La mezcla de torpeza con ambición suele ser letal, pero si a ese terrible cóctel se le añaden aditivos como la escasa preparación y la falta de experiencia, lo mejor es salir corriendo. Si, además no conoce otra vida que la interna de su partido político, el asunto se pone más feo. Muchos pensadores han analizado a esos personajes y afirman que, cuando, por desgracia, alcanzan el poder, lo mejor es salir corriendo, rezar mucho o echarse a las calles hasta que el tipo se tenga que marchar.
El pueblo, que es sabio, lleva siglos diciéndolo: "Lo peor es un tonto con ideales".
Es uno de los comentarios que mas se escuchan en la calle. La mayoría sostiene que Sánchez puede superar a Zapatero. La gente lo dice con aparente humor, pero preocupada porque recuerda los estragos que causó a España aquel Zapatero torpón y alienado que despilfarró el dinero inútilmente, vendió el oro del Banco de España cuando el metal empezó a disparar su precio en los mercados y alimento la crisis económica, el independentismo catalán, la llegada de ETA a las instituciones y el desprestigio de España en el mundo.
Otros dicen que la ambición demuestra que apunta alto y que no es tonto, pero la verdad es que la ambición no elimina la estupidez, sino que la hace más peligrosa.
¿Qué síntomas de tonto y de pamplinoso está descubriendo la gente en Pedro Sánchez? No son pocos. En primer lugar su ambición poco disimulada, un rasgo que disgusta profundamente a los ciudadanos, que prefieren ver en el poder a un servidor público humilde, antes que a un pavo real sin control. En segundo lugar su arrogancia, ajena a la democracia y a los sentimientos del pueblo, como ha demostrado entregando cuatro senadores al independentismo catalán para que puedan defender mejor sus tesis en el Senado y para que reciban mas dinero público. También se le percibe estupidez en su empeño por fraguar una alianza imposible y nada beneficiosa con Podemos y con los partidos independentistas que odian a España. Por último, su rasgo mas letal, quizás el peor de todos, es su lejanía del pueblo, su falta de sintonía con la sociedad española, su empeño en tomar medidas contrarias a lo que los ciudadanos desean, medidas rechazadas hasta por su propio partido.
Hasta su mismo partido está padeciendo la insensatez del tal Sánchez. Los barones principales están en contra y algunos piensan que derrocarlo es la única salida. Las encuestas ya expresan los daños del secretario general: Podemos sobrepasa ya al PSOE, que sigue perdiendo votos.
Con un político así en el poder, ¿para qué necesita España enemigos?
Un medio como Hispanidad, recogiendo críticas múltiples en ese mismo sentido que circulan por toda la nación, afirma que "el mayor problema es el montaraz, cristófobo y ambicioso Pedro Sánchez. Su mala uva y su ambición es de tal calibre que nos lleva directamente a la guerra civil. Su alianza con comunistas, neocomunistas, independentistas, antisistema y chiflados del más diverso pelaje lleva a España al precipicio".
El pueblo, que es sabio, lleva siglos diciéndolo: "Lo peor es un tonto con ideales".
Es uno de los comentarios que mas se escuchan en la calle. La mayoría sostiene que Sánchez puede superar a Zapatero. La gente lo dice con aparente humor, pero preocupada porque recuerda los estragos que causó a España aquel Zapatero torpón y alienado que despilfarró el dinero inútilmente, vendió el oro del Banco de España cuando el metal empezó a disparar su precio en los mercados y alimento la crisis económica, el independentismo catalán, la llegada de ETA a las instituciones y el desprestigio de España en el mundo.
Otros dicen que la ambición demuestra que apunta alto y que no es tonto, pero la verdad es que la ambición no elimina la estupidez, sino que la hace más peligrosa.
¿Qué síntomas de tonto y de pamplinoso está descubriendo la gente en Pedro Sánchez? No son pocos. En primer lugar su ambición poco disimulada, un rasgo que disgusta profundamente a los ciudadanos, que prefieren ver en el poder a un servidor público humilde, antes que a un pavo real sin control. En segundo lugar su arrogancia, ajena a la democracia y a los sentimientos del pueblo, como ha demostrado entregando cuatro senadores al independentismo catalán para que puedan defender mejor sus tesis en el Senado y para que reciban mas dinero público. También se le percibe estupidez en su empeño por fraguar una alianza imposible y nada beneficiosa con Podemos y con los partidos independentistas que odian a España. Por último, su rasgo mas letal, quizás el peor de todos, es su lejanía del pueblo, su falta de sintonía con la sociedad española, su empeño en tomar medidas contrarias a lo que los ciudadanos desean, medidas rechazadas hasta por su propio partido.
Hasta su mismo partido está padeciendo la insensatez del tal Sánchez. Los barones principales están en contra y algunos piensan que derrocarlo es la única salida. Las encuestas ya expresan los daños del secretario general: Podemos sobrepasa ya al PSOE, que sigue perdiendo votos.
Con un político así en el poder, ¿para qué necesita España enemigos?
Un medio como Hispanidad, recogiendo críticas múltiples en ese mismo sentido que circulan por toda la nación, afirma que "el mayor problema es el montaraz, cristófobo y ambicioso Pedro Sánchez. Su mala uva y su ambición es de tal calibre que nos lleva directamente a la guerra civil. Su alianza con comunistas, neocomunistas, independentistas, antisistema y chiflados del más diverso pelaje lleva a España al precipicio".
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