerzas Armadas, ni los medios de comunicación libres y democráticos, ni la sociedad civil. Nos dijeron que el pueblo era soberano y decidía, pero hemos comprobado con amargura que el pueblo está marginado, manipulado, engañado y confundido. Nos dijeron que nuestros jóvenes estaban bien formados y que nuestros hijos y nietos eran los mejor formados de la Historia de España, pero están sin trabajo y el que no vive de los subsidios sirve hamburguesas por toda Europa, a cambio de salarios escasos. Nos dicen que los políticos están para servir al pueblo y se mueven por el bien común, pero vemos que se enriquecen rápidamente y que es el pueblo el que los sirve a ellos. Nos dijeron que los partidos servían para representarnos, pero estamos huérfanos y los partidos sólo se representan a ellos mismos y a los bellacos y canallas que los controlan.
Lo que es una evidencia metafísica es que España es un país maltratado por sus políticos y con el pueblo y su clase dirigente seriamente divorciados y en pugna. La situación, que ya era grave, ha empeorado con la crisis del coronavirus porque la sociedad se ha dado cuenta que la ineptitud de los dirigentes les conduce a la muerte.
Millones de españoles empiezan a pensar que están rodeados de mentiras y engaños y que la clase política no es de fiar, ni digna de tener en sus manos el timón de la nación, ni de gestionar sus recursos y su destino. Hay un aire de frustración y preocupación que huele a drama porque los ciudadanos y los políticos se alejan años luz unos de otros, un drama que invalida la democracia y cuestiona el sistema y hasta el ordenamiento jurídico de la nación
Si la política, que es la que rige el sistema, es un caos y una vergüenza infectada de corrupción y abuso de poder, ¿Cómo estarán de podridos el Ejercito, la Universidad, la Banca, la investigación, el mundo del derecho, la Justicia, la economía, la industria, el sector de los seguros, las telecomunicaciones, la gran empresa y otros muchos?
España, tras haber comprobado el fracaso de la sanidad, que permanece en pie gracias sólo a sus magníficos profesionales, un sistema que era exhibido por los políticos como buque insignia del sistema, tiene que auditar su realidad y comprobar, con independencia y precisión, lo que los políticos dan como verdad, supuestos que probablemente sean falsos y estén tan trucados y deteriorados como el famoso sistema sanitario español: ¿Cómo funcionarían las fuerzas armadas en caso de emergencia o guerra? ¿En qué estado se encuentra el armamento? ¿Qué pasaría con los seguros en caso de catástrofe? ¿Funciona la democracia? ¿Por qué la Justicia es tan ineficaz? ¿Cumplen con sus funciones básicas la justicia y el Congreso? ¿Cómo está realmente la banca? ¿Se fía Europa de España? ¿Quién controla a los que mandan? ¿Dónde está la verdad, que llevan mucho tiempo desaparecidas? ¿Cuanto dinero público se emplea en comprar medios y voluntades?
Hay muchos sectores y capítulos en España bajo sospecha y es lícito pensar que si los políticos nos han engañado con la Sanidad también lo hacen con el resto de los sectores vitales.
Lo que es evidente es que si tenemos una clase política de las peores del mundo, todo lo que es responsabilidad de esa clase dirigente será una ciénaga llena de basura, eso si, envuelta en mentiras y marketing para engañar a los estafados ciudadanos de España.
España necesita una auditoría general que aclare hasta donde de profundas son las heridas y cuanta ineptitud, indecencia e irresponsabilidad está gobernando la nación.
Nadie puede curarse sin antes tener un diagnóstico certero y España es hoy un enfermo grave, que necesita estar en la UCI pero que no recibe tratamiento alguno.
Francisco Rubiales
Lo que es una evidencia metafísica es que España es un país maltratado por sus políticos y con el pueblo y su clase dirigente seriamente divorciados y en pugna. La situación, que ya era grave, ha empeorado con la crisis del coronavirus porque la sociedad se ha dado cuenta que la ineptitud de los dirigentes les conduce a la muerte.
Millones de españoles empiezan a pensar que están rodeados de mentiras y engaños y que la clase política no es de fiar, ni digna de tener en sus manos el timón de la nación, ni de gestionar sus recursos y su destino. Hay un aire de frustración y preocupación que huele a drama porque los ciudadanos y los políticos se alejan años luz unos de otros, un drama que invalida la democracia y cuestiona el sistema y hasta el ordenamiento jurídico de la nación
Si la política, que es la que rige el sistema, es un caos y una vergüenza infectada de corrupción y abuso de poder, ¿Cómo estarán de podridos el Ejercito, la Universidad, la Banca, la investigación, el mundo del derecho, la Justicia, la economía, la industria, el sector de los seguros, las telecomunicaciones, la gran empresa y otros muchos?
España, tras haber comprobado el fracaso de la sanidad, que permanece en pie gracias sólo a sus magníficos profesionales, un sistema que era exhibido por los políticos como buque insignia del sistema, tiene que auditar su realidad y comprobar, con independencia y precisión, lo que los políticos dan como verdad, supuestos que probablemente sean falsos y estén tan trucados y deteriorados como el famoso sistema sanitario español: ¿Cómo funcionarían las fuerzas armadas en caso de emergencia o guerra? ¿En qué estado se encuentra el armamento? ¿Qué pasaría con los seguros en caso de catástrofe? ¿Funciona la democracia? ¿Por qué la Justicia es tan ineficaz? ¿Cumplen con sus funciones básicas la justicia y el Congreso? ¿Cómo está realmente la banca? ¿Se fía Europa de España? ¿Quién controla a los que mandan? ¿Dónde está la verdad, que llevan mucho tiempo desaparecidas? ¿Cuanto dinero público se emplea en comprar medios y voluntades?
Hay muchos sectores y capítulos en España bajo sospecha y es lícito pensar que si los políticos nos han engañado con la Sanidad también lo hacen con el resto de los sectores vitales.
Lo que es evidente es que si tenemos una clase política de las peores del mundo, todo lo que es responsabilidad de esa clase dirigente será una ciénaga llena de basura, eso si, envuelta en mentiras y marketing para engañar a los estafados ciudadanos de España.
España necesita una auditoría general que aclare hasta donde de profundas son las heridas y cuanta ineptitud, indecencia e irresponsabilidad está gobernando la nación.
Nadie puede curarse sin antes tener un diagnóstico certero y España es hoy un enfermo grave, que necesita estar en la UCI pero que no recibe tratamiento alguno.
Francisco Rubiales
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