Se desmorona poco a poco la esperanza de que la nueva Junta de Andalucía denuncie con vigor y contundencia a la vieja.
En el "Watergate andaluz" hay mucho tomate, verdaderos océanos de porquería acumulada por un gobierno que Europa siempre consideró como el campeón de los corruptos. Es seguro que en las cuevas oscuras del sistema se encuentran ocultos toneladas de escándalos, abusos de poder, arbitrariedades, delitos y corrupciones de todo género, todo protagonizado por un socialismo que convirtió la permanencia eterna en los palacios en su gran prioridad, por delante del bien común y del interés general, por encima de las leyes y de las normas de la democracia, generando unas corrientes tan poderosas que se llevaron por delante a miles de adversarios e indiferentes a lo largo de décadas. Oponerse al poder de la Junta, en Andalucía, era un suicidio para cualquier empresario o profesional, pues el gobierno era propietario de la mitad de la economía y dominaba con su influencia y poder casi la otra mitad entera. Para el resto de los ciudadanos, sobre todo para los que tenían menos recursos, tener a la Junta de enemigo era algo parecido a la muerte.
En VOX, el partido cuyos votos han hecho posible el nuevo gobierno del PP y Ciudadanos, la frustración por la línea que imponen los nuevos gobernantes es evidente y muchos de sus miembros claman en los debates internos por una política más exigente con los nuevos amos del cortijo.
Parece claro que no serán los nuevos políticos los que desentierren la suciedad y limpien las cloacas andaluzas. Para desenmascarar a los corruptos y sacar a la luz los contratos amañados, los pufos tapados, las injusticias acumuladas, los desvíos de dinero, las subvenciones concedidas a los familiares y amigos, las colocaciones a dedo, los miles de puestos de trabajo ocultados a la Cámara de Cuentas y al pueblo, las ayudas disfrazadas a socialistas y amigos del poder, los miles de casos de corrupción y las masas de dinero desviadas para tejer esa red clientelar que estaba ideada para que el socialismo nunca pudiera perder unas elecciones, harían falta políticos que no existen, partidos limpios y decentes, periodistas independientes y honrados, demócratas dispuestos a contar lo que saben y denunciar los delitos, funcionarios que delaten la corrupción, jueces íntegros, investigadores minuciosos y una sociedad que empuje, anime y ampare a los activistas de la regeneración para que utilicen la verdad como un martillo pilón contra todo lo que huela a podrido en el pasado, condición necesaria para que los cimientos del futuro sean sólidos y Andalucía pueda construir su destino con solidez.
Por desgracia, esa voluntad de limpieza general no se ve por ninguna parte. Saldrán a la luz algunos escándalos, como los de las listas de espera de enfermos graves, donde medio millón de pacientes fueron ocultados por el poder para disimular su ineficacia, o los casi 35.000 solicitantes de ayudas sociales por dependencia y pobreza que ni siquiera fueron evaluados para evitar tener que ayudarles con fondos públicos, pero el meollo de la corrupción y los grandes dramas permanecen ocultos y quizás se queden para siempre en la oscuridad.
Ante la falta de decisión de los políticos, el papel de la ciudadanía será decisivo porque es la demanda de los ciudadanos la que va a permitir que los partidos que gobiernan cumplan su misión de limpieza y regeneración, sin caer en las componendas y transacciones, sin hacer caso al "hoy por mi y mañana por ti". Sin esa presión popular, los grandes dramas andaluces seguirán ocultos y España será privada de lo que podría ser el comienzo de la "gran limpieza".
Es como si el "hoy por mi y mañana por ti" se estuviera imponiendo, a espaldas del pueblo. Es como si los nuevos temieran que al limpiar con fuerza las cloacas andaluzas salieran a la luz miserias propias y quedarán al descubierto las suciedades propias.
La potente maquinaria socialista de los ayuntamientos ya se ha puesto en movimiento para desgastar al nuevo gobierno y lograr que los socialistas recuperen el poder. La red clientelar ha sufrido golpes muy duros en las capitales y en las instituciones y chiringuitos del poder, pero sigue intacta en los ámbitos rurales, desde donde los socialistas quieren iniciar la "reconquista".
Muchos políticos descontentos con lo que está ocurriendo nos aseguran que la batalla entre la regeneración y los interesados en todo siga más o menos igual está siendo ganada claramente por los partidarios del olvido y del borrón y cuenta nueva.
La batalla entre la regeneración y el silencio se mantiene en las redes sociales, pero ya es tenue y flácida, sin el brío y el rigor que muchos esperaban.
Por desgracia para todos, parece que Andalucía seguirá siendo un Cortijo en el que sólo han cambiado los señoritos.
Francisco Rubiales
En el "Watergate andaluz" hay mucho tomate, verdaderos océanos de porquería acumulada por un gobierno que Europa siempre consideró como el campeón de los corruptos. Es seguro que en las cuevas oscuras del sistema se encuentran ocultos toneladas de escándalos, abusos de poder, arbitrariedades, delitos y corrupciones de todo género, todo protagonizado por un socialismo que convirtió la permanencia eterna en los palacios en su gran prioridad, por delante del bien común y del interés general, por encima de las leyes y de las normas de la democracia, generando unas corrientes tan poderosas que se llevaron por delante a miles de adversarios e indiferentes a lo largo de décadas. Oponerse al poder de la Junta, en Andalucía, era un suicidio para cualquier empresario o profesional, pues el gobierno era propietario de la mitad de la economía y dominaba con su influencia y poder casi la otra mitad entera. Para el resto de los ciudadanos, sobre todo para los que tenían menos recursos, tener a la Junta de enemigo era algo parecido a la muerte.
En VOX, el partido cuyos votos han hecho posible el nuevo gobierno del PP y Ciudadanos, la frustración por la línea que imponen los nuevos gobernantes es evidente y muchos de sus miembros claman en los debates internos por una política más exigente con los nuevos amos del cortijo.
Parece claro que no serán los nuevos políticos los que desentierren la suciedad y limpien las cloacas andaluzas. Para desenmascarar a los corruptos y sacar a la luz los contratos amañados, los pufos tapados, las injusticias acumuladas, los desvíos de dinero, las subvenciones concedidas a los familiares y amigos, las colocaciones a dedo, los miles de puestos de trabajo ocultados a la Cámara de Cuentas y al pueblo, las ayudas disfrazadas a socialistas y amigos del poder, los miles de casos de corrupción y las masas de dinero desviadas para tejer esa red clientelar que estaba ideada para que el socialismo nunca pudiera perder unas elecciones, harían falta políticos que no existen, partidos limpios y decentes, periodistas independientes y honrados, demócratas dispuestos a contar lo que saben y denunciar los delitos, funcionarios que delaten la corrupción, jueces íntegros, investigadores minuciosos y una sociedad que empuje, anime y ampare a los activistas de la regeneración para que utilicen la verdad como un martillo pilón contra todo lo que huela a podrido en el pasado, condición necesaria para que los cimientos del futuro sean sólidos y Andalucía pueda construir su destino con solidez.
Por desgracia, esa voluntad de limpieza general no se ve por ninguna parte. Saldrán a la luz algunos escándalos, como los de las listas de espera de enfermos graves, donde medio millón de pacientes fueron ocultados por el poder para disimular su ineficacia, o los casi 35.000 solicitantes de ayudas sociales por dependencia y pobreza que ni siquiera fueron evaluados para evitar tener que ayudarles con fondos públicos, pero el meollo de la corrupción y los grandes dramas permanecen ocultos y quizás se queden para siempre en la oscuridad.
Ante la falta de decisión de los políticos, el papel de la ciudadanía será decisivo porque es la demanda de los ciudadanos la que va a permitir que los partidos que gobiernan cumplan su misión de limpieza y regeneración, sin caer en las componendas y transacciones, sin hacer caso al "hoy por mi y mañana por ti". Sin esa presión popular, los grandes dramas andaluces seguirán ocultos y España será privada de lo que podría ser el comienzo de la "gran limpieza".
Es como si el "hoy por mi y mañana por ti" se estuviera imponiendo, a espaldas del pueblo. Es como si los nuevos temieran que al limpiar con fuerza las cloacas andaluzas salieran a la luz miserias propias y quedarán al descubierto las suciedades propias.
La potente maquinaria socialista de los ayuntamientos ya se ha puesto en movimiento para desgastar al nuevo gobierno y lograr que los socialistas recuperen el poder. La red clientelar ha sufrido golpes muy duros en las capitales y en las instituciones y chiringuitos del poder, pero sigue intacta en los ámbitos rurales, desde donde los socialistas quieren iniciar la "reconquista".
Muchos políticos descontentos con lo que está ocurriendo nos aseguran que la batalla entre la regeneración y los interesados en todo siga más o menos igual está siendo ganada claramente por los partidarios del olvido y del borrón y cuenta nueva.
La batalla entre la regeneración y el silencio se mantiene en las redes sociales, pero ya es tenue y flácida, sin el brío y el rigor que muchos esperaban.
Por desgracia para todos, parece que Andalucía seguirá siendo un Cortijo en el que sólo han cambiado los señoritos.
Francisco Rubiales
Comentarios: