El último barómetro del CIS refleja la cruda realidad de una España en profunda decadencia cuya democracia ha sido secuestrada y corrompida por una clase política desprestigiada, que carece de "clase" alguna y que empieza a ser odiada por grandes masas de ciudadanos. Los resultados de la encuesta del CIS son desoladores y ponen sobre la mesa tres dramas intensos: ningún político español destacado, ni ministro alguno del gobierno recibe un aprobado por los ciudadanos; el gobierno pierde apoyos, pero la oposición no sube; y la clase política española es señalada por los ciudadanos como el quinto gran problema del país, por delante, incluso, del terrorismo y de la inseguridad ciudadana.
La primera conclusión del barómetro de julio y la más espectacular es que el gobierno de Zapatero está muriendo lentamente, abandonado cada día por más ciudadanos. El PP supera ya al PSOE en intención de voto: 40,2 para el PP, 39 para el PSOE. Pero la conclusión más grave y trascendente es el desprestigio y desprecio creciente de los españoles a la clase política en general, a la que no le perdona su proximidad a la corrupción, su arrogante obsesión por el poder, su falta de democracia y su ineficiencia ante los problemas.
La encuesta señala a los políticos como el quinto problema más grave del país, por delante de el terrorismo y de la inseguridad ciudadana, a pesar de que España es el único país europeo que sigue sufriendo los ataques del terrorismo interno y de que es considerado por las mafias y bandas internacionales de ladrones, secuestradores y asesinos como un paraiso tolerante donde delinquir resulta fácil y sale barato.
Otro dato sobrecogedor de la encuesta es que el gobierno se cuece en su propia cochambre, pierde apoyos y fracasa. Pero la oposición de derecha, comandada por Mariano Rajoy, no avanza, ni concita entusiasmo entre los ciudadanos, que seguramente votarán en las próximas elecciones con la nariz tapada y los ojos cerrados, para no ver ni oler tanta inmundicia política.
La democracia es un sistema que se basa en la confianza, un valor que casi ha desaparecido en la democracia española. El presidente del gobierno, el elegido por les ciudadanos para llevar el timón, tiene la confianza por los suelos (el 29,4), pero el líder de la oposición, el que probablemente le sustituya, tiene sólo un escuálido 17.1.
Los ciudadanos están retirando su apoyo al gobierno de Zapatero cada mes con mayor intensidad. Y lo hacen ante la constancia comprobada de que ese gobierno convive con la corrupción, incrementa el desempleo y la pobreza, conduce a la nación hacia su fracaso, miente, destruye los valores y la moral, carece de prestigio y peso internacional y apoya incomprensiblemente a dictaduras y sátrapas totalitarios como los que rigen los destinos de Cuba y Venezuela, practicando una política exterior vergonzante e impropia de una democracia.
La primera conclusión del barómetro de julio y la más espectacular es que el gobierno de Zapatero está muriendo lentamente, abandonado cada día por más ciudadanos. El PP supera ya al PSOE en intención de voto: 40,2 para el PP, 39 para el PSOE. Pero la conclusión más grave y trascendente es el desprestigio y desprecio creciente de los españoles a la clase política en general, a la que no le perdona su proximidad a la corrupción, su arrogante obsesión por el poder, su falta de democracia y su ineficiencia ante los problemas.
La encuesta señala a los políticos como el quinto problema más grave del país, por delante de el terrorismo y de la inseguridad ciudadana, a pesar de que España es el único país europeo que sigue sufriendo los ataques del terrorismo interno y de que es considerado por las mafias y bandas internacionales de ladrones, secuestradores y asesinos como un paraiso tolerante donde delinquir resulta fácil y sale barato.
Otro dato sobrecogedor de la encuesta es que el gobierno se cuece en su propia cochambre, pierde apoyos y fracasa. Pero la oposición de derecha, comandada por Mariano Rajoy, no avanza, ni concita entusiasmo entre los ciudadanos, que seguramente votarán en las próximas elecciones con la nariz tapada y los ojos cerrados, para no ver ni oler tanta inmundicia política.
La democracia es un sistema que se basa en la confianza, un valor que casi ha desaparecido en la democracia española. El presidente del gobierno, el elegido por les ciudadanos para llevar el timón, tiene la confianza por los suelos (el 29,4), pero el líder de la oposición, el que probablemente le sustituya, tiene sólo un escuálido 17.1.
Los ciudadanos están retirando su apoyo al gobierno de Zapatero cada mes con mayor intensidad. Y lo hacen ante la constancia comprobada de que ese gobierno convive con la corrupción, incrementa el desempleo y la pobreza, conduce a la nación hacia su fracaso, miente, destruye los valores y la moral, carece de prestigio y peso internacional y apoya incomprensiblemente a dictaduras y sátrapas totalitarios como los que rigen los destinos de Cuba y Venezuela, practicando una política exterior vergonzante e impropia de una democracia.
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